¿Verdaderamente en México, los mexicanos tenemos un capitán que enfrente, en esta tormenta, las dificultades del país? No, definitivamente no. Este barco llamado México está, en este momento, a la deriva y no se ve por donde podamos salir de la tormenta a buen puerto con los gobernantes de la Cuarta Transformación, empezando por Andrés Manuel López Obrador.
Casi todos los días, los medios de comunicación y las redes sociales, dan cuenta de los males económicos de esta nación, de las dificultades en educación, en la salud, de la violencia desatada que conlleva a los asesinatos, las violaciones, el tráfico de drogas, las constantes balaceras producto de las pugnas del narco, los secuestros; por otra parte, de la falta de empleo, del constante flujo migratorio, del alza de precios en la canasta básica, y como cereza en el pastel las constantes alusiones de los otros datos en las mañaneras, convertidas en el pulpito para escuchar lamentos y echar culpas a los adversarios, sin verdaderamente demostrar, con hechos reales, contantes y sonantes, que después de cuatro años sí hay un cambio en el país.
Pero ¿por qué al tener este panorama tan grave, todavía algunos siguen creyendo lo que dicta el inquilino de palacio? Sencillamente somos un pueblo poco politizado, poco educado en desentrañar las causas profundas de nuestra pobreza. Muy bien. ¿Y cuál es esa causa?
La respuesta es tan obvia que salta a la vista: la injusta distribución de la riqueza en México, lo que provoca, a su vez, una gigantesca masa de pobres en nuestra patria, que oscila entre los 64 millones y los 100 millones de seres (según la metodología empleada para medirla), de una población estimada en los 126 millones de mexicanos y que, aun en el mejor de los escenarios, o sea, que fueran 64 millones los pobres, de todas maneras, se trata de un océano de precaristas.
Como lo ha dicho el Movimiento Antorchista, a lo largo de sus 48 años, este mar de pobres es la causa madre de todos los males que padece la nación: ignorancia, insalubridad, desnutrición, inseguridad, falta de viviendas, cinturones de marginación en las colonias y pueblos urbana y rural; males que, a su vez, se deben, mediante un encadenamiento de causas y efectos, donde la causa se convierte en efecto y el efecto en causa, a cuatro causas principales: el desempleo, los bajos salarios, la poquísima inversión en obras y servicios (gasto social) que beneficien al pueblo por parte de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal), y al inequitativo pago de impuestos.
O sea, el mal de fondo, como reiteradamente lo ha sostenido Antorcha, es el modelo económico que nos rige, que en vez de distribuir la riqueza social y natural del país, más bien la concentra en unas cuantas manos de multimillonarios que crece y crece inconteniblemente hasta alcanzar cifras abismales.
Aportaremos otros datos: según el Coneval, actualmente hay en México 59.3 millones de hombres y mujeres que componen la Población Económicamente Activa (PEA), la tasa de desempleo en México cayó al 3.2 por ciento en el segundo trimestre de 2022, hasta 1.9 millones de personas, con una reducción de un punto porcentual frente al nivel del mismo período de 2021, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi); 32 millones son empleados informales! (el 57.7 por ciento) que se autoemplean en cualquier cosa o trabajan para alguien sin ningún contrato y sin seguridad social, o sea, en la más absoluta indefensión y, del resto de la PEA, 25 millones de mexicanos que sí cuentan con un trabajo formal, resulta que cerca de la mitad, es decir, 12 millones de mexicanos, ganan tan sólo tres salarios mínimos o menos al día (200 pesos o menos) que no cubren la canasta básica, cuyo costo oscila entre los 400 y los 600 pesos diarios.
Para variar, en estos días, los medios de comunicación informaron que acelera la inflación de los Estados Unidos (EE. UU.) a su mayor ritmo en 40 años; la primera economía del mundo atraviesa una situación compleja. La inflación no baja del 9.1 por ciento y sigue comiéndose el poder adquisitivo de las familias estadounidenses.
Los economistas coinciden en que en la medida que la economía de EE. UU. se debilita, los efectos estarán alcanzando sus socios comerciales como México. Y ante esto, ¿Qué nos espera con todo lo descrito arriba?, obviamente, sí debemos preocuparnos debido a la extrema dependencia de Estados Unidos, pero sobre todo por la reacción del gobierno mexicano que ha sido vacilante en implementar verdaderos planes económicos y sociales que lleven a nuestra patria a una posición más esperanzadora.
El mismo Banco Mundial advierte que, ante el riesgo de una recesión mundial en 2023, destaca la necesidad de aplicar políticas para frenar la inflación sin agravar el riesgo de recesión. Las políticas públicas deberían apuntar a generar inversiones adicionales y mejorar la productividad y la asignación de capital, que son fundamentales para el crecimiento y la reducción de la pobreza. ¿Que se vislumbra con el PEF 2023 en México? Que se irá fundamentalmente a los programas sociales del presidente y a las obras inútiles que ya están inauguradas, pero que no sirven, para sacar a nuestro país del atraso histórico, como es el caso del Tren Maya, el aeropuerto (AIFA) y la refinería Dos Bocas, relegando y castigando la infraestructura, educación, salud, al campo.
Por esto y más que podríamos enumerar, el pueblo de México debe de profundizar, comprender a donde nos lleva el proyecto de la 4T y de Morena, que debemos luchar por instaurar un modelo económico superior, que impulse medidas eficaces para romper nuestra dependencia y sometimiento a los intereses y vaivenes del gran capital transnacional, objetivos que no están en la mira del actual gobierno. ¿Cuál es la salida ?, para poder instaurar un nuevo modelo, debemos organizarnos, conquistar el poder político y entonces, lo que eluden nuestros gobernantes, cambiar el modelo económico del país en el sentido que Antorcha plantea: 1) mediante el pleno empleo; 2) con salarios dignos; 3) con un gasto social que mejore sustancialmente la calidad de vida del pueblo trabajador; y, 4) aplicando una política fiscal equitativa que haga pagar más impuestos a quien más gana y menos al que obtenga menores ingresos.
Todo esto y más para salvar a los pobres de su pobreza; sin necesidad de otra revolución armada y en el marco legal de nuestra constitución. Sólo así desaparecerán los males de este cáncer que se llama pobreza y que necesitamos erradicar lo más pronto posible con un capitán capaz de dirigir a su pueblo a la victoria.
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