La reciente aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2022 por la Cámara de Diputados fue agradecida por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con excesivo triunfalismo declaró en redes sociales que era “una buena noticia” porque con ello garantizaba la “salud, la educación, el desarrollo y el bienestar, como nunca”. Lo que realmente quedaron garantizados fueron sus programas sociales: Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, las becas Benito Juárez, Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro y Pensión para el Bienestar de Personas con Discapacidad, es decir, transferencias monetarias a determinados sectores, dejando fuera a otros grupos vulnerables y a millones de mexicanos empobrecidos. Efectivamente se trató de una “buena noticia” porque aseguró la continuidad de sus mega obras emblemáticas: el Tren Maya, la refinería Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, pero no apuntala por ningún lado la recuperación económica del país.
El paquete económico para 2022 es en exceso optimista, se hacen cuentas alegres sobre la obtención de los ingresos: cobro de impuestos, la venta de hidrocarburos, sus derivados y otros flujos de recursos propios de la operación diaria del Gobierno; dado que los egresos proyectados son mayores, la administración tendrá que endeudarse para cubrir el déficit, se dice que la cifra de endeudamiento es 21 por ciento más grande que la del año 2021, AMLO vuelve a incumplir su promesa de no contratar ni un peso de deuda.
El ingreso tributario se prevé sin considerar la reactivación económica que garantice la capacidad adquisitiva de los ciudadanos. No hay una reforma tributaria que obligue a pagar más impuestos a las grandes fortunas de los más ricos, en cambio, se pretende ampliar la “base fiscal” aumentando contribuyentes, en primer lugar, incorporando a la economía informal a pagar impuestos y en segundo lugar ejerciendo un estricto control en los jóvenes que cumplan 18 años, haciendo obligatoria su inscripción al Registro Federal de Contribuyentes. No es “buena noticia” para millones de jóvenes mayores de edad que serán vigilados bajo el argumento de facilitar su incorporación al mercado laboral.
Tampoco es “buena noticia” para 16 millones de mexicanos que se dedican al empleo informal saber que ahora el fisco les pisará los talones. No es “buena noticia” para las bordadoras mayas que transforman la tela y el hilo cortado en elegantes hipiles que son malbaratados a los turistas de Chichen Itzá; cómo habría de ser “buena noticia” para el artesano que exhibe en su modesta xa?anil naj (casa de huano), hamacas multicolores, el Itzamná de yeso, las jícaras decoradas, la pirámide de Kukulcán, que con impaciencia espera mejorar sus ventas.
En cambio, es “buena noticia” para las grandes fortunas que hacen de la evasión fiscal todo un arte. En los últimos dos años, la fortuna de las 13 personas más ricas del país aumentó en 33.1 mil millones de dólares, al tiempo en que 5.4 millones de personas cayeron en pobreza laboral. “Los más ricos de México evaden ocho veces más impuestos que el 50 por ciento de la población más pobre de México.” Según datos de la periodista Viridiana Ríos.
Cierto es que el PEF 2022 se incrementó en 8.5 por ciento respeto al año anterior; sin embargo, no es el mayor medido como porcentaje del PIB. En 2016 se alcanzó una cifra de 26.7 por ciento y en 2022 representará 25.1 por ciento. Aunque un mayor gasto no implica mayor efectividad para reducir el rezago social. No se privilegian las grandes necesidades del país como la reactivación económica que requiere entre otras cosas, de mayor inversión pública que sea sostenible y rentable, porque las inversiones de este sexenio son de dudosa rentabilidad, como los demuestran estudios serios sobre la refinería Dos Bocas, por ejemplo. Se sabe que podría empezar a dar beneficios luego de 20 años de iniciar su operación, según el Instituto Mexicano Para la Competitividad tiene el 2 por ciento de probabilidades de ser rentable, a eso hay que sumarle que su construcción costará más de lo previsto por las constantes inundaciones que ha sufrido. Es verdad entonces que es “buena noticia” para el presidente porque está asegurando la construcción de sus obras de relumbrón, aunque sean inviables y poco ayuden a impulsar el desarrollo económico que requiere la nación.
Otro aspecto abandonado por la 4T es la atención a la pobreza. Para los 55.7 millones de mexicanos en situación de pobreza no es “buena noticia” saber que el Gobierno no resolverá sus prioridades de alimentación, empleo, vivienda, salud, educación. AMLO le sigue apostando a sus programas sociales que además destacan por su opacidad. Ya la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó irregularidades como beneficiarios sin CURP, pagos duplicados sin evidencia documental y hasta pagos a personas ya fallecidas. También el Consejo Nacional de Evolución de la Política de Desarrollo Social (Coneval) ha demostrado que los programas fallan por su “impacto en la población objetivo, ya que carece de información estadística actualizada. Asimismo, carece de métodos de notificación y contacto con los beneficiarios”.
El PEF 2022, impulsado por el Presidente, seguirá fabricando millones de damnificados, a seres carentes de lo necesario para alimentarse, educar a sus hijos, curarse. AMLO impuso su voluntad para garantizar su base electoral a costa del padecimiento de las grandes mayorías y cree en el poder de sus mentiras para mantenerlas tranquilizadas. Protestar y detener la política destructora de la 4T requiere de un pueblo educado, dispuesto a organizarse y bien pertrechado con una organización que realmente tenga arraigo popular como el Movimiento Antorchista Nacional.
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