A sus 13 años, apenas cumplidos el pasado 26 de octubre, Bayro Virgilio Hernández Barrios, un niño de escasos recursos, es parte de las estadísticas de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2017 del INEGI, que indican que 3 millones 242 mil niños, niñas y adolescentes, de 5 a 17 años, se declaran ocupados en el mercado laboral.
Bayro, por ejemplo, combina sus actividades escolares con un trabajo de albañilería en el que apenas obtiene unos 150 pesos por día, aunque le interesa su educación también es prioridad para él trabajar para obtener dinero.
“Salgo a trabajar a las ocho de la mañana y regreso a las cuatro o seis de la tarde a casa, lo que saco son 150 o 200 pesos al día. Cuando es trabajo de ayudante de albañil, cargo block, arena, grava o tierra, depende de lo que me diga el patrón”, esa es la justificación por la cual se le complica hacer sus tareas.
Desde que no asiste a la escuela por la pandemia, asegura que él y otros niños han tenido que salir a trabajar con sus padres. Los niños, en su mayoría para hacer trabajos pesados, y las niñas, en labores domésticas o en la venta de tortillas de mano.
“Porque tenemos que comer y vestir, aunque somos muchos hermanos, yo soy el mayor y debo poner el ejemplo a los más pequeños”, comentó.
A pregunta expresa de si quisiera regresar a la escuela, respondió que sí porque quiere ver a sus amigos, pero pidió al presidente que ayude a las escuelas porque la de él son aulas improvisadas en donde la lluvia y las altas temperaturas son las inclemencias de los estudiantes.
“No recibimos ayuda para mejorar las aulas, y varios estudiantes nos quedamos fuera de las becas. Antes yo recibía PROSPERA, ahora mi mamá no pudo inscribirme a las becas que da el nuevo presidente. Por eso trabajo, para que cuando regresemos a las aulas puedan comprar mis libretas”.
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