La teoría neoclásica definida por su método, según Bernard Guerrien, es la teoría que intenta explicar los fenómenos sociales a partir de las decisiones racionales que, en el terreno económico, toman los individuos que forman una sociedad. Es el estudio del comportamiento de los individuos con base en la economía y los mercados.
El individuo, concebido como hombre económico, es un individuo frío y calculador que busca siempre obtener beneficios ymayor ganancia.
?En el terreno de la producción, entre los primeros neoclásicos (León Walras), no se utilizaba el tema de la “función de la producción” sino que se abocaban al estricto estudio de los cálculos matemáticos relativos a los coeficientes de producción constante. Si bien hablan de los costes fijos, que sirven para justificar la existencia de las empresas cuando los rendimientos son decrecientes, lo cierto es que estos no encajan con la idea de “factor de la producción”.
?Este problema de los costes fijos llevó a los economistas neoclásicos al tema de los precios en los mercados, destacando como uno de sus principales postulados su teorema sobre el equilibrio general competitivo (Kenneth Arrow y Gerard Debreu) que intenta dar una explicación global de comportamiento de la producción, el consumo y los precios en el mercado.
Sin embargo, dicho teorema actualmente carece de algún interés fuera de su belleza matemática, nos dice Guerrien, porque no nos sirve para entender al sistema capitalista moderno, ya que la forma de organización social que suponen Arrow y Debreu no tiene nada que ver con el capitalismo o con la economía de mercado actual.
?Los economistas neoclásicos utilizaron permanentemente la palabra equilibrio para tratar cualquier problema: lo primero que hacen es buscar los equilibrios y después tratan de ver cuáles son sus propiedades, soñando encontrar alguna que pueda considerarse como una ley.
Queriendo imitar entonces el papel que juegan las “fuerzas” en el terreno de la ciencia física, los neoclásicos pretenden aplicar dicho razonamiento al terreno de la ciencia económica considerando, análogamente, que este es el papel que juegan las “fuerzas” del mercado en el terreno de la economía.
?Pero si partimos del postulado de los neoclásicos en el sentido de que los individuos no son una materia inerte que se somete a “fuerzas” exteriores, sino seres conscientes, que aplican su racionalidad antes de tomar cualquier decisión, resulta contradictorio que el comportamiento del individuo esté sujeto entonces a las “fuerzas” del mercado.
Si, por ejemplo, quisiéramos aplicar su teorema del equilibrio en los modelos de duopolio, tendríamos que la probabilidad de que las empresas tomen las decisiones que corresponden a dicho equilibrio es prácticamente nula. Su visión matemática del comportamiento de la economía resulta inaplicable.
?Además de su teorema sobre el equilibrio general competitivo, los economistas neoclásicos hacen especial referencia a la información asimétrica, relativa al reparto de las ganancias entre los elementos que intervienen en el intercambio en los mercados.
Sin embargo, este es un proceso mucho más complejo y profundo que, sin lugar a dudas, no se resuelve con simples alusiones a las “fuerzas del mercado”, a la “oferta” y a la “demanda”, como tienden a hacer los neoclásicos. La información asimétrica y su peso real en la economía, es uno de los grandes temas en la batalla entre los neoclásicos sobre la importancia que puede tener la intervención del Estado en la economía.
?Concluye Guerrien afirmando que la teoría neoclásica se parece mucho a las especulaciones de los escolásticos: la especulación se ocupa del comportamiento de unos individuos puramente imaginarios que toman decisiones en “mercados” todavía más imaginarios. Por tanto, habría que estudiar la economía neoclásica no por sus aportes científicos en el estudio de la economía y la sociedad, sino sólo como una simple referencia en la historia del pensamiento económico.
?Por su parte, Jorge Enrique Garcés Cano elabora una crítica a la teoría neoclásica como sustento a las actuales concepciones neoliberales en el terreno económico, y la hace desde el punto de vista de las relaciones sociales de producción capitalistas que, nos dice, constituyen el centro del debate en economía política. Se trata pues de una confrontación de la teoría neoclásica con la observación del mundo real; entre la economía lógica y la economía política.
?Garcés Cano comienza señalando cuáles fueron los principales exponentes del pensamiento neoclásico: León Walras, Knut Wicksell, Alfred Marshall y Johon Richard Hicks, y cómo estos harían de la teoría subjetiva del valor el eje central de su estudio económico, insistiendo en el equilibrio mecánico y armónico entre la oferta y la demanda.
Para los neoclásicos, el capital y el trabajo no son una relación sociológica de clase, sino una relación técnica de producción que da orden al movimiento del sistema o, mejor, a su estática.
Uno de los principales cambios que encontramos en los neoclásicos corresponde al giro en el objeto y campo de estudio de la economía, entendida ahora como la ciencia de la escasez, con seres humanos racionales que toman decisiones económicas de maximización en contextos asociales y ahistóricos.
?Bajo esta concepción, la economía deja de ser una ciencia social para convertirse en una actividad racional y lógica; una técnica bonita y sofisticada, aplicable al estudio de la optimización de la conducta de los individuos bajo comportamientos restrictivos.
En contraparte, para Garcés Cano, en las ciencias sociales el carácter científico de su estudio no puede estar determinado por la posibilidad de enmarcar las leyes del movimiento social en simples ecuaciones o formalizaciones matemáticas. Por tanto, siguiendo a Carlos Marx, afirma que el estudio de la economía política tiene arraigada en sus bases más profundas una visión humano-social del hombre y no puede, por tanto, dejarse de lado el elemento histórico que ha dado coherencia a su desarrollo histórico social: la lucha de clases.
?La función del equilibrio en los economistas neoclásicos parte de la aceptación explícita de que en el proceso de producción, cambio y consumo, los individuos y las empresas actúan de manera lógica y racional, respectivamente. Ello significa que siempre buscan la maximización de algo: en el primer caso, de su satisfacción personal (beneficio o goce) y en el segundo, de la utilidad o ganancia. Esto es lo que constituye, según los neoclásicos, el punto central que garantiza el mecanismo de equilibrio.
?La visión neoclásica sobre el equilibrio está íntimamente ligada a una particular concepción sobre la producción. Asimismo, la supuesta y absurda inexistencia de crisis económicas dentro del modo de producción capitalista permiten presentar al sistema capitalista, según la teoría neoclásica y ahora los neoliberales, como el único, más avanzado y desarrollado modo de producción en la historia de la humanidad.
Para los neoclásicos, el capital y el trabajo no personifican una relación sociológica de clase, sino únicamente una relación técnica de producción que da orden al movimiento del sistema o, mejor, a su estática.
?Otro aspecto relevante en los postulados de los neoclásicos lo constituye la controversia sobre la estructura de costos de producción y, por ende, de rendimientos en la economía. El modelo neoclásico parte de la aceptación de una estructura de costos crecientes (rendimientos decrecientes), es decir, para que el equilibrio económico sea compatible con el mundo de la competencia perfecta, debe contemplar una estructura de costes constantes.
Sin embargo, dice Garcés Cano, en la realidad es la competencia capitalista quien trae consigo el perfeccionamiento técnico-científico y el desarrollo de nuevos y mejores procesos productivos, los cuales no necesariamente se hallan ligados a un fin de beneficio social colectivo, sino directamente a la búsqueda de mínimos costos y mayores márgenes de explotación del trabajo por el capital.
?Concluye Garcés Cano sintetizando los postulados de los neoclásicos: la ley de los rendimientos decrecientes; la ley de gravitación de los beneficios moldeados a su concepción sobre el proceso de acumulación del capital; la ley del crecimiento de la población de Malthus y la ley de los mercados.
Esos postulados permitirían reforzar sus ideas sobre la marcha feliz y armónica del capitalismo hacia el llamado estado estacionario: un sueño por mantener el estado de cosas sin modificación alguna, es decir, para que el actual modo de producción capitalista resulte inmodificable, insuperable y armónico. Postulados que finalmente conectan históricamente a los antiguos y modernos idealistas defensores del régimen capitalista.
?Y por su vigencia y la forma en que pudiera refutarse a los neoclásicos modernos que hoy defienden al neoliberalismo, cierra su trabajo citando a Carlos Marx: “[…] En economía política, la libre investigación científica tiene que luchar con enemigos que otras ciencias no conocen. El carácter especial de la materia investigada levanta contra ella las pasiones más violentas, más mezquinas y más repugnantes, que anidan en el pecho humano: las furias del interés privado […]. El Capital 1981, vol. I, p. xv).
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