Teatro, el teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana, dijo Federico García Lorca. Esta semana, amables lectores, así como casi el resto de los días del año, es una semana de lucha a través del arte para el Movimiento Antorchista Nacional, pues del 22 al 26 de marzo se llevará a cabo en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario en Texcoco, Estado de México, el XXII Encuentro Nacional de Teatro, evento no gubernamental ni con fines de lucro, ni nada parecido y por mucho el único en su contenido, fin y entrega.
Es el evento más grande de nuestra nación, cuya importancia radica en que se lleva a cabo en medio de tanta inmundicia, pobreza e injusticia que viven los habitantes de nuestro país.
Podrán algunos tener inconvenientes con esta afirmación porque, como sabemos, no somos los antorchistas los únicos que practicamos, presenciamos y exponemos el teatro. Existen en nuestro país organismos de toda índole con mucha presencia a nivel nacional e internacional, muy importantes, con presupuesto e influencia suficientes que realizan trabajo cultural, no solo en la disciplina teatral, sino también de danza, canto, música en todas sus formas, baile, poesía, pero cuyo objetivo final es siempre exponer su trabajo bajo la condición de que este sea retribuido con un pago, es decir, el fin no es exponer sus capacidades, sentimientos, conocimientos, para transmitir algo, sino con el fin de recaudar dinero. El arte, pues, es un negocio, nada más.
Los antecedentes del teatro se sitúan en los sacerdotes de las antiguas tribus, quienes interpretaban con su ser, su cuerpo y su voz a los dioses que eran invocados a modo de intermediarios. El teatro está relacionado, además, con la danza, la música, la magia y las prácticas simbólicas-religiosas. Algunos especialistas señalan que las primeras obras dramáticas surgieron en la práctica de las celebraciones en honor a Dioniso, divinidad que representaba la vegetación, del ciclo nacimiento, muerte y resurrección, la fertilidad, las cosechas, la vid y el vino.
En su libro Poética, Aristóteles describe al teatro y define lo que debían ser sus tres características básicas: unidad de lugar, unidad de tiempo y unidad de acción. En un principio las obras eran representadas por un actor y el coro. El actor (uno solo) era quien desempeñaba todos los papeles, cambiando de máscara para decir las partes de los distintos personajes. El coro representaba la voz del pueblo y tenía a su cargo también la parte cantada (oda) y danzada, y su director era el corifeo. Con la evolución del teatro, aparecieron más actores que se repartían los personajes de las distintas obras.
Comedia, tragedia, mimo, drama, todas ellas a través de la historia tanto en la Edad Antigua, en Grecia y Roma, como en la Edad Media, la Edad Moderna con el Renacimiento, el Barroco y el Neoclasicismo, en la Edad contemporánea con el Romanticismo, el Naturalismo, el Realismo y, finalmente, en el presente siglo, no han otra cosa sido si no la sociedad buscando afanosamente formas de representarse a sí misma, con virtudes y defectos buscando nuevos modos expresivos para lograrlo. ¿Ante quién? Ante ellos mismos, ante la sociedad misma. Por eso, no es normal que el teatro, como lo encontramos actualmente, sea un negocio.
¿Quién, que no sea el Movimiento Antorchista, realiza este tipo de actividades? Nadie. Y, ¿por qué es tan importante este evento? Por muchas sencillas razones; primera, que el evento va dirigido al pueblo de un país que se cae a pedazos, no solo hay pobreza material que se traduce en bajos salarios, menor capacidad adquisitiva, desempleo, nulas obras y servicios para el pueblo, menor acceso a servicios de salud, educativos, sino también una pobreza ideológica, mayor corrupción, educación deplorable o nula, maldad, desmoralización, acoso, alevosía y ventaja. Segunda, que el acceso para ese pueblo al lugar del evento es totalmente gratuito, pues la organización, ejecución y control del evento está a cargo del Movimiento Antorchista Nacional, sin nadie más que los apoye ni financie; y una tercera razón, que los artistas no reciben nada a cambio más que la gratitud de un publico al que enamoran y convencen de que su esfuerzo y dedicación, fueron solo con la finalidad de llevar arte y cultura al pueblo que jamás tiene la oportunidad de apreciarlas por la falta de recursos y de tiempo, que aprovecha trabajando para llevar algo de comer a sus familias.
Es difícil, por supuesto, imaginar la importancia del arte en un mundo donde de ella no resulten cuantiosos beneficios materiales, y a beneficios materiales en este sistema me refiero al dinero que lo mueve todo. Es casi imposible imaginarse, siquiera, la fuerza y capacidad que tiene el teatro y el resto de las expresiones artísticas para transformar al hombre, para purificarlo y agrandarle el alma, los beneficios que traería a la sociedad si el pueblo tuviera la posibilidad de practicarlo y disfrutarlo.
Por eso es tan importante este evento. Porque nadie, ni los más poderosos, ni los que dicen trabajar por el pueblo mientras lo priva de sus derechos, ni las mismas famosas compañías, ni nadie, es capaz de mover a todo el país por realizar este tipo de eventos con las características que mencioné líneas arriba. Solo Antorcha lo hace, porque por mucho que les duela a los que se empeñan en enlodarla, es la única organización que se mueve por un ideal, ideal que es defendido en todo lo que hace y por el cual sus integrantes trabajan día y noche, año tras año, contra viento y marea.
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