El teatro es la expresión de las artes escénicas que trata de representar historias actuadas frente a un público. Muchas de estas historias son extraídas de la realidad y exhibidas al público de forma cruel, sarcástica, a través de comedias, drama y como una forma de exigencia a que cambien las injusticias que ha vivido el ser humano a lo largo de su existencia. La mayoría de estas cuentan con una reflexión social que intenta provocar al espectador.
El arte de comunicar de forma efectiva la dura y difícil realidad a la que nos enfrentamos ha estado marcada por grandes eventos históricos, políticos y religiosos que han tratado de silenciar las voces que claman justicia.
El éxito que tienen los eventos de Antorcha se debe en gran parte a que estos están nutridos por la participación del pueblo trabajador.
Las obras literarias hablan sobre las desigualdades que ha tenido que soportar la humanidad solo para poder sostenerse en el poder, temas trascendentales que hasta la fecha siguen estando vigentes.
El teatro como la representación que cobra vida arriba del escenario cobra particular singularidad una vez que su público puede apreciarlo, disfrutarlo y conmoverse por las historias, pero lo más importante es la reflexión que deja en cada uno de ellos.
Sin embargo, la realidad a la que nos enfrentamos parece un poco contradictoria. El pueblo disminuye su participación en encuentros teatrales, y no ocurre por mera coincidencia. Muchas veces desconoce obras de los grandes dramaturgos.
Esta falta de interés casi siempre ocurre por la falta de promoción, pero también por la falta de recursos económicos que hagan de estos encuentros algo interesante, donde la gente pueda acudir sólo por el interés de conocer una puesta en escena, apreciar la escenografía y plantearse la solución de problemas cotidianos que ocurren en su entorno.
Alguna vez me tocó escuchar: “Aun yo no pagaría esa cantidad de dinero para entrar al teatro”, y era verdad, pues yo también me vi incluida luego de saber que el precio de las entradas era alto y que no alcanzara con los salarios mínimos que recibe el trabajador o que incluso fuera el gasto de un día completo de trabajo. En los hechos, por la falta de dinero y la falta de interés por el tema, sería impensable para el trabajador asistir.
Lo mismo ocurre con las presentaciones que realizan las compañías que solicitan una cuota de recuperación porque no pueden presentarse de forma gratuita. Esto sucede porque muchas no reciben ningún apoyo gubernamental que subsidie los gastos efectuados y que, en suma, su trabajo es verdadero amor al arte, como luego dicen, al no recibir remuneración alguna.
A pesar de todas estas adversidades que aquí se puedan presentar, el Movimiento Antorchista Nacional, con todos sus esfuerzos concentrados en gran parte de la república mexicana donde tiene presencia el antorchismo, hizo posible volver a realizar el XXIII Encuentro Nacional de Teatro, y que tuvo como sede el majestuoso teatro de La Paz en el estado de San Luis Potosí, con el único objetivo de llevar arte y cultura a los mexicanos que no cuentan con la oportunidad de poder acudir al teatro.
Tres días fueron necesarios para llevar a ejecución las 21 obras teatrales, mismas que contaron con la participación de 500 actores, entre los que se encontraban maestros, estudiantes, obreros, campesinos y amas de casa, todos ellos dispuestos a dar lo mejor de sí para que la dramatización fuera lo mejor posible y que al final lograra conmover al público, lograra exaltar la reflexión, y esto al final a la acción.
El éxito que tienen los eventos de Antorcha se debe en gran parte a que estos están nutridos por la participación del pueblo trabajador.
Incluso la organización antorchista ha insistido a través de estos 50 años en llevar a cabo la participación de los obreros, amas de casa, estudiantes y maestros, que se inmiscuyan en el arte y la cultura, pero no sólo para su apreciación y conocimiento, sino que la practiquen y sean parte de ella.
Esta es la mejor promoción que puede existir y la mejor difusión, y qué mejor manera que sea alguien que lo ha vivido en carne propia. En esta parte radica la importancia que tiene la organización social, pues es de sabios reconocer el inmenso trabajo que se realiza muchas veces sin el apoyo gubernamental.
En este punto es importante aclarar que promover el arte y la cultura es con el objetivo de transformar al hombre nuevo que necesita nuestro país, más sensible ante los problemas que se presentan de forma cotidiana y que pueda dar en el momento que sea necesario una mano solidaria. Esto es lo que busca Antorcha.
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