Pese a todo lo que se dice de parte de las autoridades, México es un país bastante golpeado por la pandemia de covid-19, (con más de 161 mil fallecidos) y pocos han sido las medidas que el gobierno de la autollamada cuarta transformación ha tomado para combatirla.
Desde los dislates, patrañas y ocurrencias del subsecretario López-Gatell con su semáforo donde no importan los colores hasta el presidente López Obrador con sus estampitas y decálogos. La tragicomedia mexicana parece no tener límites. El siguiente capítulo es el de las vacunas. Con un desabasto generalizado y con programas de vacunación de tinte electoral. Sin embargo, el día 2 de febrero nos hemos encontrado una buena noticia: la Cofepris, órgano encargado por el gobierno de nuestro país autorizó el uso de la vacuna Sputnik V para emergencias.
Esto esta noticia está enmarcada por otras de mucha relación como la incapacidad de algunas marcas como Pfizer o AztraZeneca para cumplir con contratos en diferentes países (incluido México). Esta insuficiencia viene sobre todo por la nula posibilidad ofertar la cantidad que en este momento requiere el mercado sumado a la competencia por la materia prima y a la búsqueda de monopolización de propiedad intelectual de las fórmulas de dichos medicamentos en aras de la ganancia empresarial. A estos males se suma el acaparamiento que hacen algunos países de grandes dosis de vacunas y dejan en circunstancias menos favorables a los países más pobres que no pueden darse ese lujo de tener garantizadas vacunas para toda su población.
En contraparte la vacuna originaria de Rusia se estima que podría abastecer hasta a 700 millones de personas en todo el mundo durante el año 2021. Dicha vacuna ya ha sido solicitada por más de 50 países como Argentina, Emiratos árabes Unidos, Hungría, Bielorrusia y Paraguay.
Hubo en muchos sentidos una campaña de desprestigio hacia la vacuna de origen eslava por ser una muestra de que el eurocentrismo cultural y la hegemonía político económica del imperio estadounidense van en decadencia. Pero el sol no se puede tapar con un dedo e investigaciones recientes como la publicada por la revista The Lancet vienen a confirmar lo que ya se había afirmado desde el principio: la Sputnik V no se saltó etapas de prueba sino las aceleró en aras del bienestar de su población, pues la vacunación en Rusia comenzó desde el 18 de enero y aunado a eso se estima que con ella podrán haber vacunado al 60% de la población rusa en la primer mitad del año contando que la población rusa asciende a 146 millones de habitantes. Confirma que la vacuna es altamente efectiva (91.5%) y confirma que es necesario voltear a otros horizontes más allá del norteamericano y el de sus aliados. Los modelos económicos basados enteramente en la competencia empresarial muestran su agotamiento y dan paso a unos de convivencia mayor entre el capital privado y el financiamiento público. Este proceso, contrario a como se ha intentado en nuestro país no es espontaneo ni de poca reflexión y por eso puede dar frutos como el de la Sputnik V fabricado por el instituto Gamaleya de participación pública y privada.
Ya se ha mencionado que uno de los problemas de nuestro país es su excesiva dependencia de Estados Unidos. Abrirnos a las vacunas de países como Rusia y China es un paso positivo, pero todavía insuficiente para quitarnos el yugo que ejercen las potencias tradicionales. Por un asunto de mera supervivencia es necesario establecer más relaciones de este tipo. De otra manera, de cerrar los ojos ante esta realidad, corremos el riesgo de ser como aquellos nobles en el cuento La máscara de la muerte roja de Edgar Allan Poe, y dedicarnos a bailar mientras la peste nos aniquila.
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