Hay otro tipo de estremecimientos en Sonora, de turbulencias a nivel del suelo, además de las electorales, que muestran lo nocivo del modelo económico neoliberal que padecemos, forma de organización social que ningún partido se ha propuesto cambiar, y que Morena ha hecho más dolorosa para los más humildes al recortar presupuestos para programas sociales de todo tipo. Vayan unos ejemplos pescados al vuelo en los diarios de los últimos días. Trabajadores de Pemex en Sonora se quedaron sin medicinas desde el 1 de enero del presente, les dijeron que las compraran con sus propios recursos, que se les reembolsaría su gasto… y nada. Son de las plantas de Hermosillo,Guaymas, Obregón, Magdalena, bloquearon este 5 de febrero las puertas de acceso a las instalaciones de la paraestatal para exigir el respeto a su contrato colectivo de trabajo, denunciando que debido a las medidas de austeridad implementadas por el Gobierno federal los han dejado sin plazas laborales y afectando prestaciones como los medicamentos en sus servicios de salud, lo cual es crucial para todo el personal que es derechohabiente, pues padecen enfermedades o padecimientos crónico-degenerativos. Su líder sindical detalló que entre sus compañeros de Pemex hay muchos que padecen enfermedades como cáncer, hipertensión y diabetes, e incluso pacientes con la covid-19, a quienes se dejó sin tratamiento, debido a que las licitaciones para este servicio subrogado ¡las han decretado como desiertas! Además, los directivos de esta empresa paraestatal cancelaron la contratación de trabajadores eventuales que cubren áreas críticas para la operación de las plantas en Sonora y todo el país. De cierta forma esta lucha obrera dibuja muchos aspectos de la realidad estatal.
En Hermosillo, personal médico, de enfermería y empleados del hospital de Ginecopediatría "Dr. Lucio Mayoral Hernández&rdquo, del IMSS, suspendieron labores este 4 de febrero para protestar por la falta de vacunas contra covid-19 y ante el aumento de contagios y muertes de sus compañeros y denunciaron el desdén de las autoridades. Les dijeron que serán vacunados "conforme a lo programado”; siguen sin tener certeza. Aunque no un paro total sino sólo por algunas horas, fue suficiente para estremecer a la sociedad entera.
Varios hechos de rapiña por multitudes humanas han tenido lugar en los últimos días, cuyo ejemplo sacudió a la sociedad sonorense y que se suman a los de años anteriores: muchedumbres expectantes, en busca de hacerse de algo, se acercaron a camiones accidentados, en Hermosillo, uno de carnes el pasado 18 de enero y uno de abarrotes en Guaymas este 5 de febrero, en el que los cuidadores de la Guardia Nacional quedaron superados por el mar de gente que se llevaba lo que podía. Anteriormente, uno de cerdos en agosto de 2019 por Ures y otro de abarrotes en abril de 2020 por Vícam, tierra yaqui. Y hay otros de camiones de cerveza volteados, de los que la gente ha tomado lo rescatable. El 12 de enero en la capital sonorense fueron tumbados 12 postes de alumbrado público para robarles cables y lámparas, y luego el 4 de febrero otros siete. Con el abandono que han tenido todo tipo de escuelas, los robos son incuantificables, reza otra nota. Los hallazgos de restos humanos en tumbas clandestinas por las madres buscadoras se incrementan todas las semanas y los asesinatos dolosos así como los feminicidios son materia casi diaria de los noticieros de las principales ciudades sonorenses De agosto a enero han cerrado 55 pequeños negocios del centro de Hermosillo y diariamente en esa área solamente se pierden de 8 a 12 empleos.
La población sonorense que gana por debajo de lo que cuestan los productos básicos, se ha incrementado hasta en un 15%: pasó de 25% al 40% de todos los trabajadores. El Coneval acaba de informar que un millón 388 mil sonorenses son pobres y 256 mil de ellos no ganan lo suficiente para comprar los nutrientes necesarios. En 2018 había dicho esa institución que uno de cada cuatro sonorenses se iba a dormir con hambre. Las cifras de pobres ya habían crecido de 2008 a 2018 de 31.4% a 36.9% y no tenemos datos precisos de lo causado por el mal manejo de la pandemia por los gobiernos de Morena en estos dos años de infierno, pero hay suficientes indicios para entender que se incrementó la cantidad de sonorenses que padece hambre cuando menos a uno de cada tres, ya no de cada cuatro.
Este breve repaso demuestra que el proceso de empobrecimiento material y espiritual de los sonorenses es una realidad: la proletarización no se detiene, va en aumento; las crisis económicas antes que desaparecer se ahondan, las contradicciones del sistema capitalista de producción producen cada vez más daño a la sociedad y se impone el control impostergable de su afán desmedido de riqueza (recuerden lo que dice la OXFAM en su más reciente informe); la tecnología crece, pero el margen o tasa de ganancia de los potentados es cada vez mayor, la explotación del trabajo asalariado es cada vez más escandalosa y la concentración insultante de la riqueza está imparable; crece el ejército de desempleados y de mano de obra barata y mendigante, dispuesta a aceptar lo que sea con tal de comer lo que se pueda. Sonora se estremece exactamente como la teoría económica moderna lo había predicho. Ni modo, pero hay que aceptarlo: lo atrás dicho no está tomado de un libro de Marx, es una descripción de la realidad sonorense, aunque no sea del gusto de los teóricos de la rapiña legal.
En este mar de desgracias, en el que todo lo que nos rodea parece caos y desesperanza, se destaca un grupo popular que lucha por obras y servicios que lleven desarrollo a las colonias y comunidades, que lucha por el progreso. Ciertamente mucha gente lo hace también, no son los únicos, pero los antorchistas se caracterizan por incorporar a su movimiento popular a los más olvidados, a los que más fácilmente podrían caer en la tentación de la violencia, de romper las leyes, renegar de sus instituciones y buscar cauces ilegales para su sentimiento de saberse defraudados por sus gobernantes. Al proporcionar la alternativa de una lucha pacífica, legal y constitucional, Antorcha ayuda a la Patria a que el descontento social se manifieste de la manera más civilizada posible, en medio de la desesperación que fácilmente podría conducirnos como país a la violencia.
Esta actividad, la sola existencia dinámica de Antorcha también causa un estremecimiento, pero en sentido opuesto a los anteriores, porque genera un movimiento de resistencia popular creador, estabilizador porque antepone la justicia y la ley, constructor porque forja conciencia y estructura humana de nuevo tipo, propositivo porque sus demandas siempre son por el bien público, racional porque siempre plantea lo ambiciosamente posible. Estas y no otras son las razones por las que Antorcha de Sonora se ha manifestado en los últimos días y semanas a los costados del Palacio de Gobierno con demandas no atendidas plenamente e incluso en protesta por compromisos incumplidos por la administración de Claudia Pavlovich. Son demandas precisamente como obras de infraestructura social y servicios públicos básicos para colonias y comunidades humildes, como pagos para maestros que no han abandonado sus puestos de batalla a pesar de las malas condiciones en que los ha puesto la covid-19, como terrenos para escuelas y claves de funcionamiento para que puedan hacer progresos (son escuelas que forjamos allí donde los gobiernos habían abandonado la educación del pueblo más desamparado), así como aulas y material académico; apoyos con material de construcción para mejoramiento de las pésimas viviendas de nuestros hermanos de clase, apoyos alimenticios en forma de despensas para los más vulnerables, entre otras. Y sí… esta lucha también estremece, ¿de qué otra manera podría realizarse el propósito de obtener el bien común? Y lo seguirá haciendo siempre mientras la ultrajante pobreza nos obligue… o el quebrantamiento de los compromisos gubernamentales. Como los actuales, que justifican que tengamos que acudir diariamente a partir del próximo lunes 8 de febrero al mencionado palacio a manifestar nuestro estremecimiento por conducta tan vergonzosa. También la lucha de clases, tan negada por los ideólogos burgueses, es una realidad irrefutable que estremece a Sonora, pero los revolucionarios no pueden permitir que se salga de control: los olvidados de esta tierra de sahuaros y bacanora deben aprender a controlarla, y las primeras tareas ya están bien definidas: unirse, organizarse y estudiar disciplinadamente para estar aptos para tomar el poder político y cambiar este México nuestro de una vez por todas. Nos vemos en Palacio.
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