Nada nuevo en un mundo de carencias, de un sinfín de necesidades que se desenvuelve la sociedad; una sociedad dividida en clases antagónicas por su propia naturaleza, donde aparecen los trabajadores y sus múltiples formas de vender su fuerza de trabajo, que venden al mejor postor, como lo son los doctores, los enfermeros, los abogados y sus tinterillos, los agrónomos y sus mayordomos, por supuesto los obreros de las fábricas y los jornaleros del campo que son la mayoría.
Estos trabajadores viven sometidos a un régimen de explotación, por un lado y en el otro extremo se encuentra la burguesía, dueña del dinero y de todo medio de producción, elementos vitales con los cuales explota a todo trabajador, a cada obrero en sus distintos grados de empleo, dentro de las más variadas fábricas; a los jornaleros del campo ya sea a campo abierto o en lo grandes parques agrícolas donde se produce bajo invernadero.
Aquí empieza la decadencia de la sociedad dentro del núcleo capitalista: no hay forma de evadirlo, porque se trata de producir y producir todo tipo de mercancías con el único fin de generar riqueza, sin importar nada. El trabajador sólo tiene tiempo para su labores cotidianas, que consisten en trabajar y en el mejor de los casos descansar lo necesario y comer lo elemental para estar listo para la siguiente jornada.
Es aquí donde el trabajador queda a merced del sistema saqueador a falta tiempo, y con el poco tiempo del que puede disponer; además, cansado de las jornadas largas y agotadoras que padece día tras día, la distracción tecnológica a través de las redes sociales, Facebook, YouTube, Messenger, TikTok, Instagram, Linkedln, X (antes Twitter), Snapchat, etcétera.
Asimismo, ven series televisivas difundidas por medio de Smart TV, tablets, celulares, etcétera, enajenándose de su verdadera y cruel realidad, embruteciéndose con bebidas alcohólicas u otro tipo de sustancias que les permitan un tanto abstraerse de su triste y cruel realidad; su salario tampoco le da para más.
Y sigue la decadencia una vez que el salario del hombre —no sólo el hombre sino también la mujer y cualquier ser humano en “edad de trabajar” que el sistema capitalista consume— sigue sin alcanzarle para el sustento familiar.
Todo lo que vende el sistema promotor del consumismo desmedido, se necesite o no, hace aparecer la magia del sistema depredador y reproductor de obreros. Familias enteras se vuelven disfuncionales, ya que el padre y la madre, además de los hijos mayores en edad de trabajar, se esclavizan en sus centros de trabajo.
Ahí realizan una serie de actividades relacionadas con la producción, comercialización, transporte, almacenamiento, la prestación de servicios, y la familia se convierte solamente en productora de mano de obra sin ningún sentimiento de pertenencia, quedando a merced de las redes sociales.
Tan sólo en México un reporte a julio de 2023, en Facebook son 83.7 millones de usuarios y en YouTube con 81.8 millones. ¿A quién beneficia y a quién perjudica semejante fenómeno?
En el caso de Facebook y YouTube, el costo promedio por clic en cada red social es de 0.97 y 0.49 dólares respectivamente. Aparte de aislarlos y enajenarlos de la realidad, el plus del capitalismo es la generación de una ganancia y un costo a la ya de por sí “raquítica economía familiar”, traduciéndose en mayor decadencia para la clase laboral, dentro de un sistema generador de riqueza.
La mediatización de la vida, los videojuegos, la realidad virtual para prácticamente toda nuestra sociedad, niños, jóvenes, adultos y hasta adultos mayores, sólo ofrecen sensaciones extremas, fuera de toda realidad que sirven para mantenerlos absortos en la tecnología, a tal grado que esta, infortunadamente, sobrepasa la capacidad racional de las personas, volviéndolas esclavas de lo irreal pero con una vida llena de miseria; día a día conformándose con los designios del todopoderoso.
“La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su trato material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”, dice Marx en La ideología alemana.
La realidad necesita y debe ser modificada de forma sustancial: ocupamos transformar el modelo económico capitalista en su fase neoliberal por un sistema diametralmente opuesto, con sentido social distinto, que motive e incentive la generación de riqueza, pero solamente la necesaria.
Debe tratarse de una producción en equilibrio con la nueva sociedad, donde todo individuo disfrute trabajar, disponga y goce de los resultados de su trabajo, evitando la sobreproducción a toda costa. El sistema neoliberal no lo va a realizar; la clase capitalista jamás querrá dejar su “bastón de mando” y sus compinches juegan para ellos.
Un sistema así debe ser expoliado por la clase trabajadora; esta debe emprender la lucha con ideas y prácticas revolucionarias. El proletariado está llamado para la gran tarea de emancipación del yugo explotador, manipulador y degradador de la raza humana, para evitar que la dignidad humana se termine de perder. Es la hora de un mundo suficiente en cantidad y calidad.
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