El pasado 6 de diciembre se llevaron a cabo elecciones para renovar la Asamblea Nacional de Venezuela, tras cinco años de dominio opositor. Los resultados fueron los previstos: el Gran Polo Patriótico (GPP), que agrupa a los partidos del chavismo, ganó por amplia mayoría y obtuvo 253 de 277 de los escaños totales del parlamento. La oposición organizada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) llamó a la abstención y al boicot, a pesar de lo cual votó poco más del 30 por ciento de los electores en medio de una crisis económica y de la covid-19, que azota al mundo. De esta manera, el hasta ahora presidente del Poder Legislativo, el opositor Juan Guaidó, carta fuerte de Estados Unidos para derrocar al régimen de Nicolás Maduro, perderá su cargo el 5 de enero, cuando empiece la nueva legislatura dominada por el oficialismo.
La MUD, el ala más radicalizada y mayoritaria de la oposición, que decidió no participar en estas elecciones, ha presentado los resultados como un triunfo, pues, desde su punto de vista, su llamado a la abstención se vio reflejado en la jornada electoral; además, organizó una consulta el día 13 de diciembre para rechazar el chavismo y los resultados de las elecciones parlamentarias. En dicha consulta votaron 6.4 millones de venezolanos (cantidad poco mayor a la registrada en las parlamentarias) aunque se trata de cifras que no se pueden verificar, porque no fue llevada a cabo por las autoridades electorales y tampoco hubo observadores internacionales, por lo cual, no tendrá ningún efecto legal en la vida del país y, más bien, es un intento por desacreditar el triunfo del GPP y entorpecer la sucesión parlamentaria.
Por su lado, el chavismo señaló que se trató de una gran victoria que abonará en favor de la paz y la reactivación económica. El presidente Nicolás Maduro dijo: "hemos tenido una tremenda victoria electoral&rdquo, tras el primer reporte del Colegio Nacional Electoral (CNE). Al día siguiente, desde su cuenta de Twitter, el mandatario venezolano señaló: "tenemos una nueva Asamblea Nacional, hemos tenido una tremenda y gigantesca victoria”.
Las elecciones parlamentarias dejan varios puntos para el análisis. En primer lugar, evidencian que la oposición venezolana sigue sin capacidad para hacerse del poder por la vía democrática. Ellos sabían que participando en estas elecciones no tenían oportunidad de ganar, por lo cual prefirieron llamar al abstencionismo y hacerse a un lado. Con este boicot, la MUD finaliza su periodo al frente de la Asamblea Nacional, iniciado en 2016, cuando arrasó en las elecciones. Desde esa posición pudieron llamar al referéndum revocatorio en contra de Maduro, pero prefirieron apostarle todo al derrocamiento del mandatario, incluso impulsando la presidencia paralela de Juan Guaidó.
En segundo lugar, es notorio que la oposición no tiene un programa de gobierno más allá de derrocar al régimen y regresar al modelo neoliberal que dominó en la década de los 80 y 90. Esto se ha conjuntado con el menosprecio que sienten por el chavismo; el mismo Hugo Chávez señaló, en algunas ocasiones, que parte de la tragedia de la oposición era su menosprecio al movimiento que él encabezaba. Los opositores, en particular la MUD, siguen esperando que la presión internacional, el ahorcamiento económico y una eventual invasión de Estados Unidos corten de tajo el gobierno de Nicolas Maduro. Sin embargo, esto se ve poco probable.
En tercer lugar, con relación al chavismo, se debe decir que mantiene cierta base pese a que las sanciones económicas, el coronavirus y la crisis derivada de ambos fenómenos, han castigado el nivel de vida de las mayorías. Por eso es fundamental mantener movilizado al pueblo y tratar de politizarlo, tarea que se han echado a cuestas las cabezas principales, como Diosdado Cabello. La recuperación de la Asamblea Nacional puede ser un paso fundamental en la reactivación económica, aunque la batalla se debe seguir dando en la calle, en las ideas, en la economía y en la política. El chavismo ha demostrado mucha fortaleza para contener a sus poderosos adversarios de dentro, pero, sobre todo, de fuera; ojalá que en poco tiempo pueda pasar a la ofensiva.
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