En la sesión del jueves 17 de marzo, los diputados aprobaron una reforma que permite a los patrones descontar del salario los pagos por crédito de nómina contraídos por sus trabajadores. De esta forma, el patrón tiene la facultad de disponer del salario de sus trabajadores para pagar primero a las instituciones financieras los créditos de sus empleados, y después retribuir al trabajador la parte restante de su salario. Esta fue una iniciativa morenista y su aprobación en la cámara baja también lleva el distintivo guinda. La iniciativa se encuentra ahora en el Senado y todo indica que no avanzará más, pues Ricardo Monreal, líder de Morena en el Senado, y el presidente Andrés Manuel López Obrador, se presentan ahora como los principales detractores de esta reforma.
Sin embargo, las manifestaciones de indignación de Monreal y del presidente no bastan para pasar por alto que fueron los diputados morenistas los que impulsaron la propuesta, dejando en evidencia lo débil de sus convicciones y el poco compromiso que tienen por la defensa de los intereses de los trabajadores. Por otro lado, tampoco debemos dejarnos llevar por las muestras de excesiva indignación del presidente, quien, con sus habituales recursos discursivos para ganarse la estima de los trabajadores, manifestó que: “el salario es sagrado, es lo que permite el sustento de las familias, y no se puede utilizar la nómina, apropiarse de la nómina del trabajador. Ningún banco debe hacerlo, ninguna institución financiera”. Lo que no dice el presidente es que, lamentablemente, el salario de los mexicanos está ya en manos de las instituciones financieras. Consagrar el salario no repara el agravio que éste sufre de facto.
La mitad de la población mexicana tiene una riqueza negativa, tiene más deudas que riquezas acumuladas (World Inequality Report 2022). De los 37 millones de hogares en México, el 56.9% (20.9 millones) tienen algún tipo de deuda, ya sea hipotecaria, o no hipotecaria como tarjeta de crédito, créditos de nómina o personales, préstamos, etc. En 2019, la mitad de los hogares con deuda hipotecaria (4.2 millones de hogares) debían más de 250 mil pesos; y más de 10 mil pesos la mitad de los hogares que tenían deudas no hipotecarias (19.7 millones de los hogares). Los pagos mensuales para liquidar las deudas representan, en promedio, el 17% del ingreso corriente efectivo mensual de los hogares (INEGI, 2021).
En México, las instituciones financieras han encontrado en el crédito al consumo una fuente importante de ganancias. En los momentos económicamente más difíciles de los hogares, como lo ha sido desde el inicio de la pandemia, los hogares se ven constantemente empujados a recurrir a nuevos créditos para compensar lo magro de sus ingresos laborales y hacer frente a gastos corrientes. Mientras que los hogares vieron disminuir sus salarios, los bancos reportaron una recuperación rápida y ganancias históricas. Mientras tanto, el gobierno nada hizo para proteger el sagrado salario, su postura fue la de dejar pasar lo que tuviera que pasar, que perdiera quien tuviera que perder y ganara quien tuviera que ganar. El salario perdió y los bancos ganaron.
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