Oaxaca es un estado que cuenta con diversas actividades económicas, pero las más relevantes son, en primer lugar, el comercio al por menor, pues se encontró? que existen 92,710 establecimientos con este giro en el estado; seguido de la industria de manufacturas, la cual llego? a ser de 53,289, y; la tercera actividad más encontrada en el país son aquellas que se dedican a la hostelería (hospedaje) y a la preparación de alimentos y bebidas, encontrando 35,107 establecimientos con este giro.
Por otro lado, las actividades con menor recurrentes fueron los corporativos, pues solo se encontraron a 4 empresas con este giro, asi? como la actividad de mineri?a, que solo fueron 19 empresas con este giro, es decir, el taman?o y la productividad de la industria minera puede variar, por lo que ser pocas no significa que no tengan relevancia en la economi?a local, estatal, nacional e incluso internacional. Ante esta situación, para medir la situacio?n de empleo y desempleo el INEGI toma como indicadores a la Poblacio?n Econo?micamente Activa (PEA) y a la Poblacio?n No Econo?micamente Activa (PNEA).
La poblacio?n total del estado para el 2020 es de 4,130,539 de los cuales se considera que aquellos mayores a los 15 an?os son capaces de realizar alguna actividad econo?mica, siendo 3,033,394 personas las que podri?an estar laborando. Para finales del 2020 se encontro? que, solo el 43% de la poblacio?n de Oaxaca se encontraba empleada, es decir, ma?s de la mitad de la poblacio?n del estado no estaba generando algu?n tipo de ingresos. Este hecho se agrava al darnos cuenta que, de la poblacio?n que el 57%, es decir, ma?s de la mitad, no teni?a ingresos superiores a los dos salarios mi?nimos diarios. Y de éstos, las mujeres fueron las ma?s afectadas por el desempleo, puesto que del total de personas que no teni?an empleo, el 73% eran mujeres. Asi? mismo, de total de personas que se encontraban laborando el 77% lo hacía en el a?rea informal.
Pero esto no es lo peor, pues la población infantil de 5 a 17 años en México fue de 28.5 millones, de los cuales, 3.3 millones (11.5%)realizaron trabajo infantil: 61.1% hombres y 38.9% mujeres, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2019, dados a conocer por el Inegi. Con esto, la tasa de trabajo infantil fue de 11.5%. De este, el 6.2% realizó solo alguna ocupación no permitida, el 4.4% solo se dedicó a realizar quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas y 0.9% alternó ambas formas de trabajo. Y las tasas de trabajo infantil más altas se observaron en Oaxaca con 21.5% y Puebla y Chiapas con 18.3%, cada una; en tanto que las más bajas se registraron en Baja California y Ciudad de México, con 5.3% y 5.4%, respectivamente. Además, de acuerdo a estudios realizados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), establecen que el fenómeno del trabajo infantil está estrechamente vinculado con el entorno social, económico y cultural de cada país o región, además de que identifica entre las causas más inmediatas de este fenómeno, la pobreza y algunas problemáticas que enfrentan las familias.
El trabajo infantil es inaceptable en cualquier circunstancia, y el impacto del COVID-19 incrementa el riesgo de que niñas, niños y adolescentes dejen la escuela para trabajar en situaciones que atenten contra su integridad física y psicológica. En 2017, el número de niñas, niños y adolescentes laborando en México era de 3.2 millones y para 2019 ascendió a 3.3 millones, según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI). Chiapas y Puebla tienen la segunda mayor tasa de población infantil trabajadora: 18 por ciento. Sólo es superada por Oaxaca, donde 21.5 por ciento de sus niñas, niños y adolescentes tienen una actividad económica. En esas tres entidades la emigración de familias desde sus comunidades a las ciudades en busca de una mejor vida es frecuente.
Con esto, si juntamos el aumento del desempleo, el cierre y bancarrota de negocios familiares, y el colapso de las actividades turísticas a causa de la pandemia, el aumento de la brecha de desigualdad, no únicamente hablamos de una afectación social sino también educativa, que es a estas alturas inevitable debido a que no hay capacidad financiera para el progreso y bienestar que necesitan y claman las familias mexicanas. Ante esta situación, se hace más urgente la necesidad de que el pueblo se organice, levante la voz y luche, pues queda claro que por más partidos que se digan de la “esperanza”, se requiere de un pueblo enérgico que conozca los problemas del país y sean parte de la solución, ¿cómo? Participando en la lucha.
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