El Gobierno federal, llamado de la Cuarta Transformación, emanado de los reductos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha fracasado rotundamente en su política de salud, dejando sin servicios médicos a más de 35.7 millones de mexicanos, con un impacto mayor para las clases empobrecidas del país.
De acuerdo con el reportaje elaborado por la periodista María Elena Holguín de El Siglo de Torreón, en su Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2022, el Coneval destaca que una de las carencias que más se acentuó fue la de acceso a los servicios de salud, pues de 2018 a 2020, un total de 15.6 millones de personas se sumaron a esta condición, con un impacto mayor en las personas con menores ingresos económicos y habitantes del medio rural.
“Esto significa que, en 2018, el 16.2 por ciento de la población del país (21.1 millones de personas) no tenía acceso a servicios de salud y dos años después, dicho porcentaje se elevó al 28.2 por ciento, es decir 35.7 millones de habitantes.
El mayor incremento se dio en la población con menos recursos, la que pertenece a los débiles I y II, y cuyos ingresos trimestrales van de los 9 mil 938 a los 16 mil 862 pesos por familia, mientras que por ámbito de residencia el impacto fue más alto en zonas rurales, donde el porcentaje de población sin servicios de salud se disparó del 13.7 al 30.5 por ciento, mientras que en las urbanas pasó del 17 al 27.4 por ciento”.
Destaca, además, que en el contexto local, los estados de Coahuila y Durango se ubicaron por debajo del incremento nacional del 12 por ciento, al mostrar un aumento de habitantes con esta carencia de un 8.4 y 9.8, respectivamente, de 2018 a 2020.
El fracaso en el sistema de salud de la 4T, de ninguna manera proviene de gobiernos anteriores como pretende hacer creer el actual mandatario mexicano, tratando de lavarse las manos después de que ha dejado a sus compatriotas en el abandono, sin posibilidad de curar sus males, sin medicamentos, con clínicas y hospitales que subsisten de milagro.
Desde antes de que llegara la pandemia de la covid-19 a México, los servicios de salud ya se encontraban en terapia intensiva, situación que ocasionó mayor número de muertes que pudieron haberse atendido en tiempo y forma pero que no se hizo así al prevalecer la necedad de López Obrador de atacar supuestamente la corrupción de quienes surtían los medicamentos en México, sin tener la precaución de previamente haber contratado a otros laboratorios.
El meollo del asunto ya es conocido por las familias mexicanas una vez que el gobierno morenista decidiera la sustitución del Seguro Popular por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) sin una planeación estratégica ni diagnóstico certero y, por lo tanto, sin reglas de operación claras, basada en decisiones políticas improvisadas y en el marco de una política confusa y desordenada de re-centralización de los servicios de salud, donde se pretendía conformar un sistema de salud como el de Dinamarca o Noruega, según declaró López Obrador desde enero de 2020
La realidad ha evidenciado todo lo contrario, se ha incrementado la población sin acceso a los servicios de salud; hay desabasto de medicamentos; no existe financiamiento de los servicios estatales de salud, así como de institutos nacionales, hospitales de alta especialidad y hospitales federales de referencia. Todo es reflejo del pésimo diseño del Insabi y la aceptación tácita de su incapacidad política, operativa y administrativa.
Luego de la crisis pandémica y ante la crisis generada por la misma administración federal en la compra consolidada de medicamentos, el titular del Ejecutivo confió en la capacidad operativa y administrativa del IMSS-Bienestar, para dar un viraje en el corto plazo hacia la prestación de servicios de salud para población sin seguridad social, desplazando al Insabi.
El IMSS-Bienestar no tiene la capacidad ni experiencia operativa ni administrativa en el segundo y tercer niveles de atención. Por lo visto, el gobierno actual seguirá improvisando a costa de la población más desprotegida, la población sin seguridad social.
Es urgente que el Gobierno federal reconozca que ha tomado decisiones erróneas, debe rectificar con base en la evidencia científica y emprender un proceso de planeación estratégica en ese sentido pues no basta tomar decisiones por cuestiones políticas e ideológicas.
Frente a tan enorme abandono a los mexicanos, en materia de salud, no hay otro responsable que López Obrador, que mientras afirma tener otros datos, quien está padeciendo por su evidente torpeza son millones de familias mexicanas de todos los niveles, con mayor énfasis en las clases pobres, aquellas que siguen falleciendo por enfermedades curables, que no cuentan con un ápice de sensibilidad humana de parte del mandatario mexicano que se engolosina diciendo que en el país todo va mejor.
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