Cualquier persona que conozca, aunque sea un poco, región serrana y Otomí de Hidalgo, seguramente se habrá topado con el gran contraste que a diario enfrentan los más de 116 mil habitantes, de los cuales el 33% pertenece a grupos indígenas. La abundancia de riquezas naturales se traduce también en que el 80% de la población se encuentra en condiciones de muy alta marginación; no hay agua potable, electrificación, drenaje, educación y mucho menos un sistema de salud que sirva, al menos, para tratar enfermedades comunes, ya ni digamos para tratar a enfermos por covid-19; no existen, pues, condiciones mínimas para vivir; sin servicios básicos, sin oportunidades y sin bienestar. Por eso se tiene que sobrevivir en una lucha constante contra el hambre y las enfermedades.
Tal parece que los gobernantes son también profesionales en invisibilizar la miseria en la que han obligado a sobrevivir a miles de hidalguenses. No son muchos los municipios que integran la zona, apenas seis y todos con una alarmante pobreza alimentaria, ya no digamos marginación educativa, salud, etc.; aquí se acostumbra (como en muchas partes de Hidalgo y del país) a la gente a no comer o, al menos, a comer cuando se puede. De acuerdo con el Índice de Marginación del Consejo Nacional de Población (Conapo), Huehuetla tiene al 68% de su población en esta condición; Tenango de Doria, 53%; San Bartolo Tutotepec, 63%; Acaxochitlán, 72%; Agua Blanca, 49% y Metepec, 35%.
No muy lejos se encuentra Acaxochitlán, otro de los municipios gobernados por la pobreza. En general, los datos oficiales para el municipio no son nada alentadores. Según el Coneval, el 71.2 por ciento de la población se encuentra en condición de pobreza, lo que significa que 31,190 ciudadanos presentan al menos una carencia social. Además, 10,877 personas se encuentran en pobreza extrema, el 26.1 por ciento de la población.
Durante décadas, Hidalgo ha sido considerado como una de las entidades con más desigualdad social, producto de gobiernos sin el mínimo de sensibilidad para hacer suyo el dolor y los problemas de la gente, por eso, hay nulo desarrollo social, no hay políticas para atacar las condiciones de marginación a la que se ven sometidos los indígenas, discriminación y, sobre todo, el bloqueo oficial a los derechos constitucionales a los que todo mexicano debería tener acceso.
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