Nuestras autoridades gubernamentales nunca tomaron en serio a la pandemia de covid-19 que estaba creciendo a nivel mundial, nunca se alcanzó el pico de contagios y jamás se logró domar la pandemia. Nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, minimizó el problema y al principio afirmaba que esa enfermedad nunca llegaría a México; no aplicó las políticas necesarias para preparar a nuestro país contra la contingencia sanitaria; nos dio a los mexicanos la libertad de salir a las calles, reunirnos con nuestros familiares y amigos, seguir asistiendo a restaurantes, centros comerciales, mercados, festivales, etc.; nunca le dio el equipo necesario al personal del sector salud para enfrentarse contra el virus y para poderle salvar la vida a miles de personas. Todo lo que nos decía el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell era un engaño, sus números eran falsos y su método de medición en ningún momento fue lo más mínimo preciso, así lo demostró el doctor en Matemáticas Romeo Pérez Ortiz, y la cancelación de sus conferencias era más que necesario.
Ahora los mexicanos estamos sufriendo las consecuencias de la irresponsabilidad de nuestro gobierno, nuestro país está atravesando la tercera ola de contagios y muertes, y no hay para cuándo mejore la situación. Durante casi una semana nuestro país ha roto récord de contagios: el día 10 de agosto se alcanzó la cifra de 19,555 y al día siguiente 22,711, después el día 12 24,975 contagios, y así sucesivamente hasta este 18 de agosto llegando a la cifra de 28,953 nuevos contagiados de coronavirus para tener un total nacional de 3,152,205 casos acumulados y 250,469 defunciones a causa de este virus (fuente El Economista del 18 de agosto). ¿Y quiénes son los que forman parte de esas cifras? Obreros, amas de casa, jubilados y pensionados, etc., según una investigación de la UNAM titulada “Impacto de los determinantes sociales de la covid-19 en México” presentada en el mes de mayo.
Al Gobierno de la 4T ya no le basta con mentirle al pueblo, nuestro presidente sabe que ese recurso ya no le es efectivo como él necesita, ahora aplica la imposición de actividades que ponen en peligro la salud y vida de todos los mexicanos. Evidente ejemplo es el próximo regreso clases presenciales que la Secretaría de Educación Pública junto con el Gobierno federal pretenden implementar en todo México. Como es costumbre de nuestros actuales gobernantes todo esto lo están haciendo de manera improvisada; no tienen ningún plan elaborado para asegurar la salud y vida del alumnado, del personal docente y demás personal. El peligro del próximo regreso a clases está a la vista: no se ha terminado de vacunar a todos los mexicanos, únicamente a 54,532,420 y hay miles de escuelas que no tienen las condiciones materiales para este regreso a clases, pues sus aulas junto con sus sillas y bancas se han deteriorado y en el peor de los casos las escuelas has sido saqueadas en su totalidad.
Más de 30 millones de niños y jóvenes corren peligro ante este regreso a clases, y aunque todos ellos estén vacunados eso no los libra de contagiarse y contagiar: “Las personas vacunadas sí pueden infectarse y transmitir la enfermedad covid-19. Las vacunas sirven para reducir el riesgo de desenlaces no deseados, como hospitalizaciones y defunciones. Debemos seguir cuidándonos aunque ya estemos vacunadas y vacunados”, afirmó López-Gatell desde su cuenta de Twitter el 17 de agosto. Entonces, ¿qué quiere el gobierno lograr con este innecesario regreso a clases? “Tenemos que correr riesgos, en la vida, todos corremos riesgos… Imagínense si no salimos porque nos podemos enfermar… Vamos a salir, vamos a salir y enfrentar la realidad y confiar en que nos va a ir bien… Porque la suerte también juega en esto”, manifestó el presidente López Obrador en su conferencia del día 17 del corriente mes.
Por si faltaba algo que agregarle a esta desorbitada acción gubernamental de la 4T, Delfina Gómez informó en la mañanera del 12 de agosto que los padres de familia deberían firmar y entregar una carta compromiso de corresponsabilidad para el retorno a clases este 30 de agosto, con la cual el gobierno queda como Poncio Pilatos y los responsables de la salud, el cuidado, supervisión y atención médica serán los padres de familia. Pero como estas decisiones y acciones son totalmente improvisadas, AMLO se deslindó de ella: “Ustedes creen que yo tuve que ver con la carta, pues no -dijo-, fue una decisión de abajo. Si me hubiesen consultado, hubiese dicho que no, somos libres, prohibido prohibir”… Y en vez de que el presidente hablara de cuáles son las medidas que se tomarán para asegurar la vida de los niños y jóvenes, únicamente se esforzó en desprestigiar a la propia Delfina Gómez, a los gobiernos anteriores y a los neoliberales.
¿Y qué podemos exigir nosotros los mexicanos, los ciudadanos que seremos afectados por esta acción criminal que ejecutará el gobierno? O nos quedamos de brazos cruzados, simulamos que no pasa nada y que todo está bien o le exigimos al gobierno acciones seguras y reales. Claro, debemos abrir los ojos y darnos cuenta de la realidad que está frente a nosotros, pues existe una tercera ola de covid acompañada con la variante Delta, y si se aplica el regreso a clases presenciales el resultado será más contagios y más muertes. Hay que voltear a ver la lucha que están emprendiendo los jóvenes de la FNERRR en todo el país y solidarizarnos con ellos, pues están exigiendo que se vacunen a todos los estudiantes y maestros, además de dotar de material necesario para mantener segura la salud del alumnado en las aulas y que se reequipen las escuelas con todo lo necesario para retomar las clases presenciales. Repito, tenemos que solidarizarnos con ellos y unirnos para hacer más fuerte su voz para que el señor presidente pueda escuchar las propuestas de los fenerianos.
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