Lo primero que se me viene a la mente al hablar de la primaria y secundaria son los ratos geniales que pasé junto a mis amigos, después un poco de cómo era la escuela.
La primaria donde estudié tiene un nombre muy genial: “El Centauro del Norte”, en honor al general Pancho Villa (Doroteo Arango). Era una primaria bilingüe (parcialmente), de español y lengua vernácula mixteca. De los seis años recuerdo solo algunos pasajes. Recuerdo que, en 2006, cuando los profesores miembros del SNTE de la Sección 22 se fueron por casi un año, en esa ocasión los miembros de la comunidad más destacados en materia académica tomaron la batuta de darnos clases.
En la secundaria lo más lindo era cuando salíamos a competencias deportivas a otros pueblos, era el momento para salir de la rutina, pues era una telesecundaria, y esas solo tienen un profesor para todas las materias todo el año.
En ambas escuelas, de lo académico, destaco algunas cosas. Una temporada en la primaria tuvimos escuela de tiempo completo, y existía un programa que le decíamos “aula abierta”, donde se nos daba alimentación gratuita, las mujeres y hombres de la comunidad se aseguraban de que fuera lo más sabroso y calientito.
El sistema de libros de texto gratuito tenía un contenido más denso y mejor, me acuerdo mucho del gigantesco Atlas de México que no cabía en la mochila. Los profesores eran más universales, es decir, manejaban las materias sin constreñirse a una sola.
Los libros de texto gratuito son solo una parte del mal mayor, y será peor, pues las generaciones más actuales están siendo dominadas por el contenido no educativo, por la tecnología con el único propósito de pasatiempo
En la secundaria pasó algo similar, los profesores eran más universales, los programas más extensos.
Es poco para cotejar, pero resulta que, de esas cosas, aunque parezcan simples, abonaban a que la educación de mi generación no fuera tan laxa. Ahora, con el asunto de los nuevos libros de texto gratuito, que son malos, con contenido reducido en las materias.
Y con la desaparición de guarderías, escuelas de tiempo completo, comedores escolares y con profesores cada vez menos universales que dominan solo una materia, el sistema educativo mexicano, con la reforma del actual gobierno está, sin temor a dudas, dirigida a ralentizar el intelecto, racionalidad y lógica de los educandos. Está pues, como dijo la maestra Hersilia Córdova Morán, a formar “mano de obra barata” sin bien les va.
Los libros de texto gratuito son solo una parte del mal mayor, y será peor, pues las generaciones más actuales están siendo dominadas por el contenido no educativo, por la tecnología con el único propósito de pasatiempo.
Los pocos recuerdos de las pocas cosas buenas de mi estancia en el nivel básico, aunque eran mínimas como ya dije, parecen excepcionales en comparación con lo que hay ahora (en general).
Indudablemente hay que hacer algo al respecto, empecemos con asimilar que está mal.
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