MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Recesión y pobreza, ¿y a mí qué?

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2022 inició con malos indicadores económicos que presagian un año difícil de sortear para la inmensa mayoría de pobres de México. Lo que ya sienten y resienten los bolsillos de las familias mexicanas se evidencia en el desempeño de dos de los componentes más importantes para medir el crecimiento de nuestra economía: el Producto Interno Bruto (PIB) y la intervención del Gobierno.

El PIB (los bienes y servicios producidos en el país) ha tenido una tendencia decreciente desde hace varios años. En 2019, recién cumplido un año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador decreció hasta -0.2%; en 2020, bajó aún más -8.2% y las cifras preliminares de 2021 han hecho que algunos analistas ya hablen de recesión técnica, pues hiló los dos últimos trimestres la baja.

El decrecimiento en la producción de bienes y servicios tiene muchas consecuencias sobre los ciudadanos de a pie. Al disminuir la actividad económica, los empleos para los mexicanos en edad de trabajar se reducen. En 2021 se estimó que se generarían 1.2 millones de empleos, pero apenas se crearon 850 mil (70%). En 2022, se estima que apenas se crearán 450 mil, pero la tasa natural del crecimiento de la población en edad de trabajar es de 1.2 millones anualmente; es decir, las plazas del año 2022 serán insuficientes (México cómo vamos). Al ser insuficiente el empleo para los mexicanos, el nivel de ingresos disminuye y, por lo tanto, el acceso a bienes y servicios esenciales para la vida son un problema para millones de mexicanos. De 2018 a 2020, el número de mexicanos pobres o pobres extremos ha crecido en millones de acuerdo con la medición de la pobreza en México del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), pues si en 2018 había 51.9 millones de personas en pobreza ya para 2020 había 3.8 millones más en pobreza (55.7 millones).

Ante este escenario económico, la intervención del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su equipo de trabajo para mitigar los efectos de las crisis económica y sanitaria ha sido prácticamente nulos, o incluso, incompetentes. El presidente dijo que no apoyaría a los empresarios (generadores de empleos) como en los tiempos neoliberales, y que para hacer frente a la pandemia sería suficiente con la entrega de apoyos directos; asimismo, se resistió mucho a cerrar sectores no esenciales y a determinar un confinamiento estricto de la población, rehuyendo la responsabilidad de hacerse cargo de la alimentación de los millones de pobres que se quedaron en casa y sin trabajo y de otros gastos derivados del confinamiento. Los raquíticos apoyos no llegaron ni al 30 por ciento de la población y la nula acción provocó decrecimiento económico y la segunda tasa de mortalidad por covid-19 más alta de todo el mundo.

Ante la crisis los economistas recomendaron una política contracíclica; es decir, que el Estado debería estimular la inversión al no haber inversión ni crecimiento económico de la iniciativa privada, pero nada de ello ocurrió en México. Mientras otros países del mundo usaron cerca del 10% de su PIB para implementar planes de ayuda económicos, nuestro país apenas usó el 0.7%, siendo uno de los más pequeños de América Latina. Se lanzaron medidas generales y créditos a la palabra a 60 mil micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), cuyo impacto en la economía fue insuficiente, pues según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en México existen 4.1 millones -su contribución es de 52 por ciento al PIB y generan 7 de cada 10 empleos formales- esto quiere decir que los apoyos a empresas no cubrieron ni el 1%.

Recientemente el presidente afirmó, sin más evidencia que su optimismo, “que la economía mexicana crecería 5% este año y un porcentaje semejante en 2023 y 2024”. Por su parte, personalidades del sector privado, instituciones financieras e incluso el secretario de Hacienda y Crédito Público pronosticaron que el PIB de este año no superará el 3% (el Fondo Monetario Internacional pronosticó 2.8%, el secretario en 4% y especialistas, apenas un 2%).

Mientras esto sucede, el presidente está más ocupado en denostar a los periodistas que evidenciaron la opulencia en que vive su primogénito en Estados Unidos; está más preocupado por preparar el camino hacia 2024 y, parece ser que, uno de los primeros pasos es tratar de activar su estructura para la revocación de mandato, pues si es capaz de activar los 30 millones de votos que obtuvo en el 2018, tal vez así tenga asegurado el futuro en la sucesión. Las calamidades de los mexicanos son su menor preocupación. La recesión y la nula acción del gobierno para reactivar la economía seguirá teniendo graves repercusiones directas sobre los trabajadores mexicanos si el gobierno de AMLO continúa sin definir ni implementar un plan integral que incentive el desarrollo económico que contemple invariablemente a los empresarios y ponga por delante la procuración de la calidad de vida de los mexicanos, por eso lo que haga y deje de hacer el Gobierno nos incumbe a todos.

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