Después de la Segunda Guerra Mundial, el Covid-19 se ha convertido en la emergencia más grave que ha tenido que atravesar el mundo, pues ha traído graves consecuencias para todos los ciudadanos del mundo, no solamente de salud, sino económicos y sociales.
Mucho se ha hablado ya del virus, hemos sido testigos, a través de los medios de comunicación, de cómo los diferentes países han hecho frente al problema; unos con mucha eficacia (China, Rusia, Cuba, Corea del Sur), otros, de plano se les ha salido de control el problema (Italia, España, Estados Unidos y Ecuador).
En su momento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la enfermedad como una pandemia y dio las recomendaciones para que el virus fuera "menos agresivo".Sin embargo, como hemos podido apreciar, muchos países no dimensionaron el problema, no acataron las recomendaciones de la OMS, y hoy, son de los que están gravemente afectados.
México fue uno de los países que minimizó el problema, a tal grado que prácticamente en plena fase dos de la contingencia, el propio presidente de la república Andrés Manuel López Obrador (AMLO) invitaba a la ciudadanía a hacer sus actividades normales, a ir a los restaurantes, tiendas, parques, incluso, a darse "besos y abrazos" porque no pasaba nada.Fue la OMS, algunos gobernadores y los propios ciudadanos consientes del grave problema que estamos viviendo, que obligaron a las autoridades federales a acatar las recomendaciones ya conocidas por todos, tales como: cuarentena obligatoria, sana distancia, lavarse las manos con agua y jabón, entre otras.
Lo que sugieren por las autoridades sanitarias es correcto y debe aplicarse, sin embargo, en países como el nuestro, donde hay una inequitativa distribución de la riqueza social, donde más de 80 millones de ciudadanos viven en pobreza y pobreza extrema, muchas familias ni siquiera tienen un lugar digno donde vivir, sin espacio suficiente, sin ventilación adecuada, carecen además, de varios servicios elementales como: agua, luz drenaje, pavimento, con el agravante, de que las autoridades federales, lejos de actuar con eficacia y dar señas de un manejo adecuado del problema, se escuda en sus "amuletos" y "sus estampitas de la suerte".En esas condiciones, confinarse en casa, sin dinero, sin alimentos y sin ayuda gubernamental para aguantar la cuarentena, a la gente humilde se les está condenando a morir, ya no de coronavirus sino de hambre.
Las autoridades de los tres niveles de gobierno, pero sobre todo el federal, deben, de manera urgente, asegurar que los ciudadanos más humildes del país tengan lo elemental para sobrevivir.Si bien es cierto que millones de familias carecen de vivienda digna y servicios elementales, en esta contingencia lo primordial es que se les asegure la comida a los mexicanos vulnerables que hoy se encuentran entre "la espada y la pared".
A estas alturas, ya son millones de trabajadores que se encuentran sin empleo, la misma Secretaría del Trabajo reconoció que del 13 de marzo al 6 de abril se perdieron 346 mil 878 empleos formales, a eso hay que agregarle los 31.3 millones de personas con empleos informales, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), que ya había en México desde antes de la cuarentena y que también quedan inactivos sin posibilidad de generar recursos para llevar el alimento a sus humildes hogares.
Quintana Roo es uno de los más afectados económicamente por el Covid-19, porque su actividad principal es el turismo.La entidad es la puerta de entrada de aproximadamente la mitad de los visitantes extranjeros que llegan al país.A estas alturas Quintana Roo es el estado con mayor pérdida de empleo formales, 63 mil 847, muy por encima de la ciudad de México, 55 mil 592, y del industrioso Nuevo León que perdió 23 mil 465.El también conocido como "La joya de la corona mexicana en el sector turístico", con apenas 1.6 millones de habitantes, tuvo el triple de despidos que el Estado de México, que tiene 16 millones de habitantes.
A esto hay que agregarle que casi 400 mil trabajadores ambulantes o informales también se han quedado sin actividad laboral porque su trabajo depende de manera indirecta del turismo.Tomando en cuenta las estimaciones del Centro Coordinador Empresarial del Caribe (CCEC), que asegura que para finales de abril habrá cerca de un millón de personas sin empleo en toda la entidad, podemos darnos cuenta de la hecatombe que se aproxima; los quintanarroenses, pero sobre todo los más humildes, están en graves problemas.
En estos momentos, ya hay miles de personas que claman por ayuda, sobre todo, alimentaria.Es cierto que el gobierno estatal ha implantado algunas acciones para apoyar a las familias más vulnerables, pero son insuficientes.Se requiere de manera urgente que el Gobierno Federal intervenga y ayude con alimentos para que no se desate la hambruna y ello obligue a la gente a salir de sus casas sin importarles la "sana distancia" y conseguir comida a costa de lo que sea.
Dinero hay, que se dejen a un lado las obras faraónicas de AMLO, esas pueden esperar, el estómago no.Nadie en la península en este momento está remotamente interesado en el Tren Maya, lo que necesitan saber es si van a tener comida en su plato estos días y el gobierno, está obligado a apoyar a este pueblo que tanto le ha dado a la federación.
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