¿Somos los mexicanos culpables de las 140 mil muertes por covid-19 porque, como dicen el presidente López Obrador y López-Gatell, no seguimos los protocolos sanitarios? ¿O es al Gobierno federal el que tiene toda la culpa por la tragedia que vivimos por la covid-19? Ciertamente cada uno de los seres humanos tenemos la responsabilidad de cuidar de nuestro cuerpo lo mejor que podamos para llegar en buenas condiciones al promedio de vida que es de 75 años en México.
Sin embargo, si analizamos las cifras negras de los fallecidos por Covid-19, caemos en la cuenta que no se contagiaron y murieron por su culpa, sino que miles de ellos no pudieron seguir las medidas higiénicas porque sus bajos ingresos económicos los obligaron a vivir hacinados, sin agua entubada, sin poder comprar cubrebocas de calidad que realmente los protegiera y siempre viajando en transporte público.
El pasado 1 de noviembre, el columnista Diego Badillo del periódico nacional El Economista, dio a conocer datos que arrojó una investigación que hizo el académico Héctor Hiram Hernández Bringas, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, quien concluyó que "el nivel de mortalidad presenta una correlación con la densidad poblacional, que la letalidad es mayor a mayor pobreza y que las poblaciones indígenas son las que presentan mayor letalidad.”
De acuerdo con el estudio del académico de la UNAM, el 50 por ciento de los fallecidos por covid-19 tenían estudios de primaria o menos y tres de cuatro fallecidos (75 por ciento), tenían estudios de secundaria.
Todos sabemos que las personas con baja escolaridad se emplean en los trabajos más duros y mal pagados, y que sus bajos ingresos solo les alcanzan para alimentación, vestido y vivienda precarios; que esta generalmente se encuentra en la periferia de las ciudades, en donde no cuentan con servicios urbanos básicos, por lo que es casi imposible seguir las medidas de sana distancia porque 4, 6 u 8 personas cohabitan en un solo cuarto, y que no pueden bañarse todos los días ni lavarse las manos hasta 20 o 25 veces al día por la falta del vital líquido. Así que el 90 por ciento de los fallecidos eran albañiles, vigilantes, trabajadores de limpieza, choferes y amas de casa.
El otro grupo vulnerable p su condición de pobreza es en los municipios indígenas, en donde han muerto 20 de cada 100 habitantes.
Cierto que la pobreza en México que padecemos millones de mexicanos no la generó López Obrador, pero también es cierto que durante todos los años que hizo campaña dijo que su trabajo estaría dedicado a los pobres y ahora, con la covid-19 hemos visto que no ha hecho nada por ellos; es más, ni siquiera escuchó la petición que los más necesitados le hicieran durante varios meses de que los apoyara con alimentos para poder quedarse en casa a fin de no contagiarse y no contagiar a los demás.
Si la gente no tiene que comer en sus casas, es imposible que se quede en casa. Por eso sale a trabajar, aunque sea solo para ganarse unos cuantos pesos con los que tiene que hacer milagros para comer y transportarse. El gobierno de López Obrador nunca ha estado dispuesto a ayudar con alimentos y apoyos económicos a los más pobres, quienes forman el grupo de los que más han muerto.
Al igual que millones de mexicanos, creo que la culpa por la tragedia que vive México por el mal manejo de la pandemia por covid-19, es única y exclusivamente del gobierno federal que encabeza López Obrador, quien no ha querido tomar las medidas necesarias para frenar los contagios y las muertes, pues no ha querido invertir en un programa de distribución de alimentos gratuitos para que la gente de los grupos más vulnerables se quede en casa; no ha dado apoyos económicos a las empresas que se han visto obligadas a cerrar a fin de que sus empleados no se queden sin trabajo y, para acabarla, los hospitales no tienen la capacidad suficiente, ni en recursos humanos ni en equipo, para que atiendan con eficacia a los enfermos de covid-19.
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