MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

“Que naide escupa sangre pa’ que otros vivan mejor”

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Durante muchos años, la historia ha dejado marcada la lucha que la clase obrera ha protagonizado por mejorar sus condiciones laborales y de vida; ha luchado por un salario digno, por prestaciones, por una jornada laboral digna; tan ha sido así que el primero de mayo fue elegido el Día Internacional del Trabajo, esto después de la represión que sufrieron los obreros de Chicago en 1886. 

Cada una de estas luchas ha cobrado la vida de millones de trabajadores que tenían la esperanza y vivían  con el sueño de cambiar al mundo; desafortunadamente, 133 años después de que se conmemorara el primer Día del Trabajo a la fecha, muchas de esas condiciones permanecen intactas y todavía ponen en riesgo la vida de los trabajadores del mundo, en este caso, de los trabajadores mineros de México. 

El pasado 3 de agosto, se registró un derrumbe en una mina de carbón, en el municipio de Sabinas, Coahuila, lo que provocó que 10 mineros quedaran atrapados; el suceso, sin duda, es grave y podría cobrar la vida de los obreros. El rescate se complica cada vez más, pues al momento de escribir estas líneas no han sido rescatados. 

El estado de Coahuila ha sido foco en los accidentes de trabajadores mineros, no podemos olvidar uno de los más graves de los que hemos sido testigos, fue el ocurrido el 19 de febrero de 2006, cuando una explosión en la mina Pasta de Conchos, del conglomerado Grupo México, cobró la vida de 65 mineros; muerte, que, por cierto, no ha sido retribuida a las familias de estos trabajadores.

Pero estos no han sido todos los accidentes ocurridos en Coahuila; en 1902, explotó la mina El Hondo, también en el municipio de Sabinas, la que ha sido catalogada por varios medios como la peor tragedia minera en el país porque en esa ocasión se perdieron 125 vidas. 

El Relato de la Explosión en la Mina El Hondo, escrita en 1902, narra de manera desgarradora parte de la tragedia: “En el tiro número 6, ocurre una violenta explosión. Fallecen los 125 mineros del segundo turno. Toda la población intentó, con sus propias manos, el rescate de sobrevivientes. Sólo encontró cadáveres deshechos por la explosión y los derrumbes…La ventilación era insuficiente en las minas abiertas para la explotación en 1887…La mina número 6, no tenía suficientes abanicos para la inyección necesaria de 4 aire, permitiendo la acumulación del grisú, el gas que es un detonante letal cuando se acumula en el interior. Así, la seguridad de las minas era más que precaria”.

Y también así, como en 1902, las condiciones en las que deben laborar los obreros mexicanos siguen siendo extremadamente precarias, según El Economista, la esperanza de vida para un trabajador que dura toda su vida en las minas no supera, en la mayoría de los casos, los 54 años debido a que el pasar muchos años expuestos a la inhalación de sustancias polvorientas suelen desarrollar enfermedades en los pulmones, la más común es la conocida como neumononiosos de los mineros de carbón, o más comúnmente llamada la enfermedad del pulmón negro, que es precisamente la que mata a tantos trabajadores de las minas de carbón. 

Así que trabajar en las minas con las condiciones actuales, que son prácticamente las mismas que hace decenas de años, ocasionan todavía, de una u otra forma, la muerte de miles de obreros, algo que al parecer, no inmuta mucho a los gobernantes, pues poco o casi nada se ha hecho por mejorar o cambiar estas condiciones laborales, entonces podemos afirmar que trabajar en las minas, mata 

 Pero la pregunta, quizás más importante es, ¿Por qué después de tantos accidentes, de tantas muertes y de tantos estudios realizados para detectar las enfermedades que van matando lentamente al obrero no se ha hecho nada por cambiar la situación? La respuesta, aunque fría y escalofriante, es sencilla de decir: no se ha hecho nada, porque poco importa la vida del obrero mexicano; la mano de obra de reserva en México, es decir, de aquella que no cuenta con un empleo es tanta, que si algún trabajador fallece llegan a tratar de ocupar su puesto decenas de trabajadores más. 

Mientras las ganancias del patrón se mantengan estables y siga fluyendo la mano de obra en cada una de sus empresas, o en este caso, en sus minas, poco hará por invertir en mejorar las condiciones de los trabajadores, pues está seguro de que no se detendrá el flujo de obreros que aún con el conocimiento de que podrían perder la vida, se acerquen a ofrecer lo único que tienen, su fuerza de trabajo, para sobrevivir en este mundo tan desigual y que durante años los ha abandonado. 

Solo así se explica que sigan ocurriendo este tipo de accidentes en el sector minero, solo así podríamos entender que vivimos en un México en el que o se muere de hambre o se muere mientras se trabaja para no morir de hambre. 

Aquí puedo citar una de las frases del compositor y cantante Atahualpa Yupanqui: “Mi padre murió en la mina sin doctor ni confesión ¡Color de sangre minera tiene el oro del patrón! …que naide escupa sangre pa’ que otros vivan mejor”. 

Seguimos nosotros con la tarea que nos hemos echado a cuestas durante tantos años, que nuestro pueblo deje de morir. 

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