“Leyendo poesía y oyendo declamar a los grandes declamadores, el pueblo mexicano, el pueblo pobre, puede llegar a romper la cárcel de su esclavitud”.
Aquiles Córdova Morán
Tuvieron que pasar muchos siglos de evolución para que naciera, quizás, el invento más importante del hombre: la palabra. La necesidad de defenderse ante animales más fuertes y la búsqueda de alimento para sobrevivir, obligaron a los hombres primitivos a comunicarse entre sí.
El desarrollo de la sociedad provocó en el hombre la necesidad de comunicar a sus semejantes fenómenos y pensamientos cada vez más complicados, de esta manera comprendió que un sólo sonido ya no era suficiente; ahora requería unirlos hasta formar una palabra.
Con el paso del tiempo, empezó a articular, los sonidos quedaron en el pasado y las palabras fueron ganando terreno. Así nace el llamado lenguaje articulado, y lo hace en su forma figurada, es decir, poética, porque para pensar la realidad y sentirla, para conmovernos ante las manifestaciones de la vida, ya no necesitamos ser testigos presenciales de los acontecimientos, sino que basta que alguien nos lo cuente.
El lenguaje poético no hace más que remontarnos a la naturaleza del hombre -la solidaridad, el dolor, el amor, etcétera- y su entorno –la naturaleza de su mundo y el universo-. La poesía es, pues, un espejo de la sociedad y del hombre ante el mundo. Así era la comunicación de los primeros seres humanos. Podemos concluir entonces que la humanidad en su origen fue poeta.
La sociedad se desarrolló, surgió la división del trabajo, y aquel lenguaje humano se fue reduciendo a pocas personas. El lenguaje figurado se plasmó en las cuevas para después convertirse en escritura, como la obra épica de los sumerios, El Poema de Gilgamesh, que fue escrito con caracteres cuneiformes y sobre tablas de arcilla unos 2000 años antes de Cristo. Pero aquellos humanos siguieron viendo la realidad tal como es, observaban la vida, comprendían las ideas, los sentimientos, las alegrías y sufrimientos de todos los hombres, del pueblo, y una vez tomado todo esto, se los regresaban de manera bella.
Vemos aquí el origen de la poesía que “no es más que la palabra artísticamente manejada y combinada con otras palabras para provocar en el hombre los sentimientos más bellos, las emociones y los pensamientos más hondos o más elevados”, como afirma el Maestro Aquiles Córdova en su libro “Conferencias culturales”.
Pero ya no era todo el pueblo el que se comunicaba poéticamente, sino que esto quedó exclusivo para un grupo reducido, por ejemplo, como los aedos y los rapsodas, en la Grecia Antigua, que recorrían las ciudades de la Hélade prestando sus servicios como poetas en el caso de los primeros, y cantores, en el caso de los segundos.
Hoy en día, si bien es cierto que la distancia sigue siendo una limitación y que el desarrollo tecnológico es una herramienta que nos permite mantener una constante comunicación y acceso a la información, la clase dominante ha sabido usar su poder y ha desarrollado la tecnología al grado que la información que percibimos ya no tenga sus bases en la realidad. ¿Por qué? Desde que el capitalismo mostró su verdadero rostro, la pobreza y la violencia son cada vez más notorias y a los que gobiernan el mundo no les interesa que se conozcan, que se indignen y menos que actúen.
Los señores del dinero quieren hacernos creer que el mundo real no existe. Las redes sociales, los videojuegos, la televisión, giran en torno a una vida dentro de una realidad virtual, a un mundo de aparente felicidad, haciéndonos creer que podemos conseguirlo si compramos todos esos aparatos, formando una humanidad mutilada y egoísta.
“Hoy es el egoísmo torpe maestro a quien rendimos culto de varios modos: si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro. ¡Nunca al cielo pedimos pan para todos!”, dijo Blanco Belmonte.
Por eso la poesía es considerada materia para expertos y no porque el pueblo así lo quiera sino porque a la clase gobernante así le conviene. Por ejemplo, ¿qué está haciendo la 4T con la difusión del arte en general? No sólo no lo incentiva, no lo apoya, sino que hace todo lo posible por alejarnos de las creaciones artísticas que realmente valen la pena, recortando el presupuesto en la cultura; en lugar de acercarnos al verdadero arte, nos prometen conciertos de muy baja calidad. La educación artística y cultural del pueblo es lo que menos le importa a este gobierno. El arte despierta, nos hace reaccionar y ellos lo que menos quieren es que los cuestionen. Calla y escucha.
Ante esta realidad, desde su nacimiento, el Movimiento Antorchista Nacional (MAN) se ha propuesto educar y organizar al pueblo trabajador, sobre todo a las capas más marginadas de nuestro país, entendiendo como educar el hacer que la gente piense correctamente su realidad para que a su vez comience a transformarla.
Por eso Antorcha plantea que la poesía debe regresar al pueblo y que no sólo las clases privilegiadas tengan ese derecho.
La Primera Jornada Nacional de Declamación es la prueba de que vamos avanzando en ese camino, pues se llevó a cabo en todas las capitales del país y reunió a más de 1, 500 declamadores mujeres y hombres, jóvenes, estudiantes, obreros, campesinos, niños, desplegando su talento artístico dándose cuenta del tesoro que transmiten dándole vida a los versos plasmados en el papel.
Soy de los que están convencidos de que esta crisis sanitaria sólo mostró más crudamente el verdadero rostro de desigualdad económica-social que genera un sistema en putrefacción: el capitalismo. Las crisis sacan lo mejor y lo peor de cada quien. La actitud de muchas personas, por un lado, se enmarca en una solidaridad que podríamos llamar oportunista (ya que difunden su “apoyo” en aras de una marca o de una imagen) y, por el otro, abiertamente egoísta y salvaje. Sin embargo, hay casos ejemplares de una genuina empatía y solidaridad con sus semejantes, lo que permite pensar que todavía existen personas que entienden el significado amplio de humanidad.
Ante un capitalismo rapaz que todo lo que toca lo destruye, ante los gobiernos autoritarios que quiere imponer el pensamiento unilateral, ante la manipulación mediática, dispongámonos a leer poesía y declamarla, que es, como dijera Celaya, un arma cargada de futuro. A eso nos llama Antorcha, a eso nos llama esta jornada. “Esa es la tarea: rescatar la poesía, conocerla profundamente, estudiarla, leerla y leerla mucho y, finalmente, declamarla, tomar esa letra muerta y revivirla, revivirla tan bellamente como en su momento lo pensó el poeta”. Sólo así podemos defendernos de aquellas bestias modernas que nos amenazan.
¡Salud querido Compañero Maclo, gracias por tu gran ejemplo de que la poesía puede mejorar el Mundo!
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