Parece poco, pero aún quedan dos largos años para que Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presidente de México, deje la silla presidencial, tiempo suficiente para que imponga su voluntad en distintos temas y en perjuicio del país, aunque él y sus defensores digan lo contrario. Lo bueno es que ya casi se va.
Ya han transcurrido los cuatro primeros años del sexenio y hasta el momento sabemos en qué consiste la Cuarta Transformación, pero no hemos visto que sea un proyecto unificador, como López Obrador lo presumió, por el contrario hemos sido testigos del divisionismo, de la incertidumbre y del encono social que ha promovido abusando de la investidura presidencial que le da su cargo desde 2018.
La persecución no es algo nuevo; los gobiernos del pasado tenían a gente que se dedicaba al trabajo sucio, en cambio, ahora, es el mismo presidente el que se dedica a acusar y lo seguirá haciendo hasta que termine su mandato.
Con ese ejemplo, incentivado desde la silla presidencial, muchos alcaldes y legisladores se sienten con respaldo para hacer lo mismo en contra de sus representados, se han vuelto especialistas en incitar a la violencia y en construir discursos de odio; así lo han hecho cuando la población reclama obras, apoyos y acciones de gobierno para hacer frente a necesidades específicas en sus poblados.
El proceder de los morenistas se da en un ambiente de crispación social debido a la delincuencia que ha alcanzado niveles incontrolables, acción que debe ser rechazada por los mexicanos que buscamos paz, tranquilidad y empleo para sacar adelante a nuestras familias, pues de acuerdo con cifras oficiales, del 1 de diciembre de 2018 al 11 de septiembre de 2022, se han registrado 133 mil 356 homicidios dolosos en México, esta es una auténtica carnicería.
Será el 2 de junio de 2024 cuando los mexicanos acudamos a las urnas a escoger al presidente número 66, quien habrá de reemplazar en el poder a López Obrador. Hasta el momento parece que no tiene intenciones de reelegirse y sí muchas ganas de retirarse a su rancho particular para estar alejado del bullicio y de la política; en el fondo sabe que está destruyendo instituciones que daban identidad al país (se sigue escapando el INE), que ha cometido errores y excesos que el pueblo de México le soporta a cambio de las becas y la pensión del bienestar.
Queda poco tiempo para que Morena defina a su candidato presidencial de 2024 y ya los funcionarios y representantes populares actuales andan en abierta campaña de promoción con recursos del erario sin que haya alguien que les ponga un alto, (porque eso de respetar la ley tampoco es su fuerte), mientras crecen las disputas internas por ser el elegido. La pelea intestina dejará sus damnificados porque los dados están cargados para favorecer a Claudia Sheinbaum, mientras que Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal no se quieren quedar atrás en la búsqueda de alcanzar la silla presidencial y por eso invierten fuertes cantidades de recursos en publicidad y aprovechan todos los foros a su alcance para promoverse, pero al mismo tiempo callan por conveniencia ante los despropósitos del mandatario.
El presidente no cambiará su forma de gobierno y seguirá con las imposiciones, por lo tanto heredará el puesto a quien le garantice la continuidad de sus proyectos y al mismo tiempo le cuide los negocios de sus familiares y allegados, aunque eso implique un choque con el propósito de acabar con la corrupción, por lo tanto, terminará por imponer al que le demuestre total fidelidad para extender su poder, porque gobernar no sólo significa tener el cargo, sino dominar las decisiones trascendentales sin ser el titular.
En Morena no se dan cuenta o no les interesa aceptar que, en tan poco tiempo, están terminando con este experimento que aceptaron los mexicanos de buena fe; con la 4T se están perdiendo las conquistas obreras y campesinas surgidas de la revolución mexicana poniéndose en riesgo el derecho de organización, petición y reunión como mecanismos legales para hacerse oír y ver ante las autoridades.
Morena cómo partido se encuentra sumido en una crisis profunda donde los intereses personales y de grupo se imponen al propósito de contribuir al desarrollo de todos los mexicanos y en tan poco tiempo perdieron el rumbo o nunca lo tuvieron, pero hoy se exhiben como ambiciosos vulgares e incongruentes que les importa sólo el poder y dinero.
De todas formas, esperamos que los presidenciables de Morena estén trabajando en eso y habrá qué preguntarse: ¿Qué proyecto novedoso y de impacto social pueden ofrecer a los mexicanos?, ¿Qué medidas desarrollarán para impulsar el empleo y el alza del salario?, y sobre todo, ¿Con qué acciones se disminuirá la violencia e inseguridad?, porque con las becas del bienestar, programa estrellas de AMLO no se ha logrado la paz, tranquilidad y trabajo que urgen en México.
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