El pasado 19 de febrero inició una de las festividades más importantes y popular del país: “La feria de la unidad entre los pueblos”, de Tecomatlán, Puebla. Éste es uno de los eventos más importante de nuestra nación porque procura fortalecer las tradiciones populares más arraigadas de nuestra cultura nacional y, al mismo tiempo, fomenta la unidad entre los pueblos para generar identidad y espíritu de lucha.
Esta festividad, que en años anteriores ha sido todo un éxito, se reanuda después de dos años en que estuvo en pausa a causa de la pandemia generada por el SARS-CoV-2 virus que causa la enfermedad respiratoria de covid-19 que, como sabemos, afectó a todo el mundo y que, por su puesto, México no fue la excepción.
El desafío fue muy grande para todos los ciudadanos y autoridades de Tecomatlán, porque volver a organizar la feria de “miércoles de cenizas” después de la pausa de dos años, fue una responsabilidad titánica, pero, lo lograro porque cada uno de los ciudadanos tecomatecos, que se caracterizan por ser gente noble, buena y trabajadora, abrazaron con orgullo y tenacidad esta tarea.
El compromiso y el tesón infatigable que los tecomatecos y sus autoridades municipales le imprecaron a la tarea, es un ejemplo a seguir. Realizaron diferentes actividades económicas para tener los recursos necesarios para este magno evento, ejecutaron faenas para dar mantenimiento al recinto ferial, organizaron todas y cada una de las actividades de manera muy cuidadosa y detallada porque se sentían con el compromiso con todos los que esperábamos con ansias “La feria de la unidad entre los pueblos”.
Todas estas actividades, realizadas a priori son muestra de participación constante de un pueblo organizado, educado y con una conciencia clara de lo que quiere. Dignificando así el trabajo organizado del pueblo, logrando mayor unidad y fraternidad entre los tecomatecos.
También es digno de mencionar el trabajo que hacen los maestros y alumnos de las escuelas de todos los niveles de estudio de Tecomatlán, porque son una parte muy importante en la ejecución y participación de la feria, su trabajo y energía es esencial para realizar las diferentes actividades culturales, deportivas y organizativas durante todos los días de esta festividad.
Estoy plenamente de acuerdo con el ingeniero Homero Aguirre Enríquez, vocero del Movimiento Antorchista Nacional, que en su más reciente artículo publicado el sábado 18 de febrero en diversos medios de comunicación, describe a Tecomatlán y su feria de la siguiente manera:
“La feria de la unidad entre los pueblos, como acertadamente se denomina a este importante acontecimiento, que incluye baile, música y poesía nacionales e internacionales; espectáculos de rodeo de altísima calidad; concursos para rescatar la deliciosa y centenaria comida típica regional, bailes populares con grupos musicales como la Banda El Recodo y el Conjunto Primavera, entre otros; juegos pirotécnicos, alegre carnaval, coloridos desfiles de sus jóvenes y niños; todo gratuito, como resultado de la acción colectiva realizada durante meses para recabar fondos con rifas y concursos, no es algo que corra en sentido contrario con el desarrollo del municipio, sino que es uno de sus exponentes más elocuentes y ejemplo claro del espíritu de lucha y progreso que alienta en este pueblo emblemático que se levantó de su marginación y postración ancestrales, colocándose como un ejemplo nacional para quien quiera aprender de él”.
Y continúa: “La de Tecomatlán es una hermosa feria popular en un municipio bello, desarrollado y pacífico, características cada vez más ausentes en los municipios de nuestro país, asolados por la inseguridad, la marginación y la pobreza. Quien entre a Tecomatlán, recorra sus calles y sus pueblos confirmará que la visión de conjunto que ofrece el municipio es impresionante por su belleza y armonía, altamente contrastante con el abandono que sufren muchos pueblos de esa y otras regiones de México”.
Nos da un panorama de lo que es Tecomatlán, “En Teco no hay calles maltrechas y oscuras ni edificios en ruinas, sino vialidades bien trazadas, iluminadas y pavimentadas, que arrancan con un arco monumental que alberga un museo en la entrada del pueblo; escuelas que van desde la ludoteca hasta el nivel superior; auditorios, jardines bien cuidados, un hermoso balneario, un hospital regional, un enorme albergue estudiantil; la iglesia de San Pedro Apóstol, un templo del siglo XVI, que ha sido sometido a un cuidadoso proceso que lo conserva como una joya arquitectónica; una hermosa y moderna casa de la cultura y una unidad deportiva que serían la envidia de muchas ciudades, entre muchas otras características urbanas y culturales”.
Nos habla de su juventud, “En cuanto al paisaje humano, abundan los jóvenes y niños que estudian, al grado que no es exagerado decir que Tecomatlán es una ciudad estudiantil, en la que viven y asisten a la escuela cientos de estudiantes de estados vecinos”.
Así que compañeros y amigos, la Feria de Tecomatlán es una muestra de trabajo, lucha, organización y de la unidad entre los pueblos. Los antorchistas del país, desde Baja California hasta Quintana Roo respaldamos con nuestro apoyo solidario a nuestros compañeros tecomatecos y su feria.
Todavía hay tiempo, termina el día 26 de febrero. Hay que ir a disfrutar de la Feria de Tecomatlán, que es un símbolo de lucha para hacer de México una patria más justa y mejor. Allá nos vemos.
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