Justamente esta semana que concluyó, inició un evento deportivo esperado por millones de aficionados de todo el mundo, el mundial de fútbol, el cual se realiza esta vez en Qatar, Estado soberano árabe. El país es gobernado por una monarquía absoluta. Previo a que diera inicio el encuentro de futbol más deseado, se dejaron sentir críticas de todo el mundo, primero, porque la FIFA decidiera en el 2012 realizar el mundial en aquél país, cuando ya era denominado un país en el que existe una explotación profunda en miles de trabajadores extranjeros que llegan a buscar trabajo en el país árabe, lo mismo que las críticas recibidas por su bien sabida ley en contra de la homosexualidad, así como la prohibición de las protestas públicas.
Si bien las críticas no lograron que la FIFA decidiera cambiar la sede del mundial, sí logró evidenciar lo que no solamente sucede en Qatar, sino en cientos de países en todo el mundo. Primero, la explotación laboral no es privativa de Qatar, pues en todos los países en que rige el sistema capitalista, tienen por ley la creación de riqueza a costa del trabajo de los obreros, esta es una de las críticas más fuertes que el gran Carlos Marx hizo al sistema. “El trabajo de los obreros es la única fuerza capaz de producir valor”. Es verdad que Qatar se caracteriza a sí mismo como un Estado gobernado por una monarquía absoluta, que nos pudiera hacer pensar en una etapa previa al capitalismo, es decir, al modo de producción feudal, sin embargo, es una faceta de varias con las que se puede presentar el sistema, puede ser un régimen democrático o una monarquía absoluta, pero en dicho país rige las leyes del capital. Y Qatar no es la excepción, en Qatar domina el capital, la clase del dinero.
“El historial de Qatar en materia de derechos humanos ha provocado protestas contra la celebración de la Copa del Mundo en ese país desde que hace 12 años se designara como sede para 2022. Las críticas no solo apuntaban a la postura del emirato sobre los derechos de la población LGBT (la homosexualidad es allí un delito) y las mujeres, sino también a las condiciones de trabajo de los extranjeros que construyeron los estadios, que Amnistía Internacional consideró inhumanas y análogas a la esclavitud.
La actitud de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), organizadora del campeonato, hacia la monarquía absolutista que gobierna Qatar también ha generado numerosas protestas. El órgano supremo del fútbol suele imponer una serie de reglas a los anfitriones que a menudo entran en conflicto con su legislación local”. -BBC, del 26 de noviembre del 2022-.
Así que todas las críticas que se han alzado en contra de Qatar, deberían ser gritadas con más fuerzas, pero en contra del sistema social dominante en Qatar y en todo el mundo. No solo en Qatar los trabajadores mueren de hambre y cansancio, en todas partes donde el obrero tiene que vender su fuerza de trabajo, padece los mismos sufrimientos. En la sede del mundial como en casi todo el mundo al obrero le pagan solo lo necesario para recuperar sus energías y regresar al siguiente día con su fuerza renovada para trabajar su jornada de 8 o más horas. La homofobia que se vive en Qatar no es privativa solo de ese país; las prohibiciones de que los trabajadores protesten tampoco son privativas de un país, se vive en cientos de países.
El llamado a todos los pueblos del mundo es a que nos levantemos como clase, y pugnemos por patrias justas, patrias en las que los trabajadores puedan vivir decorosamente, patrias en las que se destierre todo tipo de explotación en contra de la humanidad. Ojalá Qatar solo fuera la punta de la madeja, para comprender que en mayor o menor grado, esto existe en casi todo el mundo, y que la medicina que puede contrarrestar la pobreza de todos los pueblos del mundo, radica en la unidad organizativa del pueblo.
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