Para un imperio es indispensable garantizar, a toda costa, su dominio económico y social, su hegemonía entre las masas explotadas; para ello, es necesario hacer creer a estos mismos que el sistema establecido es necesario, para que lo alaben, lo crean indispensable para su propia existencia y lo defiendan con su vida, por más que les perjudique a ellos.
Para alcanzar este objetivo, a largo de la historia, se han creado diversas formas con la intención de transmitir ideologías directa e indirectamente, siendo los medios de comunicación masiva, la forma más perfeccionada de lograrlo.
El cine especialmente, lleva casi un siglo con esta tarea; encargándose producción tras producción, de potenciar la hegemonía del imperio norteamericano ante el mundo, prueba de ello es la recientemente estrenada Top Gun: Maverick, la cual fue fuertemente financiada por el gobierno estadounidense, como se muestra en documentos rescatados por el medio Red Voltaire: “Está concebido como un video publicitario de 131 minutos que incentiva el reclutamiento de las fuerzas armadas de Estados Unidos, las cuales pusieron a disposición del rodaje numerosos programas informáticos militares, así como grandes cantidades de material y de personas, incluyendo 2 portaaviones nucleares de la US Navy… A cambio de esos medios, los productores aceptaron que el Departamento de Defensa reescribiera el guion original y seleccionara a los actores que participarían en el rodaje” (voltairenet.org, 16 de junio de 2022).
Esta reescritura no es algo raro en producciones de Hollywood, ya que se lleva haciendo desde el nacimiento de la industria, por medio de un organismo que depende cien por ciento del Departamento de Defensa norteamericano, que pareciera haber salido de las páginas de la obra de George Orwell, el Military-entertainment complex, el cual se autodefine como “la cooperación entre las industrias militar y de entretenimiento para su beneficio mutuo, especialmente en campos como el cine, multimedia, realidad virtual y realidad extendida multisensorial”, es decir, interviene en todos los ámbitos del entretenimiento, incluso los que aún están en desarrollo, para garantizar que la visión proyectada en el país y en el mundo, sea la correcta para los intereses del gobierno, por lo que prácticamente cada proyecto audiovisual que incluya o siquiera mencione a los cuerpos militares, debe llevar “aprobación”. Esto, como ya se dijo antes, lleva realizándose desde los albores del cine, muestra de ello es una de las primeras películas “coescritas” es Wings, de 1927, que narra la historia de un piloto de la Primera Guerra Mundial y que tiene el reconocimiento de ser la primera en ganar un Premio Oscar.
Según el portal spyculture.com, hasta 2016, había un total de 410 producciones -reconocidas-, que habían sido influenciadas por el complejo militar, entre las que se encuentran sagas tan variadas como Godzilla, James Bond, Hannibal, Transformers, o películas de Marvel y DC Comics, que en la actualidad están orientadas especialmente a niños y adolescentes y son las más taquilleras en todo el mundo. Parte de estas historias están narradas por el escritor Tanner Mirrlees, en su libro de 2016, Hearts and Mines: The US Empire's Culture Industry, quien no se refiere solamente al cine, ya que hay ejemplos claros en todos lados, como la música, los videojuegos y la televisión: “La industria cultural del imperio estadounidense señala un nexo geopolítico-económico del gobierno (que se esfuerza por promocionarse a sí mismo y generar el consentimiento público a las ideas dominantes sobre Estados Unidos y la política exterior de los Estados Unidos en todo el mundo)”.
Al principio también nos referimos a Top Gun, saga que tiene dos películas abrumadoramente exitosas (una en 1986 y otra en 2022); la primera tuvo una repercusión tal que aumentó la tasa de enlistamientos en la marina estadounidense un 500 por ciento, al punto que los militares instalaban sus puestos de reclutamiento a las afueras de los cines, para aprovechar la euforia y el “espíritu patriótico” con el que salían los jóvenes después de verla. Esta reacción, parece estar repitiéndose con su secuela, como lo narra Edward W. Thomas, un general de división de la marina en entrevista para Fox News: "Tuvimos un buen aumento de reclutamiento con 'Top Gun' en 1986 cuando fui a los cines y vi 'Top Gun' con mis amigos en 1986 ya estaba entusiasmado con la aviación militar, pero me entusiasmé aún más… Esperamos que 'Top Gun: Maverick' haga lo mismo… que se entusiasmen con la idea de servir a la nación de alguna manera" (foxnews.com 5 de junio de 2022). Por si no fuera suficiente, ambas cintas tienen de enemigos a Rusia -a la URSS en 1986-, despersonificados al punto de que sólo resultan ser carne de cañón para los héroes estadounidenses, que superan los obstáculos con pura voluntad y patriotismo.
No es casualidad que estos dos objetivos se estén cumpliendo por medio de una película financiada por Estados Unidos; primero, el de aumentar el número de jóvenes que entran al ejército y mejorar la confianza que se le tiene en el mundo, tarea que se hace más significativa viendo la disminución de sus filas en los últimos años, que no han cumpliDo sus objetivos de crecimiento desde el inicio de la pandemia. También es notable la pérdida de la afinidad entre el pueblo norteamericano, que ha caído de un 70 a 56 por ciento en el transcurso de sólo tres años, según datos del Ronald Reagan Institute, que también refiere al descenso de la confianza en las fuerzas del orden (del 50 por ciento al 39 por ciento).
Por otro lado, ahora más que nunca es necesario para el imperialismo crear una imagen negativa de Rusia situación que lleva haciendo desde 1917, pero que se ha visto incrementada en los últimos años, manipulando por completo la información real del conflicto con Ucrania, para dejar ante el mundo a Rusia como el malvado de la historia, sin mencionar la verdadera masacre que los fascistas ucranianos han cometido durante años contra sus propios compatriotas del Dombás. La situación actual indica, sin embargo, que a pesar de todo el linchamiento mediático, Vladimir Putin ganarán el conflicto, dejando al gobierno de EE.UU. entre la espada y la pared, perdiendo credibilidad internacionalmente y dentro de su país, que no ve con buenos ojos un conflicto directo entre los dos países, según CBS News, “Una encuesta reciente de CBS/YouGov reveló que el 82 por ciento de los estadounidenses estaban preocupados por la posibilidad de que la guerra se extendiera al resto de Europa, pero el 71 por ciento estaba en contra de enviar tropas” (fivethirtyeight.com 3 de marzo de 2022). Los norteamericanos, también tienen miedo -y con toda razón-, de un conflicto nuclear, según encuestas del internacionalista Shibley Telhami, “La mayoría de los encuestados también expresaron una abrumadora preocupación por una posible confrontación militar de Estados Unidos con Rusia (el 61 por ciento estaba "muy" preocupado y otro 28 por ciento estaba "algo preocupado"). Los temores nucleares también pesaron mucho: el 58 por ciento también estaba "muy preocupado" y otro 24 por ciento "algo preocupado" por una posible confrontación nuclear con Rusia” (brookings.edu 31 de marzo de 2022).
El imperialismo está dando patadas de ahogado tratando de mantener su poderío a toda costa, mientras su población y el mundo le exigen lo contrario. Nadie quiere un conflicto armado, ni mucho menos nuclear, y, a pesar de que la propaganda patriótica intenta hacer su trabajo, nuestra tarea debe ser quitarnos esa venda, esa idea de que el imperio es indispensable, necesario e indestructible. Luchar contra la desinformación y desmentir a los que quieren el mundo para solo ellos, aunque eso conlleve a su destrucción.
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