De los famosos programas sociales, estamos ya muy enterados que surgieron como una estrategia de combate a la pobreza, pero también como la erradicación del causante de todos los males de nuestro país, según dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, la corrupción. Aunque, de entrada, hemos compartido que para nosotros no es la corrupción la madre de todas nuestras desgracias, sino la pobreza, que deriva a su vez, de la injusta repartición de las riquezas. Es decir, al momento de producir todas las mercancías existentes en el mundo, son muchas manos las que intervienen, lo que se denomina como la clase trabajadora, y a la hora del reparto de las ganancias, son solo unas cuantas manos las que concentran la mayor parte de las riquezas producidas por ese trabajo. Así pues, la corrupción, es una consecuencia de la pobreza, no una causa.
Si bien es cierto que la población está muy maltratada y requiere de más ingresos económicos, es decir, dinero; no solo eso es lo que necesita, sino toda una infraestructura para la vida. Además, hay inconsistencias claras y evidentes de que la estrategia, hasta ahora, sigue sin dar resultados. Y estos son algunos de los argumentos que la realidad nos da para comprobarlo.
En primer lugar, la población no solo no ha dejado de ser menos pobre, sino todo lo contrario, ha aumentado su pobreza y la cantidad de afectados por ella. La Coneval en su Informe de la Evaluación Política del Desarrollo 2022, establece que del periodo 2018 y 2020, 3.8 millones de personas cayeron en situación de pobreza. Y en el rango de la pobreza extrema, es decir gente que no tiene para comer ni beber agua, pasó de 8.7 millones de personas a 10.8 millones de personas. Nuestro país es habitado aproximadamente por 126 mil millones de habitantes y el 43.5% viven en la pobreza, es decir, 55 mil 700 millones de personas, que yo estoy muy segura de que pueden ser muchos más, pues sobre todo en zonas marginales.
En segundo lugar, lo que yo creo que la población requiere, además de dinero transferido y regalado, es infraestructura básica para vivir en sociedad. Por ejemplo, hospitales, escuelas, carreteras, parques y jardines, espacios recreativos. Y con ello, la calidad de los servicios. Sin embargo, también aquí ha sido evidente el rotundo fracaso de los programas de transferencia monetaria.
En el mismo informe ya citado, se establece que aumentaron las carencias sociales. Se registra un aumento en la población que no tiene acceso a servicios de salud de 15.6 millones de mexicanos en esta situación. En 2018, había 20.1 millones de personas con esta carencia, mientras que en 2020 la cifra fue de 35.7 millones de personas, la diferencia es de casi el doble y siendo este servicio elemental para la vida es evidentemente muy grave.
Con referencia a la carencia educativa, en cuanto al rezago educativo o conclusión de los niveles escolares obligatorios, no hubo mejoras, pues incluso hubo un aumento del 0.2%, es decir, en 2018, 23.5 millones de personas estaban en esta condición y en 2020, eran 24.4. millones. Pues para prueba unos botones.
En tercer lugar, referente al acceso universal de los apoyos, también hay mucho que decir, pues dado que vivimos en una sociedad heterogénea, creo que no se pueden aplicar las mismas medidas para todos, justamente en eso consiste la equidad. Pero en nuestro país sucede que los apoyos les están llegando más a los ricos y menos a los pobres; generando con ello un atascamiento en el progreso.
Según los datos del Coneval, la entrega de apoyos sociales para las personas más ricas pasó de 1.7% en 2018 a 5.7% en 2020, es decir, creció 3.3 puntos porcentuales la población con mayor ingreso que dijo haber recibido uno o varios programas sociales del gobierno. Mientras que el porcentaje de las personas más pobres, que dijeron recibir algún programa social se redujo de 20.9% en 2018 a 13.3% para 2020. (El Economista)
Y, por último, quiero denunciar aquí, que lamentablemente tampoco se ha avanzado en el combate a la corrupción, pues me tocó atender un caso en el programa de Beca Benito Juárez, donde uno de mis estudiantes becados, está siendo víctima de un sospechoso robo de dinero, pues al acudir a cobrar su pago, el sistema le indicó que ya se había cobrado, además de haberse cobrado un monto del año 2022, que se supone ya no se podría cobrar. Desde diciembre a la fecha espera la oportunidad de asistir a una oficina a recibir una respuesta, pero no ha tenido la suerte de encontrar una cita en internet. Fueron más de 15 mil pesos que alguien más cobró a nombre a su nombre, y aún no sabe si es que le repondrán ese recurso que tanto requiere. Lamentable, pero a la corrupción, ni se le está combatiendo atinadamente ni se ha terminado, como lo dijo el presidente.
Es muy grave, que el Gobierno federal invierta tantos millones en los programas sociales, aun cuando la realidad nos dice que ese no es el camino. Creo que repartir dinero en tarjetas, nos está trayendo más dificultades que beneficios, pues ya vimos que no erradica la pobreza, y ya vimos también que genera corrupción y más carencias. Ojalá que la 4T valore los resultados de sus propuestas y tenga la voluntad de hacer cambios en su estrategia, con el único objetivo de beneficiar a las mayorías. Pero por si eso no pasará, lo que creo que debemos hacer, es pensar mucho mejor a quien le vamos a conceder el privilegio y el poder de gobernarnos la próxima vez, que ya no está muy lejana. Por lo pronto mantengámonos unidos y organizados para hacer frente a este mal tan dañino que es la pobreza social.
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