Apenas ha transcurrido un mes de campañas en el proceso electoral 2024 y ya se puede señalar que es el más violento en la historia del país. De acuerdo con cifras presentadas por la organización Laboratorio Electoral, se han registrado 27 candidatos asesinados en lo que va de este proceso y esta cifra supera la de los 24 candidatos asesinados en el proceso electoral de 2018.
También deben contabilizarse 156 agresiones a aspirantes y personas relacionadas con la elección que se realizará el próximo 2 de junio.
El reciente asesinato de la candidata de Morena a la presidencia municipal de Celaya, Guanajuato, Gisela Gaytán Gutiérrez, perpetrado el 1 de abril en la comunidad de San Miguel Octopan, vuelca los reflectores a la entidad, que tiene a este municipio y a Irapuato y León en la lista de las 50 ciudades más violentas del mundo, según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
Quienes reciben algunas monedas a través de algún programa social no deben creer que están obligados a mantener en el poder a quienes están destruyendo a la nación.
En mi colaboración anterior señalé que ante las cifras presentadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp), donde se ubica a Guanajuato como una de las entidades más violentas y entre las nueve donde hay más riesgo de que se registren actos de violencia electoral por la disputa del territorio entre grupos criminales.
También dije que, por tanto era —y ahora con mucho más razón— necesario que las autoridades implementaran acciones concretas para garantizar un proceso en paz. Pero una vez más, la disputa política entre el Gobierno federal y el estatal ya tuvo consecuencias lamentables ante la irresponsabilidad de quienes nos gobiernan.
Sin duda, todos debemos condenar el asesinato de Gisela Gaytán, así como el de los 26 candidatos asesinados con anterioridad y debemos exigir tanto al Instituto Nacional Electoral (INE), como a los tres niveles de Gobierno que tienen que redoblar todas las medidas de seguridad necesarias para garantizar la seguridad a todos los candidatos y que no tengamos que lamentar ninguna muerte más en lo que resta del proceso electoral.
Al mismo tiempo, no debemos aceptar y mucho menos alentar, que después de tan graves sucesos, haya candidatos, partidos políticos y hasta gobernantes que intenten lucrar con la muerte buscando provocar un impacto mediático con tales acontecimientos. Quienes así lo hacen, buscando obtener una ganancia política, se muestran como seres deleznables que son capaces de todo con tal de hacerse de poder político y los ciudadanos debemos ubicarlos y por ningún motivo confiar en ellos.
Los guanajuatenses y todos los mexicanos no debemos de olvidar que en los últimos cinco años la violencia se ha apoderado de nuestro territorio y que de acuerdo con el Índice Global de Crimen Organizado de Global Initiative, México ocupa el primer lugar en criminalidad a nivel mundial.
Datos oficiales registraron hasta el mes de diciembre del año pasado 171 mil 85 asesinatos y de estos más de 4 mil ochocientos se trataron de feminicidios y que más de 100 mil personas están desaparecidas, lo que demuestra que la política de “abrazos y no balazos” es un rotundo fracaso que ha teñido de rojo a todo el territorio nacional.
Tampoco debemos olvidar que, de acuerdo con el informe elaborado por la Comisión Independiente sobre la pandemia de covid-19 en el país, el Gobierno federal pudo haber evitado la pérdida de más de 220 mil vidas; entre ellas, seguramente la de alguno de nuestros seres queridos, de haberse implementado una verdadera estrategia en dicha crisis sanitaria.
Los asesinatos de los candidatos en este proceso electoral no pueden considerarse como casos aislados, sino más bien, parte de las desgracias que estamos sufriendo todos a consecuencia de tener un Gobierno sumamente ineficiente e irresponsable.
Por esa razón, es necesario insistir: todos debemos reflexionar muy bien a quién brindaremos nuestro voto el próximo 2 de junio. No debemos cerrar los ojos, suponiendo que con ello desaparecerá la realidad que estamos viviendo y quienes reciben algunas monedas a través de algún programa social no deben creer que están obligados a mantener en el poder a quienes están destruyendo a la nación.
El primer paso es liberarnos de quienes prometieron que serían diferentes y que han demostrado que son peores. El segundo paso será, en un corto plazo, con organización y lucha construir un mundo mejor para todos.
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