Estamos a punto de concluir el primer mes de campaña electoral con miras a la renovación de más de 20 mil cargos de elección popular, entre ellos la primera magistratura del país y nueve gubernaturas.
Hasta ahora, la campaña ha transcurrido en un ir y venir de encuestas que colocan a la cabeza al partido guinda y al par de ello se ha generado la emigración de cuadros, que al no ser nominados a los cargos que aspiran han optado por transitar a otras opciones partidarias.
En otras colaboraciones he manifestado que resulta bastante difícil la elección, pues por un lado se oferta la continuidad de un proyecto que ha quedado a deber en materia de salud, seguridad y educación, pero también en el ámbito del combate a la corrupción que, a pesar de repetirlo hasta el cansancio, sigue presente de forma escandalosa en la administración federal por parte de los familiares directos del presidente de México.
Por otro lado se desarrolla un proyecto de oposición que abusa de las ocurrencias e histrionismo, lo que hace bastante difícil para el pueblo discernir la mejor opción. En la colaboración anterior sostuve que se requiere observar con cuidado las propuestas, preguntarnos sobre todo cómo se van a materializar las ofertas electorales ante problemas muy complejos que se han agudizado con Morena en el poder.
Sin embargo, lo más importante es que el pueblo reflexione bien y bajo ninguna circunstancia se deje convencer por los cantos de sirena, pues corren el riesgo de ser devorados como en la grandiosa obra de Homero, La Odisea. Por ello, quiero hacer algunos comentarios que debemos considerar. Veamos.
El único camino es conformar una gran fuerza social que tome en sus manos los destinos de la patria y transforme la realidad de fondo. Por ello nuestra tarea es mantenernos unidos y trabajar por ello.
Primero. La única posibilidad que tienen los votantes para tomar la mejor decisión es la observación de las propuestas; y que los candidatos establezcan compromisos colectivos, para luego exigir en conjunto su cumplimiento, porque no hacerlo así lleva al riesgo de que nos mientan y mañana se desdigan de lo propuesto.
Segundo. No podemos, bajo ninguna circunstancia, intercambiar nuestro voto a cambio de un apoyo, llámese tinaco, calentador, despensas o dinero en efectivo, de hacerlo ciertamente vamos a recibir un beneficio en lo inmediato y después se olvidarán de nosotros.
Tercero. Es necesario que se analice la concordancia entre el decir y el hacer, sobre todo ahora que varios de los aspirantes esperan repetir en el cargo o luego que desempeñaron alguna función pública. Por ende, si hoy hablan de servir, de tener compromiso con el pueblo o trabajar al lado de la gente, no se deben ignorar los hechos.
Por ejemplo, si alguien espera repetir como alcalde, habría que observar si se hicieron las cosas en el periodo previo o sólo se esgrimieron excusas culpando a los del pasado, como muchas ocasiones pasa.
Finalmente, debemos entender que son múltiples los problemas de México y sus entidades; son graves las deficiencias en servicios públicos, en falta de obras de infraestructura, pero lo que más preocupa es la inseguridad que ha provocado más de 180 mil muertos en actos violentos.
Las carencias de salud son muchas, a pesar del tan cacareado sistema mejor del mundo, a su vez la educación marcha mal, pero sobre todo el gran problema es la inequitativa repartición de la riqueza y por ende el único camino es conformar una gran fuerza social que tome en sus manos los destinos de la patria y transforme la realidad de fondo.
Por ello, nuestra tarea es mantenernos unidos y trabajar para arraigar en el pueblo, pues no podemos pensar que un candidato vendrá a resolver los males de la patria: sólo el pueblo cambiará de fondo la terrible realidad que nos aqueja.
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