MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Poesía para los nuestros

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Uno de los escritores latinoamericanos más trascendentales es sin duda Mario Benedetti, novelista y poeta uruguayo nacido en Paso de los Toros el 14 de septiembre de 1920. Dentro de sus grandes logros se pueden contar el haber obtenido el VIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y recibir el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. Su vasta producción literaria abarca todos los géneros, incluyendo famosas letras de canciones, cuentos y ensayos que fueron traducidos a varios idiomas.

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A propósito de las fechas en que los mexicanos recordamos a todas esas personas que nos han dejado físicamente pero que por su entrega y ejemplo de vida sus recuerdos siguen trascendiendo en nuestros quehaceres diarios.

¡Seamos inmortales por nuestras acciones y sigamos transformando con nuestro trabajo la vida de miles de personas!

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La piel acariciada se acabó
se acabaron las manos que encendían
los pulmones que juzgaban el aire
las piernas que enseñaban el camino

se acabó el cuerpo penetrando en el mar
el cuerpo catedral o lastre o surco
el cuerpo a plazo fijo el abrazable
el cuerpo condenado se acabó

quedan no obstante indicios generosos
arrabales o esencias
provincias de entusiasmo
árbol al que miraron ojos que ya no existen
y hace gala de aquel vistazo tutelar
como si se tratara de su hoja más verde

senderos que los idos transitaron o abrieron
asumen en la tarde una libre tristeza
algo así como sauces o memorias

por donde ellos pasaron o amaron o riñeron
riñen aman o pasan futuros inmortales
esos que un día perderán la piel
los brazos los riñones las mejillas el sexo
y sin embargo sobrevivirán

en el mágico vientre de una mujer de barro
en la veracidad de un semejante
en la usada decencia de una casa de rocas
en la quebrada voz de un por tavoz de pueblo
en un coto privado de firmamento y pena

y todo ocurre porque la inmortalidad
no es una medalla ni una canonjía
tampoco un pergamino con su guarda de flores
sino un hecho objetivo y sin anuncios

hay quien es inmortal por ganar una guerra
hay quien lo es por una perdida escaramuza
alguna impresionante obra de tomo y lomo
o un madrigal de diez versos apenas

(quién no piensa en gutierre de cetina
pero ¿acaso no es tan inmortal
como el mismo poeta
la inclemente señora de los ojos
más claros y serenos del siglo dieciséis?)

ocurre sin embargo que aun los inmortales
alguna vez se apocan se hacen nadie y vacío
se van de la costumbre
se mueren por un tiempo

debe tenerse en cuenta
que hay grandes inmortales e inmortales domésticos
unos que sobreviven por mandato de un pueblo
y otros en cambio gracias a un corazón sencillo

pero ni aun aquellos inmortales
que se apocan y mueren por un tiempo
y hasta se arriesgan al durable olvido
y se desilusionan ante la confusión
o ante la indiferencia
de la gente y las cosas
ni siquiera esos sobrios modestos inmortales
se borran para siempre de nosotros los otros
de pronto los rescata un umbral de alegría
los llama una nostalgia simplemente carnal
o los convoca un niño con sus revelaciones
y entonces sí regresan como pájaros
a posarse otra vez en futuros vestigios
a contemplar el mar como una buena nueva
a sopesar la tierra en sus terrones

entonces sí regresan como nubes
como tranquilas nubes de algodón y confianza
y hasta puede que alguien
comente
está nublado
cuando sencillamente está inmort LOS INMORTALES
La piel acariciada se acabó
se acabaron las manos que encendían
los pulmones que juzgaban el aire
las piernas que enseñaban el camino

se acabó el cuerpo penetrando en el mar
el cuerpo catedral o lastre o surco
el cuerpo a plazo fijo el abrazable
el cuerpo condenado se acabó

quedan no obstante indicios generosos
arrabales o esencias
provincias de entusiasmo
árbol al que miraron ojos que ya no existen
y hace gala de aquel vistazo tutelar
como si se tratara de su hoja más verde

senderos que los idos transitaron o abrieron
asumen en la tarde una libre tristeza
algo así como sauces o memorias

por donde ellos pasaron o amaron o riñeron
riñen aman o pasan futuros inmortales
esos que un día perderán la piel
los brazos los riñones las mejillas el sexo
y sin embargo sobrevivirán

en el mágico vientre de una mujer de barro
en la veracidad de un semejante
en la usada decencia de una casa de rocas
en la quebrada voz de un por tavoz de pueblo
en un coto privado de firmamento y pena

y todo ocurre porque la inmortalidad
no es una medalla ni una canonjía
tampoco un pergamino con su guarda de flores
sino un hecho objetivo y sin anuncios

hay quien es inmortal por ganar una guerra
hay quien lo es por una perdida escaramuza
alguna impresionante obra de tomo y lomo
o un madrigal de diez versos apenas

(quién no piensa en gutierre de cetina
pero ¿acaso no es tan inmortal
como el mismo poeta
la inclemente señora de los ojos
más claros y serenos del siglo dieciséis?)

ocurre sin embargo que aun los inmortales
alguna vez se apocan se hacen nadie y vacío
se van de la costumbre
se mueren por un tiempo

debe tenerse en cuenta
que hay grandes inmortales e inmortales domésticos
unos que sobreviven por mandato de un pueblo
y otros en cambio gracias a un corazón sencillo

pero ni aun aquellos inmortales
que se apocan y mueren por un tiempo
y hasta se arriesgan al durable olvido
y se desilusionan ante la confusión
o ante la indiferencia
de la gente y las cosas
ni siquiera esos sobrios modestos inmortales
se borran para siempre de nosotros los otros
de pronto los rescata un umbral de alegría
los llama una nostalgia simplemente carnal
o los convoca un niño con sus revelaciones
y entonces sí regresan como pájaros
a posarse otra vez en futuros vestigios
a contemplar el mar como una buena nueva
a sopesar la tierra en sus terrones

entonces sí regresan como nubes
como tranquilas nubes de algodón y confianza
y hasta puede que alguien
comente
está nublado
cuando sencillamente está inmortal.
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