Eran los años 70 cuando el sistema económico mundial sufrió una crisis significativa que impactó fuertemente a la economía mexicana, generando a su vez una transformación social y económica en el año de 1976 que, hoy por hoy, es “la principal responsable de la excesiva pobreza” en el territorio nacional.
Fue desde 1971 que surgieron los primeros detonantes de esta gran crisis mundial que trajo consigo la política neoliberal impuesta por el presidente estadounidense Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher, en los inicios de los años 80, y que nos rige hoy en día: se eliminó el sistema keynesiano que consistía principalmente en la intervención del gobierno para la mejora de servicios públicos; en lugar de eso la propuesta fue que el gobierno se enfocara en la venta de servicios que hasta ese momento habían sido públicos.
Fue así como en México el 1° de septiembre de 1982, José López Portillo abandonaba la presidencia con el anuncio de una de las peores crisis nacionales: el desplome del precio del petróleo, la devaluación de un 400% de nuestra moneda nacional, el crecimiento de la deuda externa, entre otras muchas situaciones que trajeron consigo el empobrecimiento excesivo de millones de mexicanos.
Su sucesor, Miguel de la Madrid Hurtado, vio entonces una opción en el nuevo modelo neoliberal, decidiéndose por adoptarlo rápidamente. Fue así como se vendieron muchas de las empresas del Gobierno, hecho que provocó la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos; un aumento descontrolado del desempleo; el decremento salarial y el alza en los precios de muchos artículos de consumo básico. Ante tal situación, la gente comenzó a optar por convertirse en vendedores ambulantes, emigrar a Estados Unidos, participar en conductas delictivas y, a través de manifestaciones, exigir una mejora a su calidad de vida.
Sin embargo, uno de los sucesos más impactantes surgiría un par de años después. El terremoto del 19 de septiembre de 1985 que mató a miles y miles de personas. Aparecieron cientos de empresarios “interesados” en brindar ayuda al pueblo mexicano. Entre la lista de los más interesados surgió la empresa de uno de los hombres más ricos del planeta que prometía multiplicar considerablemente la donación de quienes aportaran a través de su compañía una cantidad por encima de un peso; así mismo no se hicieron esperar las instituciones bancarias quienes también ofertaban multiplicar las donaciones; a la lista se sumaron restaurantes, tiendas departamentales, tiendas para mascotas, cafeterías, personajes de la farándula, etc., etc. Creando una lista interminable de altruistas empedernidos.
Sin embargo, debido a que la crisis de los 80 fue insuperable, manteniendo al pueblo sumido en una pobreza extrema, la gran mayoría de los mexicanos dentro y fuera del país se mostraban incrédulos ante tanta bondad.
Aunque con menor impacto, hablando de vidas humanas y de huella en la economía, 32 años de distancia se vivió un terremoto devastador, aunque esta vez quedó manifiesto el descontento y desconfianza de los mexicanos hacia las instituciones públicas y privadas. Lo que muchos de los mexicanos vieron en esa ocasión, era a todos esos personajes con empresas multimillonarias buscando lucrar con la desgracia, en ese momento, recién ocurrida, pidiéndole ayuda al pueblo para deducir impuestos, siendo la pregunta recurrente ¿por qué no donas sin que yo te dé algo?.
Pero los insultos y ofensas fueron notablemente muchas menos a las instituciones privadas que las dirigidas a las instituciones públicas. Las críticas ásperas y con destinatarios directos no se hicieron esperar, colocando entre los blancos principales a las altas esferas del gobierno, siendo uno de los favoritos el gobernador en ese momento del Estado de Morelos, Graco Luis Ramírez Garrido, quien fue acusado de vender en 50 pesos las despensas enviadas desde distintas partes del país; PEMEX quien se mantuvo por mucho tiempo en el ojo del huracán por la sospecha sobre su ex director Emilio Lozoya Austin por el soborno recibido de 10 millones de dólares para beneficiar a algunos empresarios a través de contratos públicos; el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte acusado de peculado a través del desvío de 35 mil millones de pesos y enriquecimiento ilícito por 3 mil millones de pesos; el exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge por fraude inmobiliario y un quebranto al erario de mil 99 millones de pesos; el mismo expresidente, Enrique Peñ Nieto, es aporreado como el representante de una de las principales instituciones del país que gozan de cero credibilidad entre la mayoría de los mexicanos por antecedentes de propiedades familiares y propias de procedencia dudosa; el caso de la supuesta niña, Frida Sofía, que según el exsubsecretario de marina Ángel Enrique Sarmiento, había quedado atrapada entre los escombros dándole una novela en la cual entretenerse a todo México; y aunque existen muchos otros casos haciendo la lista interminable, vale la pena mencionar al expresidente del Partido Encuentro Social, Hugo Eric Flores, que preocupado por violar la ley, invitó a no donar recursos de los partidos políticos a las víctimas del terremoto, hecho que le ha causó fuertes críticas y desprestigio social.
Ante tantas décadas de abuso al pueblo, entiendo a todos y cada uno de los que se han vuelto desconfiados de las instituciones. Creo que es imposible devolver la confianza a estos organismos públicos y privados, pues finalmente y antes que todo, esos que se encuentran en el poder, son empresarios que a pesar de que el dinero acumulado les durará más de una y hasta dos vidas, se han acostumbrado a vivir del sudor de los más vulnerables. Si diariamente ven a cientos morir de hambre a causa de sus excesivos impuestos, precios y políticas de gobierno desde hace poco más de 30 años, y no se sensibilizan.
AMLO no se queda atrás, una de las múltiples controversias y cuestionamientos a sus políticas públicas y de respuesta ante desastres naturales, tala de árboles y demás problemas sociales, en su mañanera matutina sale diciendo que sus múltiples programas sociales no son ayuda humanitaria sino simplemente estrategia política para ganar votos. Ojalá el pueblo de México no olvide en las próximas elecciones.
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