Para nadie es indiferente el problema de la inflación galopante en México; basta con acudir a realizar alguna compra para darnos cuenta del alza de precios de todos los productos, los cuales pareciera que incrementan cada semana y que la cúspide parece no existir.
Nuestro salario ya no nos alcanza para comprar lo de antes, condición que perjudica a todos los mexicanos, pero con más severidad a la clase trabajadora, a los pobres, a los que viven al día, que de acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) para este año serán 58.1 millones de pobres en México; 2.5 millones más que el año pasado y 6.1 millones más que en 2018.
Dentro de las terribles consecuencias que ocasiona la inflación, destaca el aumento de personas que padecen hambre, que no tienen garantizada la comida del día siguiente y, en ocasiones, ni la del día; también la disminución de personas con acceso a la salud, acceso a los medicamentos y los tratamientos médicos y padres de familia que no tienen los recursos económicos para que sus hijos sigan estudiando.
A todo esto, seguramente surgió la pregunta, ¿Ante el problema qué está haciendo el gobierno? El Gobierno federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, presentó en mayo el Paquete contra la Inflación y la Carestía (PACIC), el cual tenía como objetivo estabilizar los precios de los combustibles fósiles, detener y reducir los precios de algunos de los productos de la canasta básica, no incrementar las tarifas en el transporte, disminución de costos aduanales, no cobrar aranceles a las importaciones de alimentos e insumos, subsidiar la electricidad doméstica, el subsidio a las gasolinas, entre otros.
El proyecto fue insuficiente, en otras palabras, fue un fracaso, pues la inflación de la primera quincena del mes de septiembre alcanzó una tasa de 8.78 por ciento, ante lo cual el gobierno presentará de nuevo un plan contra la inflación este próximo 3 de octubre.
Por si esto no era suficiente, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en los últimos días de julio, más del 70 por ciento del territorio mexicano presentó algún tipo de sequía; en el estado de Puebla, por ejemplo, el 26.7 por ciento de los 217 municipios fueron afectados, esto provocó la pérdida de miles de hectáreas de cultivo en perjuicio, como siempre, de las familias de escasos recursos que dependen de las lluvias para tener una buena cosecha.
La pérdida de cosechas ocasionará un aumento inevitable del precio del maíz y sus derivados. El Gobierno estatal presumió, hace unos meses, que indemnizará a los afectados, pero hasta el momento miles de campesinos denuncian que la ayuda no les ha llegado y que son muy pocos los beneficiarios hasta el momento, pero además la dicha indemnización no es más que unos cuantos pesos que en casi nada solucionan el problema.
No vemos en el horizonte más que problemas de toda índole con este gobierno, con esta dirección del país. La verdadera esperanza del pueblo mexicano es su organización, educación y su lucha por cambiar al país porque ya quedó demostrado que Andrés Manuel López Obrador y la 4T no son la esperanza, por ineptitud y por representar intereses económicos y políticos de otra facción de la clase poderosa. Quién si no nosotros para cambiar nuestra realidad.
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