El pequeño Ricardo Rafael Morales Leija que cursa el cuarto año de primaria- después de haber escuchado el mensaje del presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, diciendo que debido a la pandemia de covid-19 todos los niños y jóvenes de México estarían estudiando a través de la televisión, preguntó a sus padres; ¿y ahí voy a poder a mis amiguitos del salón o a mi maestra?
La respuesta fue en sentido negativo, porque el poderío que puedan tener las grandes televisoras de TV Azteca, Televisa y las que sean, jamás habrán de cumplir con el papel de la educación de un pueblo, porque no es lo mismo enseñar que educar.
Se podría considerar esta medida impuesta por el gobierno de la cuarta transformación, como una broma de mal gusto, porque en principio no se acerca un ápice a las recomendaciones que en materia educativa estará planteando la Organización de las Naciones Unidas, ni otros organismos mundiales que luchan contra la pandemia del covid-19, en la reunión que se sostendrá el mes de octubre.
El Gobierno federal de la 4T, nuevamente se equivoca y en sus arrebatadas posturas de adherirse al poder a costa de lo que sea, condena a los mexicanos a una estúpida medida, la de estudiar, la de recibir clases por medio de las televisoras más poderosas en el país.
No es posible que un gobernante que se jacta de sabio, reduzca la inteligencia de su pueblo a cenizas, porque eso es lo que está decidiendo con el actual Gobierno federal, que, pensando en su proyecto político meramente populista, se abroga el derecho de consagrar la educación de los mexicanos a través de la televisión.
No se trata de una medida efectiva, es una sobrada burla para el pueblo, pensando ante todo en que miles y miles de niñas y niños de esta patria podrían ser educados mediante los sistemas de televisión, porque como lo ha dicho el ingeniero Aquiles Córdova Morán, secretario general del Movimiento Antorchista no es lo mismo enseñar que educar.
De esa forma se vuelve a mostrar la ineficiencia del gobierno emanado del Movimiento de Regeneración Nacional, mandando a la fregada a los maestros de este país, subyugándolos a desaparecer, mientras a los alumnos los condena a recibir una instrucción educativa que se puede acabar en cuanto se corte la luz de los hogares mexicanos.
No se trata de hablar de tragedias, pero sí de cosas estúpidas que nacen de un gobierno totalitario que ejerce su voluntad sin siquiera tener la razón, sin haber consultado a su propio pueblo como acostumbra hacerlo cuando algo le conviene.
La educación por televisión de ninguna forma es lo que desean los padres de familia para sus hijos, porque no será nunca lo mismo que recibir el aprendizaje por vías más efectivas, otras que se pongan en práctica y que recomienden esos organismos mundiales a los que López Obrador ha mandado a la fregada.
Porque la llamada caja idiota ni pregunta, ni resuelve, ni es capaz de interactuar con los alumnos, es tan solo una medida populista que se le ha ocurrido a los propietarios de las grandes televisoras mexicanas sentadas en las rodillas del presidente en turno.
Son parches calientes para decir que el gobierno de la cuarta transformación si está haciendo algo por los mexicanos, en un absurdo total de pretender educar sin maestros, sin compañeros, sin motivación alguna para transformar a nuestros hijos en mejores mexicanos para el día venidero.
Ahí está entonces la gran diferencia, la que ahonda la pobreza de esta patria, donde millones de niños no tienen televisor, donde millones de pequeños son como Ricardo Rafael, el pequeño que no sabe por qué la televisión tiene que enseñarlo en lugar de sus maestros, si la televisión era nada más para ver sus programas favoritos.
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