“Pero no nos iremos
y no seremos avaros de nuestra sangre.
Aquí
tenemos un pasado
un presente.
Aquí
está nuestro futuro".
- Tawfiq Az-Zayyad
La humanidad ha sido testigo de una serie de acontecimientos que han formado parte del conflicto Palestina - Israel. El conflicto se ha extendido por más de 70 años y parece imposible de resolver. ¿Pero cómo ha podido llegar hasta nuestros días? Es necesario recordar y no olvidar cómo se originó esta batalla.
La comunidad judía ha sido una cultura que ha tenido una historia de maltrato, persecución, expulsión y masacre, sobre todo en Europa, que los orilló a refugiarse en otros países; este escenario sirvió como base para que un sector de judíos promovieran el establecimiento de un “hogar nacional” en el contexto del auge de los sentimientos nacionales y de la construcción de los estados-nación, precisamente estos acontecimientos sirven para que se creara la ideología del sionismo (movimiento político que decía que en Europa y en el mundo existía un antijudaísmo objetivo y cuya tesis proclamaba un estado Judío en Jerusalén) bajo el liderazgo de Theodor Herzl, esta corriente no representaba la lucha de todos los judíos, recordemos que muchos ya se asimilaban dentro de las identidades de otras naciones ya existentes.
En 1917 se produjo la Declaración Balfour donde se promovió la idea de la creación de un “hogar nacional” en la región de Palestina. Pero esta decisión traía consigo varios problemas como el asunto territorial, por lo que se les dio otras opciones, que más adelante serían rechazadas por Herzl inclinándose por Palestina, un pueblo ubicado entre el mar Mediterráneo y el valle del río Jordán con un desarrollo importante en la agricultura y economía, un pueblo habitado por árabes islamistas quienes habían logrado hacer de Palestina, un país libre e independiente.
Durante el Mandato, de 1922 a 1947, tuvo lugar la primera ola de inmigración judía a gran escala a este territorio, proveniente principalmente de Europa Oriental: el número de judíos que inmigraron aumentó enormemente en la década de 1930 debido a la persecución nazi. Las reivindicaciones árabes a favor de la independencia y la resistencia a la inmigración judía desembocaron en una rebelión en 1937, tras la cual ambas partes recurrieron una y otra vez a la violencia.
El Reino Unido consideró varias opciones para facilitar la independencia a esa tierra devastada por la violencia, y en 1947 tras estudiar distintas alternativas, las Naciones Unidas propusieron poner fin al Mandato y dividir Palestina en dos Estados independientes, uno árabe palestino y otro judío, y que Jerusalén quedara bajo un régimen internacional. Uno de los dos Estados previstos proclamó su independencia en 1948 con el nombre de Israel y en la guerra que siguió ese mismo año con los Estados árabes vecinos ocupó el 77 % del territorio que había tenido Palestina bajo el Mandato Británico, incluida la mayor parte de Jerusalén. Más de la mitad de la población árabe palestina fue expulsada o huyó del territorio del nuevo Estado.
Las Naciones Unidas que cuestionan el accionar israelí en relación con los nativos palestinos han presentado más de 70 resoluciones a lo largo de estos años sin que Israel se haya visto forzado en cumplir con las exigencias del organismo. Solo por mencionar alguna, en 1975 destaca la resolución que establecía que el sionismo es una forma de racismo y discriminación racial. Illan Pappé, historiador de origen israelí, considera que ambos países, son dos denominaciones muy diferentes para un mismo territorio sometido a una misma autoridad, en este caso del estado Israelí, en donde solo los habitantes que contaran con la ciudadanía israelí tendrían derechos.
Pero ampliemos el mapa y veamos quién está detrás de Israel. Durante todos estos años, la entidad sionista ha servido a los intereses desestabilizadores tanto de Reino Unido y Estados Unidos en la región de Oriente Medio, es por eso que, una y otra vez, el Estado de Israel es protegido por estas potencias, aun cuando los crímenes son conocidos por toda la humanidad y condenados a nivel internacional. Es importante saber que el conflicto de ambos países es ante todo parte de la lucha de clases, ni el colono ni el nativo pueden dejar de enfrentarse en este contexto que hemos venido abordando por lo que la violencia es inherente en este escenario. El colonialismo israelí impide la organización de los trabajadores, no tienen los mismos derechos los palestinos que los israelitas, se les trata como si fueran ciudadanos de segunda, no pueden pertenecer a los sindicatos, evidentemente el sionismo es un sistema de segregación racial, son un régimen de despojo, por tanto, el sionismo y el colonialismo han impedido objetivamente la solidaridad de la clase trabajadora.
Este 7 de octubre, Hamás (grupo militante islamista que controla la Franja de Gaza) sorprendió a Israel con un ataque. Evidentemente no hay justificación para estos actos terroristas, pero tenemos que entender que es el fruto de la opresión del régimen de Israel. Recordemos también que cuando surge la Unión Soviética, Estados Unidos impulsó la creación de las organizaciones terroristas. Ni es algo nuevo y ni es un asunto que haya surgido en este conflicto.
La resistencia de palestina a casi una década se ha convertido en un ejemplo para el mundo y la única solución a la que tienen que llegar es a establecer una república democrática, que no haya diferencias de etnias, donde la autoridad sea selecta por la mayoría. El pueblo palestino tiene el absoluto derecho de reclamar su territorio y buscar una vida justa y en paz para todos sus habitantes. Conozcamos y comprendamos la historia del pueblo palestino y de su conflicto con Israel y posicionémonos de lado de la verdad, de lado de los oprimidos, de lado del pueblo Palestino. Por eso aplaudo a todos ellos que se han sumado en protesta contra el genocidio de los palestinos orquestado por las grandes potencias que representan el capitalismo. Y como los jóvenes de los Grupos Culturales de la Frontera dijeron en su homenaje al pueblo palestino hace dos años “Librarse de la dominación cultural es lo más difícil, y será un largo trayecto. Los millones que se manifiestan contra la guerra, los que resisten y combaten de mil maneras en tantos lugares del mundo, podemos y debemos redoblar y coordinar nuestros esfuerzos; si llegamos a ser capaces de unirnos, haremos posible la victoria”. Porque a pesar de esa dolorosa realidad en la que viven todos los días los palestinos, existe algo, en el combate diario contra las fuerzas invasoras, un tesoro que no van a perder nunca y dan muestra de ello en forma valerosa: el pueblo organizado.
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