Pocas veces en la historia un huracán ha tocado tierra con la fuerza del huracán “Otis”, con vientos de más de 300 km por hora, con categoría 5, dejando la peor devastación que ha sufrido el puerto de Acapulco. El paso de “Otis” dejó una parte de la costa de Guerrero totalmente destruida, todo el municipio de Acapulco y otros municipios como Coyuca de Benítez, Totolapan, Petatlán, Técpan, entre otros.
Por testimonios de los mismos habitantes y visitantes de la zona, la madrugada del pasado miércoles 25 de octubre, vivieron horas de mucho terror.
A pesar de que el Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos hiciera pública una advertencia 9 horas antes de que “Otis” tocara el puerto de Acapulco, al menos con una categoría 4, calificándolo como “extremadamente mortal y peligroso” y de que esta información la conocían las autoridades federales, no alertaron de ningún modo a la población.
De hecho, en muchos de los videos que circulan, sobre todo en redes sociales, es una constante, el reclamo muy sentido por la población nativa y turistas porque nadie les avisó que tomaran precauciones. Mucho menos se puso en marcha, como lo ameritaba la ocasión, ningún plan de emergencia para desplazar a los habitantes de las zonas de mayor riesgo.
El Gobierno Federal sabía de la magnitud mortal del huracán y sus consecuencias; a pesar de eso, no le importó proteger la vida e integridad de la población que ahora sufre la desaparición o muerte de algún familiar o de sus hogares que fueron destruidos con el paso del huracán.
Las imágenes que vemos a través de los medios de comunicación son apenas un pálido reflejo de la tragedia que sufrieron nuestros hermanos guerrerenses. Que nadie olvide que la atención oportuna de las autoridades pudo haber evitado la pérdida de vidas humanas.
Oficialmente, la cifra de muertos asciende a 48 personas y decenas de desaparecidos, pero el Gobierno de la 4T siempre minimiza los datos cuando se trata de tragedias como esta, como lo hizo en la pandemia. Siempre nos manejaron cifras inferiores a las reales en el número de muertos.
Una alerta oportuna del Gobierno también habría reducido al mínimo los daños causados por el huracán a hoteles, restaurantes, a centros turísticos, que son la principal fuente de empleo para miles de trabajadores.
Por si esto no fuera suficiente, López Obrador en su mañanera ordenó que la distribución de despensas y apoyos estaría a cargo sólo de la Secretaría de Defensa; ninguna organización de la sociedad civil.
Es decir, el Gobierno Federal ha dado órdenes expresas al Ejército y a la Guardia Nacional para impedir la entrada de ayuda humanitaria al puerto de Acapulco con el argumento de que sólo el Ejército podía hacer entrega de esta ayuda, deteniendo a todos los vehículos, del tipo que fueran, que llevaban productos para ayudar a los damnificados; confiscándolos, y se dice que los entregan a nombre del Gobierno Federal, pero no se sabe a ciencia cierta si la ayuda les está llegando a las familias que la necesitan.
Todo mundo sabe que el pueblo de México siempre se ha mostrado solidario con nuestros hermanos en desgracia. Sin embargo, ahora el gobierno quiere lucirse con el apoyo de los centros de acopio que recaudan lo que dona el mismo pueblo.
Según la información que tenemos por parte de nuestros compañeros antorchistas que viven en la zona, los daños son graves y extensos, no sólo en las zonas turísticas, también en las colonias populares.
Muchas familias se quedaron sin vivienda, sus casas volaron por los aires, quedaron totalmente destruidas. Es dolorosa la situación que se vive, por todos lados reina la desesperación, la angustia y el desamparo.
Esta situación se agrava aún más por la miseria que ya padecían las familias en el segundo estado con mayor pobreza del país, donde el 66.4 % de la población está en situación de pobreza y el 25.5 % vive en pobreza extrema, con el quinto lugar nacional en rezago educativo; el 33.5 % de su población con carencias de salud, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
La gente pide agua, pide comida, pide ayuda. La obligación es del gobierno morenista, pero, ya se gastaron el Fonden, que fue el ahorro que tenía nuestro país para casos de desastres naturales. AMLO declaró que se cuentan con 15 mil millones de pesos para ayuda, pero no se ven, seguramente es otra de sus mentiras, porque la ayuda del Gobierno no está llegando a Acapulco, así lo testimonian los que están sufriendo allá, ¿o quizá se refiera al recorte que le hizo al Poder Judicial?
Hasta el momento no hay una operación gigantesca por parte del Gobierno, como debería haberla instrumentado ya, con todos los recursos con que cuenta el Estado. Se necesita, por el gigantesco daño que dejó el huracán, un operativo que ya debería estar atendiendo a quienes piden ayuda por hambre, que piden agua, piden techo. Que piden auxilio.
Como siempre, López Obrador con sus “otros datos”, descaradamente ha declarado que “tuvimos suerte”, pues murieron pocas persona; algo así como cuando aseguró que “la pandemia le cayó como anillo al dedo”.
Es una vergüenza el espectáculo bochornoso que está protagonizando Morena con López Obrador a la cabeza. A los guerrerenses y a todos los mexicanos no se nos debe olvidar la enfermiza manía del Gobierno actual de mentir y ocultar la realidad, y sobre todo de haber dejado a su suerte, una vez más a los mexicanos, con sus muertos, con su dolor, con su desesperación, con su angustia y con su miseria. Morena lo único que se merece es el voto de castigo del pueblo.
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