En el ámbito nacional como en el internacional, la crisis de salud por la pandemia y la crisis económica, ponen de relieve cosas que sirven, si las analizamos un poco, para que el ciudadano común, normalmente ensimismado y pendiente de las cosas cotidianas, podamos preguntarnos sobre otros ámbitos de la realidad, y hasta intentemos dar algunas respuestas.
Por ejemplo, ¿por qué Estados Unidos (EE. UU.) tiene el mayor número de muertos y contagiados en el mundo por la covid-19 siendo una superpotencia económica y tecnológica, que debería estar ayudando a otros a contener la enfermedad? ¿Por qué China logró contener la pandemia en su territorio con un bajo número de decesos? ¿Por qué nuestro país sigue los pasos de EE. UU.? ¿Por qué se prefiere que la gente salga a trabajar con el riesgo de contagiarse y perder la vida, en vez de proporcionarle los medios de subsistencia para que permanezca resguardada en sus casas y evitar se sigan saturando los hospitales? Etc.
El pueblo debe conocer las causas profundas de sus males, para que pueda encontrar soluciones a los problemas que le aquejan, en lo particular como individuo pero fundamentalmente como sociedad, de la que él forma parte; pero no estamos acostumbrarnos a pensar en cosas que vayan más allá de lo evidente, de lo que nos dice nuestro sentido común, y por eso, cuestiones como la política, nos parecen cosas como para iluminados; y así, el pueblo vive esperanzado en que algún día "el bueno” llegue al poder y cambie todo lo malo, sin darse cuenta de que es él, el pueblo mismo, quien puede arreglar las cosas, que si su voto puso a quienes ahora detentan el poder y éstos no han honrado su palabra de velar por sus intereses, ese mismo voto debe hacerlos a un lado y ponerlos en el cesto de la basura donde deben estar; es decir, debe determinarse de una vez por todas a ser el protagonista de su propia historia.
Para que esto suceda, es necesario que nos organicemos y eduquemos, que la gente se politice y luche, que conozca sus intereses, que aprenda a reconocerse entre sus iguales, adquiera confianza en sus propias fuerzas, y se decida a realizar un cambio a favor de todos los mexicanos, pero sobre todo, a favor de los que menos tienen a pesar de ser los productores de la riqueza social, como ha quedado demostrado con el desplome de las economías provocado porque las empresas, aún las más poderosas, no pudieron seguir produciendo mercancías por el hecho de que sus trabajadores se tuvieron que ausentar por la pandemia y ya no fue posible la extracción de plusvalía.
Hoy más que nunca, urge organizar y educar al pueblo para que por la vía democrática, en las próximas elecciones, pueda acceder al poder y comience desde ahí a cambiar las cosas que están mal y a crear las condiciones para poder arribar a una vida más digna y más humana para todos.
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