En 1934, el michoacano Lázaro Cárdenas del Río tomaba bajo un contexto no menos agitado que el de hoy, la titularidad del poder ejecutivo en México, y, con ello, anunciaba, como había hecho ya durante su campaña, un nuevo proyecto de país que contemplaba, entre otros muchos rubros, no sólo el sector energético, por el que se le recuerda, sino, también consagraba un nuevo proyecto educativo que, en ese tiempo, suscitó mayor polémica que la que ahora nos parece generar el cambio drástico hacia donde se dirige nuestra educación.
Lázaro Cárdenas, proponía incentivar la lectura, diferenciando entre textos dirigidos a niños de contextos rurales y contextos urbanos, y, también, contemplaba la laicidad de la educación.Dichas decisiones resultaron polémicas dentro del propio marco de lo que quedara de la Guerra Cristera, caldeando los ánimos de padres de familia y otras células católicas, pero el centro de la situación realmente se residía en planes educativos sexenales que ponían énfasis en su plan de gobierno, cuya parte fundamental era, para poder lograr el resto: la educación.
Estudiosos del tema han debatido y quizás debatirán sobre la pertinencia y veracidad de lo descrito en el plan de gobierno y en el proyecto educativo de nuestro citado expresidente mexicano, pero el acento debe residir en anotar y observar cómo ha avanzado la educación en México y hacia dónde se dirige.Los planes educativos posteriores fueron avanzando sin modificaciones que parecieran fuertes o disruptivas, pero han generado una acumulación que, cada vez, nos deja más claro que abstraerse del contexto es improbable y, pareciera, imposible.
Durante el sexenio de Salinas de Gortari, la educación se modificó para poder impartir cultos religiosos en instituciones privadas, quedando reducida la laicidad a la educación pública, que parece, cada día pierde más "prestigio" y queda relegada bajo un parámetro clasista que remite a una clase social poco favorecida, o sea, es la educación para aquellos que jamás gobernarán y que están "destinados" a obedecer.Dicha precarización no está fuera de un marco referencial, y dicho marco, para no caer en generalizaciones que más oscurecen de lo que aclaran, no es el capitalismo ya que es un marco contextual real, pero sumamente general,sino, dentro de éste, una forma particular de funcionar: el liberalismo.
La educación liberal, y, dentro de ésta el liberalismo político recordemos que no sólo existe su rama económica- tiende, sobre todo en los últimos 30 años, a la extrema individualización de los sujetos y, con ello, dota de menos importancia a lo público y colectivo, vilipendiándolo y sometiéndolo a recortes y modificaciones que tienden a la tecnificación en todos los niveles educativos, desde el básico, hasta el superior.
El Programa de Fortalecimiento de la Calidad Educativa, durante la administración pasada, tomaba en cuenta la capacitación docente, diversos recursos y evaluaciones para lograr los objetivos que, según describe, se basan en analizar y detectar los mecanismos para que la educación se fortalezca, sea competitiva y de calidad; pone, y esto no es menor, énfasis en la tecnificación de la educación, contempla la investigación, pero a última fechas, y con esta administración gubernamental de "izquierda", se ha recortado el presupuesto a investigación, diversas instituciones de educación superior han visto recortes significativos e intentos de recortes de hasta un 70% de su presupuesto, que, de no haberse manifestado en contra, hubiera operado,universidades públicas como el CIDE y El Colegio de México, han debido recurrir a sus egresados para solicitar se beque a sus estudiantes, que no pueden costear su educación superior sin ayuda de una beca proporcionada por el Estado Mexicano a través de CONACYT.Dichos recortes iniciaron a finales de 2019 y prosiguieron en 2020, no se han detenido, pues, a investigadores de universidades privadas, pero investigadores integrados al SNI, dependientes e intelectuales del Estado Mexicano, se les ha suspendido el pago.Por lo tanto, vemos nítidamente, que, en los primeros años de gobierno, se muestra una clara tendencia por mermar la educación pública y la investigación en general, que es, lo que lleva a un país a estar a la vanguardia para poder enfrentar de forma decorosa y sostenible una pandemia como la que hoy se vive.
En medio de esta tendencia que inició por la educación superior, se presenta un recorte, que, si bien no es directamente presupuestal, sí agrede a varios programas de educación básica, que, recordemos, es la educación a la que tiene acceso la mayor parte de la población, ya que sólo el 1% de esta llega a niveles universitarios.Dicha agresión, porque no puede llamarse de otro modo, se refleja en la desaparición de 13 programas que ayudaban a mejorar la calidad e infraestructura de la educación básica.Dentro de dichos recortes se deja sin presupuesto a la capacitación docente, o sea, no basta con golpear a la investigación ya de por sí reducida en este país- perteneciente a niveles terciarios de educación, sino que, ahora, se agrede al grueso de la población a través del recorte para la formación de sus profesores.
Decíamos al inicio, que, en el anterior Programa de Fortalecimiento de la Calidad Educativa, se explicita es imprescindible el desarrollo de la educación tecnificada, pero, en este gobierno, hasta esa criticable forma liberal de ver a la educación como herramienta de producción no porque la tecnificación sea mala, sino porque no es el único saber,se ve recortada y se desprovee a los profesores de educación básica de espacios y recursos para fortalecer estas capacidades, reduciéndolos a su competencia individual, que no decimos que por sí misma sea mala, sino que resulta insuficiente un individuo para sí mismo, pues como demostrara en filósofo Platón, las ideas y el saber no avanzan si no se dialoga y confronta.
Hacer este recorte, desaparecer programas de fortalecimiento en este contexto, constituye un liberalismo político y económico de la más baja ralea, pues se reduce hasta a la educación pública a la responsabilidad individual, desprotegiendo la formación, ya de por sí deficiente del magisterio organismos internacionales como la OCDE, que no es para nada hermana de la caridad, sino tiene claras tendencias liberales, han señalado y llamado la atención a México por su falta de calidad educativa,y, con ello, desprotegiendo y condenado a peores condiciones educativas y de vida a los futuros mexicanos.Condenando así, el propio futuro de la sociedad mexicana, pues una sociedad incapaz de reflexionarse a sí misma, será incapaz de saber qué anda mal y cómo corregirlo.
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