Uno de los temas centrales durante esta pandemia es el relacionado con la educación.Lo primero a tratar sobre este tema sería que "educación" y "asistencia a un centro escolar" no son equivalentes; pese a que "debieran" serlo no se presentan así en la realidad, y no estamos recurriendo a una simplificación moralista y trivial, sino a que, los planes de estudio actuales, revelan pobreza en la formación de los alumnos que acuden a sus aulas, o sea, sistemas que, por ejemplo, en los niveles superiores de educación, requieren de la intervención de un docente interesado y de un alumnado autodidacta si se desea profundizar de manera integral en los conocimientos del saber humano.
La humanidad lleva varios milenios desarrollando cultura y, con ella, conocimiento, desarrollando también, ciencia y técnica.Estos dos últimos conceptos que muchas veces se nos antojan inequívocos y certeros, no son sino el producto de una acumulación que va de lo empírico a lo conceptual en la historia de la humanidad, y que, producto de este cúmulo de conocimiento, y de condiciones específicas, surgen como fenómeno negativo a ciertas expresiones del saber que los antecedieron, con ellos surge la necesidad de emancipación de otras formas de saber y sistematizar el conocimiento, iluminando así una senda que pareciera única para guiar el futuro de la humanidad hacia una anhelada certeza y conquista de la verdad.La Ilustración y su avance, la industrialización y el capitalismo y, dentro de éste, la ideología liberal,asesinan al Dios cristiano para traernos, en un embelesamiento sutil, una nueva fe que centra su creencia en la verdad absoluta, que pertenece al campo de la ciencia y a aquellos que alimentan este asidero de certezas parciales, o sea, los saberes técnicos.
Las características de la ideología, aquella falsa conciencia señalada por Marx en su obra La ideología alemana, se reproducen sin que los sujetos que participan de ella se percaten, por lo tanto, producen y reproducen condiciones que no favorecen su propia existencia; de este modo, cegados por la ideología liberal privilegiando lo individual,hasta aquellos que se precian de ser revolucionarios, contestarios y conscientes, caen en la reproducción de aquella falsa conciencia, o sea, existe una conceptualización de lo real que no se corresponde con lo real mismo, por lo tanto, se le percibe y nombra de forma incorrecta; dicha incorrección pareciera inofensiva, pero conlleva una equivocación en el actuar que resta capacidad y calidad de vida para aquellos que no saben señalar qué es lo que no funciona y, con ello, comenzar a vislumbrar caminos que permitan una mejor forma de vivir, no sólo en lo individual, sino en lo colectivo.
Estas consecuencias de un pensamiento incompleto y falso no son menos relevantes hoy que cuando fueron pensadas por primera vez, por el contrario, demuestran que una mala conceptualización engendra una mala praxis y, con ello, una mala forma de vida, lo que, en términos concretos, nos detiene históricamente, parapetando un enemigo invencible que pareciera adaptarse a todo y a todas las reacciones que emanan de él mismo.La educación que, después de la postguerra, pero emanada de lo que conocemos como "modernidad", heredera de la Ilustración y nuestro tiempo que, sin duda, no intentamos negar su importancia aquí, sino sólo exponerlo como parte del fenómeno, concretamente, como un antecedente claro, o un lugar para encontrar sus bases,tiene como consecuencia planes de estudio que cada vez responden más a las necesidades del mercado y, con ello, se vacían de humanidad y forman autómatas hedonistas que consideran a la educación universitaria o básica una herramienta y no un medio para mejorar su propia conciencia, mejorar su capacidad de abstracción, de observación y cuestionamiento, para, a través de esto, mejorar su calidad de vida, o sea, la conciencia ha sido desprovista de ella misma, reduciéndose el ser humano a una herramienta, incluso aspirando a serlo y dejando de lado que, cultivar uno solo de los extremos, únicamente creará riqueza material, lo que no se traduce en mejores condiciones de vida pues resultamos incapaces de establecer los medios para repartirla y utilizarla en el bien común.
En el contexto de la pandemia, esta situación no se complejiza, sino que se revela de forma clara y patente, no es que se cree un nuevo problema, sino que resulta imposible ocultarlo.La llamada generación Z se verá seriamente afectada por la pandemia, esto sin contar a aquellos que apenas ingresan a la educación básica.Los países que regresan y regresarán a clases presenciales, tienen menor tasa de mortalidad que México, o sea, si resultan contagiados, existen menos probabilidades de morir de covid-19, por lo que, es entendible, justificable y hasta normal el plan de no regresar a las aulas, por lo menos durante lo que resta de este 2020 y desde que comenzó la pandemia; casos como el de Israel que con todas sus controversias es una de las 20 naciones más desarrolladas del mundo- muestran lo complejo de un regreso presencial a las aulas, durante diez días sostuvieron un nivel de cero contagios y, con el regreso a clases, los casos comenzaron a multiplicarse rápidamente.
¿Qué retos supone este NO retorno a las aulas? El primero es el acceso a las tecnologías de la información, esto sin hablar de la posibilidad de acceso a luz eléctrica y mucho menos a internet y los altísimos costos que esto supone para la mayoría de los mexicanos, tanto a nivel básico como nivel superior de educación.La estrategia del gobierno federal se centra en el uso masivo de la televisión por parte de los mexicanos, sin tener en cuenta que consumir productos de entretenimiento popular no requiere el mismo tipo de atención ni formación previa que aquel consumo que requiere una guía, o, cuando menos, cierta verificación de que el usuario más pequeño, en edad, no se distraiga no en vano se han desarrollado e investigado modelos pedagógicos diversos-.Dichos motivos no resultan o no parecen resultar imposibles de ver, por lo que cabe la cuestión fidedigna: ¿por qué negarse a admitir que esta pandemia nos ha hecho perder este ciclo escolar? Porque la educación se ha tecnificado y reducido a un instrumento de la dinámica de producción del capital, lo que urge no es educar sino regresar a la línea productiva; la calidad de los conocimientos no importa cuando lo que se requiere es una formación tecnificada que sepa operar.Esto nos debe preocupar por la perversión política que precede estos actos completamente inhumanos y porque, aquellos formados bajo este esquema, anhelan ser herramientas, despreciando las áreas cultas del conocimiento, reduciendo su "utilidad" a un objeto de consumo inmediato que, a la postre, les impide mejorar sus condiciones de vida.
El impacto económico es el que más resulta preocupante, y lo es, pues las sociedades requieren solucionar sus problemas esenciales para seguir avanzando en su sofisticación y llegar a un grado de humanidad que les permita atender cuestiones que se encuentran ligadas de forma menos directa a su supervivencia biológica, pero dejar de lado la profundidad de la educación y el impacto que la covid-19 tendrá en la cultura y formación de aquellos que ahora inician su educación básica o superior, es proseguir con el desarrollo de una falsa conciencia y, con ello, permitir la entrada a una etapa oscura que reduzca a la humanidad a su parte más animal, o sea, aquella que únicamente se encarga de la sobrevivencia biológica.La ausencia de política se reduce a lo bestial, esta bestialidad no se relaciona con aquello conocido como espíritu humano, como conciencia, sino que se centra en sobrevivir.Si alguna lección nos deja la pandemia es que hemos descuidado nuestra propia conciencia y la solución y atención de problemas que, cuando la coyuntura es inevitable, quedan expuestos, cuestión que sólo la educación comprometida con todas las manifestaciones humanas puede solucionar, pues, los estudiantes y futuros sujetos productivos no son sólo herramientas.Recordando al pensador romano Terencio: "nada humano me es ajeno".
0 Comentarios:
Dejar un Comentario