El 17 de mayo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicó el informe Actualización climática mundial anual o decenal, en el que reportó que hay 66 por ciento de probabilidades de que, entre 2023 y 2027, la temperatura media anual, cercana a la superficie de la Tierra, supere el alza prevista de 1.5 grados centígrados preindustriales y que, por esta causa, las olas de calor sean más largas y los incendios forestales más intensos. El informe también prevé que existe 98 por ciento de probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años sea el más caluroso en la historia reciente de la Tierra.
El reporte también reveló que las temperaturas en el mundo alcanzarán niveles récord en este verano; y que éstas serán consecuencia del calentamiento climático provocado por los gases de efecto invernadero y el fenómeno natural de El Niño. Además, advirtió que habrá más sequías por la falta de agua de lluvia, mayor inseguridad alimentaria y más afectaciones al medio ambiente, por lo que la humanidad deberá estar preparada para enfrentar estos problemas.
El 7 de junio, durante el Congreso Meteorológico Mundial, en el que la profesora Celeste Saulo fue nombrada secretaria general de la OMM, se aprobaron “las nuevas prioridades estratégicas máximas que guiarán durante los próximos cuatro años en un momento de rápidos cambios climáticos, sociales y tecnológicos”. El objetivo más importante será la realización de una campaña internacional encaminada a “garantizar que todos los habitantes de la Tierra estén protegidos contra las condiciones meteorológicas peligrosas mediante sistemas de alerta temprana que salven vidas”, porque con la amenaza del cambio climático sobreviene un desafío inmediato que exige medidas urgentes. “Solo con nuestros esfuerzos colectivos podremos forjar un futuro seguro y sostenible para todos”.
Llamó también la atención cómo Petteri Taalas, actual secretario general de la OMM, advirtió que el cambio climático “afecta de múltiples maneras a todas las regiones de la Tierra” y que “las consecuencias de los fenómenos meteorológicos, hidrológicos y climáticos extremos de alto impacto son devastadoras para la seguridad de las personas, las economías nacionales, los entornos urbanos y rurales y la seguridad alimentaria e hídrica. Los peligros hidrometeorológicos extremos representan más del 90 por ciento de los desastres a escala mundial y se han quintuplicado en los últimos 50 años”.
A pesar de estas claras y contundentes advertencias, ni el Gobierno federal ni los gobiernos estatales han adoptado las medidas indispensables para evitar el impacto negativo del intenso calor que agobia a los mexicanos. El territorio nacional, situado en zonas de alta sismicidad, que cuenta con varios volcanes y está rodeado por mares, se encuentra en constante riesgo por estos fenómenos naturales; y ahora por el famoso calentamiento global provocado por la actividad humana.
Desde hace una semana, vivimos la tercera ola de calor que cubre aproximadamente el 70 por ciento del territorio mexicano; mil 707 municipios padecen algún grado de sequía; los sectores agrícola, pecuario, forestal e industrial están paralizados por la falta de agua; y la población carece de alimentos y sufre enfermedades, incluso la muerte.
La intensa ola de calor y la sequía están incrementando la mortalidad. En Tabasco, Oaxaca, Tamaulipas, Coahuila, Sonora, San Luis Potosí y Sinaloa se han registrado hasta ahora 37 muertes; los daños a la infraestructura eléctrica han traído graves consecuencias sobre los más vulnerables, como bebés, adultos mayores y quienes padecen pobreza extrema.
Si la temperatura promedio de la Tierra aumenta por encima de 1.5 grados centígrados, la catástrofe será irreversible, las ondas de calor, las sequías, tormentas o ciclones serán más frecuentes e intensos y terminarán con siembras y cosechas, con lo que sobrevendrá la hambrunas y pestes más devastadoras que la covid-19.
Por ello, es necesario concientizar a la ciudadanía para que ahorre agua, siembre árboles, separe la basura orgánica de la reciclable y detenga la voracidad y el hambre insaciable de los grandes capitales nacionales e internacionales, principales culpables de la explotación de los recursos naturales del planeta y el consumo irracional de hidrocarburos, al que se atribuye la acelerada emisión de los gases de efecto-invernadero que provocan el calentamiento global. Hasta ahora, el presidente y los gobernadores morenistas no han aplicado medidas precautorias para evitar las consecuencias de la ola de calor, ni han presentado un plan hídrico para solucionar los problemas de las familias mexicanas que carecen del vital líquido. Es hora de que pensemos en quitar a los gobernantes incompetentes para crear un gobierno popular. Por el momento, querido lector, es todo.
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