En términos generales, se sabe que, la obsecuencia, es una característica vinculada al sometimiento y a la condescendencia. El término deriva del vocablo latino obsequentia. Aquel que es obsecuente, pretende congraciarse con alguien por conveniencia propia o por temor. Por eso actúa con una amabilidad fingida o exagerada buscando la aprobación del otro. Es esta la razón por lo cual es que yo digo que el gobierno estatal actual, parece ahora mucho más que obsecuente con el Gobierno federal, y concretamente con el presidente de la República, sobre todo en el sonado tema que tiene que ver con el regreso a clases presenciales, que ya es inminente. Pero, ¿cuál es la razón de fondo de todo esto?, ¿conveniencia propia?, ¿temor?
Sin embargo, cualquiera que sea la respuesta para estas interrogantes, por lo que estamos mirando ya en el tema de la pandemia y el próximo regreso a clases, es muy seguro que el gobierno no tiene ya el control que garantice la seguridad de todos los colimenses. Veamos para esto que digo, sólo algunos datos que han publicado las secretarías de Educación y Salud, en lo referente al tema que trato.
Antes que nada, quiero dejar aquí bien asentada mi posición, para evitar posibles desvíos respecto de la opinión que emito. Yo creo también que urge que los alumnos regresen a clases presenciales, pero, no sin antes de ser vacunados en su totalidad y creadas con seriedad, todas y cada una de las condiciones necesarias en cada uno los planteles; lo que se está implementando a toda prisa en las escuelas, y en los programas de estudio, habla más bien de una urgencia que obedece a un mandato irracional, más que a un plan debidamente diseñado y pensado con responsabilidad, por el bien de toda la población escolar.
Pero, veamos los datos que sustentan mi opinión. La semana pasada referí en un documento similar a este, dos notas periodísticas que aparecieron el mismo día, en el mismo medio y en la misma página principal (Diario de Colima, 16/8/2021). Fueron los titulares de las secretarías de Salud y de Educación, quienes fijaron cada uno por su lado su posición respecto al regreso presencial a clases. Mientras, por un lado, la doctora Leticia Delgado Carrillo, informaba con suma preocupación que se tenían contabilizados como contagiado por covid, a 811 menores de edad en todo el Estado, dos de los cuales habían ya fallecido, por lo que urgía “extremar las medidas de aislamiento domiciliario”; por el otro, el maestro Jaime Flores Merlo, anunciaba casi con bombo y platillo, que se podía iniciar el ciclo escolar en cualquier modalidad porque, “estaban preparados para ello”. He aquí donde yo descubro prematuramente, la falta de control y gobernabilidad del Estado.
Denuncié yo esencialmente esto en mi trabajo anterior, y dije que esta obsecuencia insensata de los secretarios, obedecía más bien a una obsecuencia aun mayor de todo el Gobierno estatal, que, comprometido por la deplorable situación financiera ya anunciada, y por la promesa de dinero ofrecida por el presidente de la República para ello, no tenía ya otra opción. Por eso fue que también hice un respetuoso llamado a todas las fuerzas políticas que se consideran la oposición, a que se manifestaran claramente contra el intento de sacrificar a nuestros alumnos ante la pandemia.
Pero todo fue silencio. Sólo silencio fue lo que recibió mi humilde pero sincero llamado, de todos aquellos que en el pasado proceso electoral se desgañitaron hasta quedarse afónicos, gritando a todos los vientos que eran ellos, ¡y sólo ellos!, la solución revelada para todos los males que padece nuestro maltratado Estado. Pero la realidad, que nada perdona y que todo lo cobra, nos arroja hoy a la cara las consecuencias de tan irresponsable silencio y mutismo político. Solo espero en Dios, como suele decir el pueblo para su consuelo, y en que nunca más olvidemos estos desaires oportunistas de los partidos políticos tradicionales, para que encuentren su merecido castigo en los procesos electorales venideros. Ya veremos.
Y aquí, otro dato que confirma mi opinión. Ayer, la sentencia que pesaba sobre los estudiantes colimenses se ratificó. Publicó así el diario ya mencionado arriba: “Sí habrá clases en Colima”. Sólo que aquí declaran juntos ya, los dos secretarios arriba señalados. “Será de manera segura, ordenada y responsable”, así lo dijeron. ¡¿Responsable?!, ¿Acaso es responsable mandar a los niños a las escuelas sin vacuna y con los planteles en casi total abandono material? Pero si la duda de la irresponsabilidad cabe, veamos a continuación la evolución que está presentando la pandemia en todo el Estado.
Yo suelo redactar mis opiniones los días jueves de cada semana, y, desde mi llamado anterior, veamos lo que ha pasado hasta ahora. Si nos atenemos tan sólo a los datos publicados a diario por el medio que ya cité, resulta que en la semana que recién está culminando, es decir, del 19 al 26 de agosto pasado, los contagios crecieron en 2 mil 570 casos, o sea, 321 diarios; y se murieron 154 contagiados, es decir, 19 en cada día. Pero, además, Grupo Milenio publicó el 25 de agosto pasado, que la Secretaría de Salud estatal informó, que, con la detección de la peligrosa variante Lambda en el Estado, suman ya nueve variantes diferentes del SARS-CoV-2 circulando en Colima.
Y ya es algo muy sabido, que la vacuna puede ser una solución. Pero el presidente ya dijo muy claramente antier en Xalapa Veracruz, que no habrá dosis de refuerzo contra covid para los maestros, a menos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo recomiende; no obstante que los creadores de la CanSino, vacuna con la que fueron inmunizados la mayoría de los maestros del país, recomiendan un refuerzo de su vacuna a los 6 meses de su aplicación, según lo publicó Forbes México el 8 de agosto pasado.
Finalmente; lo he dicho ya bastante claro hasta el cansancio, y hoy sólo lo repito: en Colima, con la obsecuencia del gobierno y bajo la 4T, estamos ya en manos de las ocurrencias presidenciales. Pero esa no es toda la tragedia; creo que ahora, ya sin nuestro voto, estamos verdaderamente solos y desamparados. Y ya no hay de otra. Nos veremos entonces en la batalla.
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