Oaxaca vuelve a ser noticia nacional en menos de una semana. Esta vez, se exhibió el colapso del sistema de salud en la entidad. En cadena nacional se denunció la falta de protocolos de seguridad en el Hospital General de Pochutla, que rebasa el 100% de ocupación, lo que provocó que un bebe de dos meses de edad, se contagiara de Covid-19.
Al mismo tiempo, ha sido tema recurrente en los medios locales de información que, de acuerdo al informe Anual de Actividades 2020 del Instituto de Salud para el Bienestar, la 4T determinó abandonar la construcción de 55 hospitales y clínicas repartidos en las 8 regiones del estado. A pesar de que 10 meses después que Andrés López Obrador asumió el poder, en una visita a Huajuapan de León, se comprometió a terminar las obras heredadas de otros gobiernos. Esta situación cobra carácter de escándalo, cuando se ve que mientras el hospital de Pochutla está rebasado, en San Juan Mixtepec, a 1 hora con 40 minutos está el Centro de Salud con Servicios Ampliados (Ceccsa) con un avance de 93% y concluirlo costaría sólo 16 millones de pesos.
Y estando así las cosas en el contexto de la pandemia, en nuestro estado ¿qué hacen nuestros funcionarios y políticos? No se escuchan sus llamados, no se conocen sus gestiones, no se ve una voz que pida a las instancias federales que atiendan estos problemas en una de las entidades que “más quiere y ayuda” el Presidente Obrador. Peor aún, un recuento del presupuesto para concluir esos centros sanitarios, tenía proyectados 719 millones 584 mil 845 pesos, en contraste, en estos tres años de la 64 legislatura, estatal, los diputados se gastaron 2 mil millones de pesos (El Imparcial). Y nadie dice o busca que se recorten estos recursos para dedicarlos a atender la pandemia.
Así las salvadores del país, la 4T no invirtió esta mínima cantidad de dinero para el hospital en cuestión, ni para los otros 54, que hoy estarían salvando vidas y atendiendo a millón y medio de ciudadanos, pero si movilizó a un ejército de funcionarios y se invirtieron millones de pesos en la pasada consulta en la que no se eligió nada realmente.
La realidad ha demostrado que teníamos razón quienes dijimos que Morena y Obrador a la cabeza, no eran la solución para nuestro país, que era equivocado su análisis de la realidad del cual concluían que la corrupción era el peor mal de nuestra sociedad, porque de ese análisis equivocado, surgieron las políticas de cancelación del Seguro Popular, por ejemplo, que a pesar de las deficiencias reales que tenía, hoy se demuestra superior al Insabi, pues los datos del INEGI en el área de la salud, dicen que del 2018 al 2020, 15 millones de personas perdieron el acceso a este vital servicio.
No se vislumbra una ruta política de verdadero desarrollo, encaminado por gobernantes comprometidos con los oaxaqueños, porque los políticos de la 4T, no tienen mucho que ofrecer a la entidad, y porque los de la oposición, ya de entrada están dándose por perdidos, sin pararse a sentar posición señalando, criticando y denunciando a la Federación que le recorta el presupuesto a Oaxaca, para que cuando menos los oaxaqueños les reconozcan valentía y entereza en la defensa real de nuestra entidad.
Es hora ya de que los relegados y afectados por las erróneas políticas gubernamentales, dejen de esperar la llegada de un salvador, confiando en los discursos y promesas de quienes se lanzan a la búsqueda de un puesto de elección y se desgarran las vestiduras, gritando a los cuanto vientos que su mayor deseo en la vida es “servirle a su comunidad, municipio, estado”.
El verdadero pueblo, no el de los ciegos seguidores de Obrador a quienes controla por los engañosos apoyos que les brinda, sino el que está formado por todos los sectores sociales que sostienen a México con su esfuerzo y trabajo productivo, debe empezar empezar a confiar en sí mismo, partiendo del hecho que en él descansa la fuerza productiva de nuestra nación y por tanto, de sus hijos, surgirán los políticos con un verdadero compromiso con el país.
Lo único que tenemos que hacer, es poner a ese gigante de pie y la realidad nos grita que ha llegado la hora. Los antorchistas por lo pronto, estamos listos para sumarnos, con nuestra fuerza de masas, con nuestra experiencia y resultados de 47 años en la lucha social.
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