En el momento de la historia humana en que ocurre la transformación de la sociedad comunista primitiva, en sociedad dividida en clases; la educación tiene por problema propio: luchar contra las tradiciones del comunismo de tribu; inculcar que las nuevas clases dominantes no tienen otra finalidad que asegurar la vida de las clases dominadas, y vigilar atentamente el menor asomo de protesta para extirparlo o corregirlo.
El ideal pedagógico, naturalmente, no puede ya ser el mismo para todos; no sólo las clases dominantes cultivan uno muy distinto al de las clases dominadas, sino que procuran, además, que la masa laboriosa acepte esa desigualdad impuesta por la naturaleza de las cosas, y contra la cual sería locura rebelarse (Ponce, 1975: 28).
Son eternas las veces que los ideólogos e intelectuales de los diversos grupos políticos, que están en el poder, nos hacen creer que se crean planes y programas de estudio que realmente benefician a nuestros niños y jóvenes y que, gracias a la nueva manera de brindar educación, nuestro país saldrá adelante. Retomo el texto de las conferencias impartidas por Ponce, porque es necesario dejar claro cual es la finalidad de la educación en una sociedad dividida en clases, como la de México: crear mano de obra barata y lograr que la clase que está en el poder, se perpetue en el poder.
En últimas fechas hemos escuchado que el Gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP), trabaja en la creación de una nueva propuesta curricular y un plan de estudios distinto en el cual se plantea formar seres humanos sensibles, empáticos, con conciencia social, capaces de tender la mano a quien lo necesite, de rebelarse contra las injusticias, de responder con paz a la violencia, de enfrentar con honestidad a la corrupción, de convertir en solidaridad el egoísmo, un sinfín de valores que no corresponden en nada al sistema económico en el que nos desenvolvemos, algo así como la guerra del presidente contra el neoliberalismo, mientras camina agarrado de la mano de los máximos representantes y beneficiarios del mismo
La nueva propuesta curricular plantea cuatro campos formativos: Lenguajes; Saberes y Pensamiento Científico; Ética, Naturaleza y Sociedad y De lo Humano y lo Comunitario, y concibe al aprendizaje como un proceso integrador de los distintos saberes y valores humanos. Reconoce la autonomía curricular de los maestros para decidir sobre su ejercicio didáctico.
Todo este cambio se debe, según la autoridad, a que existen muchos problemas por la pandemia, pero agravada por antiguos problemas como la violencia y la corrupción. Esto se escucha bien, aun sin saber la manera en cómo se aterrizará esta teoría y lo peligroso que puede llegar a ser que los maestros no tengan ninguna línea de trabajo, que no exista ningún mecanismo de evaluación y que no existan los recursos suficientes para todo lo que esta propuesta requiere.
Decía al comienzo de este escrito que atender la educación en México no es prioridad para la clase gobernante, y el presidente Andrés Manuel López Obrador no es la excepción, ya que la mayoría de sus discursos y programas son populismo puro, esta ocurrencia de crear un nuevo modelo educativo es parte de ese populismo, se puede demostrar en la manera que surge y la urgencia porque se de a conocer con los maestros y estos participen en su creación.
Invito al presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador a que las cosas importantes las trate con la importancia que se requiere, a que, si realmente quiere que la educación en México mejore, le asigne un presupuesto suficiente para construcción y arreglo de instalaciones, mejorar el salario de los maestros, crear ciencia y tecnología en las universidades y se cree un plan y un programa de estudio con base en las necesidades reales de nuestros niños y jóvenes.
Si no es así, todo es simple populismo y la prueba clara de que no está interesado más que en seguir creando mano de obra barata, como dije al principio.
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