Los niños y adolescentes mexicanos, el sector de la población más abandonado y afectado por la pandemia de covid-19, continúa siendo víctima de las indolentes decisiones del Ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, y su gabinete de salud.
Desde hace meses, expertos y organismos nacionales e internacionales aseguran que los niños deben ser vacunados, pero, en nuestro país, no sólo se les negó el biológico por mucho tiempo a los adolescentes con enfermedades o comorbilidades, sino que ahora, el presidente de la república impugnará la decisión del juez federal que ordenó modificar el Plan Nacional de Vacunación (luego de que la madre de una menor de 18 años de edad interpusiera un juicio de amparo) para que los 13 millones de menores de 12 a 17 años de edad tengan la posibilidad de ser inoculados, dejen de exponerse sin protección al coronavirus SARS-CoV-2 y su retorno a las aulas y a sus actividades sean seguros.
El presidente no entiende de razones ni de ciencia. En mayo de este añs, la Asociación de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó el uso de emergencia de la vacuna BioNTech de Pfizer en menores de entre 12 y 15 años de edad. En junio, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios de México (Cofepris) aprobó el uso de emergencia de la vacuna BioNTech en los menores de edad, tras cumplir “con los requisitos de calidad, seguridad y eficacia necesarios para su aplicación en adolescentes”. En julio, el Grupo Asesor Estratégico de Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que la vacuna de Pfizer era segura y eficaz para los menores de 16 años y recomendaba su uso. Expertos estadounidenses afirman que, aunque la enfermedad de covid-19 puede no ser tan agresiva entre los menores de edad (aunque se han reportado miles de hospitalizaciones graves entre varios de ellos), su vacunación no deja de ser necesaria e importante para proteger a la sociedad. La doctora Amy Edwards, médica asociada de Control de Infecciones Pediátricas en el Hospital UH Rainbow Babies and Children´s de Cleveland asegura que los “menores no tendrían que vacunarse si todos los adultos lo hicieran. Creo que entonces habría tan poca propagación en la comunidad que no sería un problema. Sin embargo, sabemos que una gran parte de los adultos no se van a vacunar, y eso deja a algunos niños vulnerables, y por eso necesitan la vacuna”. El doctor Sean O´Leary, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Hospital de Colorado, también alienta la vacunación: “cuantas más personas podamos vacunar, más vidas podemos salvar, eso incluye a los niños”. En octubre, juzgado séptimo de Distrito con sede en Naucalpan, Estado de México, México ordenó al Gobierno federal que el derecho a la salud de la menor debía ser garantizado y debía aplicársele la vacuna BioNTech “como ya ocurre en otras naciones”.
No obstante, la respuesta negativa del presidente mexicano no se hizo esperar, y como si se tratara de otro experto en salud aseguró “que no comprará vacunas para niños hasta que no se analice científicamente si lo requieren. No al desperdicio, no a lo superfluo, primero lo necesario”. En la misma sintonía, el subsecretario mexicano de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, contradiciendo a lo dicho por él mismo el 24 de junio (“Cofepris autoriza la vacuna Pfizer para los mayores de 12 años… es una noticia que permitirá seguir protegiendo al pueblo de México”) aseguró que no hay evidencia científica de que se requiera vacunar a los menores, pero sí “hay una poderosa campaña de opinión impulsas por las farmacéuticas en tres temas: vacunación de menores, terceras dosis y variantes”.
Al 16 de octubre de este año, hay 3,749,860 casos confirmados y 284, 008 mexicanos fallecidos. Al 7 de septiembre, la Secretaría de Salud federal reportaba 232 mil 428 menores infectados, 9,864 habían sido internados y 750 defunciones (SIPINNA). La población con esquema completo de vacunación apenas es de 40.72%, las vacunados a medias, 13.53% y 45.76% aún no han recibido ninguna dosis. Faltan millones de adultos de vacunarse y de tener la posibilidad de hacerlo y, por tanto, de reducir el riesgo de contagiar a los menores.
En ningún país del mundo, ni un presidente ni su gabinete se han opuesto con tanta enjundia a vacunar a los menores y salvar vidas como en México. Qué otra evidencia necesitan ambos funcionarios para entender que los adolescentes mexicanos están en riesgo, se han muerto y deben ser vacunados. Qué otra evidencia necesitan ambos funcionarios para entender que invertir en más vacunas contra la covid-19 y en el menor tiempo posible nunca será un desperdicio ni un acto superfluo ni innecesario, cuando varios hospitales de privados de México ya están vacunando a sus médicos cada seis meses. México está lejos, muy lejos de la inmunidad del rebaño con este inamovible plan de vacunación. La enfermedad covid-19 llegó para quedarse y, por tanto, la vacuna debe aplicarse periódicamente, pero el timonel de este país parece no entenderlo.
La vacunación de los adolescentes mexicanos no debe seguir dependiendo de la voluntad de un solo hombre, urge que los padres familia, los estudiantes, los maestros, los profesionistas y científicos conscientes sigamos denunciando esta negligencia criminal en contra de los menores mexicanos, los más desatendidos por el Gobierno morenista en esta pandemia y cuyos daños colaterales tal vez sean irreversibles si seguimos permitiendo que continúen contagiándose y muriendo.
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