Un niño sin educación es como un pájaro sin alas
Proverbio tibetano
El pasado 27 de abril de 2024, los periódicos Reforma y El Universal publicaron artículos muy alarmantes para los mexicanos, titulados: “Alertan sobre salida de México de PISA” y “La OCDE urge a México a no salir de la prueba PISA”, respectivamente, donde se señaló la preocupación de especialistas en política educativa ante el desdén de López Obrador por el parámetro educativo que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) viene realizando desde el año 2000, con el argumento de que “todos estos parámetros se crearon en la época del neoliberalismo”, como afirmó el mandatario en diciembre de 2023.
México, en la prueba PISA 2022, descendió de manera alarmante en los campos de matemáticas (-14 puntos), ciencias (-9 puntos) y lectura (-5 puntos), lo que nos colocó en el lugar 51 de 81 países, encendiendo las alertas sobre el retroceso educativo de nuestro país tras la pandemia, además de evidenciar el resultado de la gestión de López Obrador, mismo que desacreditó el resultado y no asumió responsabilidad al respecto, pues como ya nos tiene acostumbrados, el mandatario siempre tiene “otros datos”.
La política de López Obrador ha sido electoral desde el principio, y desafortunadamente la educación no quedó fuera de la fórmula.
Reforma nos dice que para estas fechas, México debió entregar a la OCDE la documentación para formalizar su participación, así como su aportación económica, cosa que no ha ocurrido, sin olvidar que en 2021 se llevó a cabo una prueba piloto en la que México no participó, además de dejar de asistir a las reuniones de planeación.
El Universal publicó que ante estos hechos, el director de Educación y Competencias y asesor especial sobre Política Educativa de la OCDE, Andreas Schleicher, escribió una carta solicitando a la presidenta de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), Silvia Valle Tépatl, que se continúe con los estudios necesarios para aplicar la prueba PISA en 2025, ya que, dijo, se encuentra en riesgo.
El Gobierno morenista de López Obrador ya ha cometido otras mutilaciones a la educación de nuestro país, tales como la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), la prueba nacional Planea, dejó de lado las evaluaciones regionales de Ercellece de la Unesco para América Latina y, desde luego, la casi nula inversión en instituciones de todos los niveles para su mantenimiento, cuidado, actualización y mucho menos para la creación de más escuelas, salvo las que permiten llevar a cabo su campaña política. Es antipedagógico y demuestra que no existe un compromiso de este Gobierno con la educación.
La política de López Obrador ha sido electoral desde el principio, y desafortunadamente la educación no quedó fuera de la fórmula. Si bien es cierto que los diferentes programas de becas como Benito Juárez o Bienestar han sido del agrado de la población, no se está trabajando para que nuestros niños, niñas y adolescentes (NNA) se formen en las artes, las ciencias, la lengua y en el deporte, y la prueba PISA ha servido por más de 20 años como diagnóstico, mismo que hoy AMLO pretende hacer a un lado, pues se contrapone con su labor populista y demagógica.
Nuestro país vive un proceso electoral muy importante, en el que ninguno de los candidatos representa la voz de la ciudadanía. Por un lado, se pretende continuar con esta estampida de errores; por otro, regresar al pasado. Se acerca el momento en que el pueblo ponga manos a la obra, se acerca el momento de dejar de interpretar al mundo y llegó la hora de transformarlo.
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