En términos generales, se sabe que el “interregno” es un periodo de tiempo en que un Estado o país carece de soberano; se refiere también al período en que están suspendidas las funciones gubernamentales por la ausencia misma de gobierno. El origen del término viene del latín, inter- (entre), y regnum (soberanía o reinado). Históricamente, se reconoció el interregno entre las antiguas monarquías que no contaban con una sucesión hereditaria debidamente reglamentada, o una vacancia (sustituto temporal del monarca), jurídicamente determinada. Hablamos pues, en términos históricos, del período transcurrido entre el fin del reinado de un monarca muerto o destronado, y la asunción de su sucesor. Por tanto, mientras más largo era un interregno, mayor también era el desorden y las guerras civiles y de sucesión que provocaba, así como también, el vacío de poder llenado por la invasión de un poder extranjero, o la emergencia de un nuevo poder interno.
Por tanto; mutatis mutandis pues, yo digo que el periodo actual que estamos viviendo y sufriendo en Colima, que comenzó con la derrota electoral de 90 años de priismo ocurrida el 6 de junio pasado, y que, bien a bien, no se sabe aún si terminará con el primer año de Gobierno de la morenista Indira Vizcaíno Silva; se parece más bien a un tipo moderno e inédito de interregno político, donde las fuerzas políticas estatales emergentes, y otras no tanto, pero aprovechando igualmente el vacío de poder ya evidente, están haciendo todo cuanto pueden para hacerse con los cotos de poder, o mantener los que tienen, en el sexenio que viene.
Pero, ¿acaso piense usted estimado lector, que miento o exagero a propósito para ganarme el favor de su fina y amable atención? Nada de eso. Las evidencias son más que elocuentes. Si me ocupo insistentemente del tema es, porque veo que el sector de colimenses tradicionalmente marginados y empobrecidos, es el mismo que hoy sufre verdaderamente las consecuencias de esta lucha intestina en términos políticos.
Es cierto que no hay guerra civil ni de sucesión en Colima, pero el desorden en la gobernabilidad ya es tal que no tiene comparación alguna en la historia reciente del Estado. La quiebra financiera anunciada por el gobierno actual, y sus consecuencias, no es sino sólo la manifestación más tangible del desorden que refiero. No sólo afirma el gobierno que ya no tiene dinero ni para los salarios ni las prestaciones de sus trabajadores, dice que tampoco tiene ni para el pago del combustible de los vehículos de la policía estatal, de la fiscalía, de protección civil ni de los bomberos. Y el caos ya se deja sentir por todo el Estado.
Pero la consecuencia más injusta no es aún la que padecen los trabajadores del Estado, pues, dígase lo que se diga, la legislación laboral vigente referente al tema los protege por ley. Son todo el resto de los colimenses quienes verdaderamente sufren, y sufrirán, no sólo en este período especial la falta de un gobierno verdaderamente popular, donde no sólo me refiero al que esta finalizando. No olvidemos que el problema presupuestario actual del gobierno, no terminará con la insolvencia financiera del período de José Ignacio Peralta, ni tampoco con el ejercicio fiscal anual del 2021. Ya la gobernadora Indira se adelantó al declarar a los medios, lo que seguramente nos esperará en su gestión: “Anticipa Indira que le heredarán deuda de más de $8.5 mil millones” (Diario de Colima, 12/8/2021). Y recientemente también afirmó: “Ha gastado Nacho $180 millones de la próxima administración” (mismo medio, 21/09/2021)
Sea cierto o no lo que declaró la gobernadora a los medios, los integrantes del Movimiento Antorchista insistimos ya en varias ocaciones frente a Casa de Gobierno, reclamando que urge poner atención tambien a las familias más desamparadas de todo el Estado. Y tan sólo para el periodo que estamos analizando, lo que exigimos los antorchistas es de elemental justicia: 1) que se dote de apoyo alimentario (despensas), a miles de colimenses que sufren las consecuencias del desempleo, la pandemia y de la temporada de huracanes. 2) Que se apoye con láminas para reparar los techos de cientos de familias carentes de recursos económicos suficientes; 3) subsidio del 50% para la compra de insumos agrícolas (fertilizantes), a un grupo de productores que viven de los productos que obtienen de sus pequeñas parcelas.
Además, 4) apoyo para que 200 familias del municipio de tecomán, puedan adquirir un predio para edificar sus viviendas, mismo predio que en el pasado compró el gobierno con recursos públicos para desarrollar vivienda popular; 5) obra pública básica (agua potable, drenaje y electrificación), para la colonia magisterial creada por maestros de EMSAD y TBC; y 6) apoyo para desarrollar urbanamente, siete colonias populares en cinco municipios del Estado, en beneficio de 1,350 familias cuyos predios fueron adquiridos legalmente con sus propios recursos.
Y como ya dije, he aquí, parte de los miles de colimenses que están sufriendo también las consecuencias de esto, que parece un nocivo moderno interregno entre el gobierno que ya se va, y el otro, aquel que aun no llega completamente, pero que ya dice claramente lo que nos espera.
Y sólo para completar la tragedia que estamos viviendo, y caracterizar bien a bien el periodo especial que estamos sufriendo, veamos cómo se atendió la pandemia en este período que refirero. Al día de hoy, se informa en los medios que superamos ya los 2 mil colimenses muertos por pandemia; 2 mil 9 decesos para ser exactos. Al día 6 de junio pasado, el Sistema Estatal de Vigilancia Epidemiológica, informó que habían muerto por Covid 1, 288 colimenses, y se tenían confirmados 11 mil 342 casos acumulados de contagio. Para hoy, como ya dije, son 2 mil 9 los fallecidos y 29 mil 239 los casos acumulados. Es decir, en este periodo especial postelectoral, sumamos ya 721 muertos, 35% más, y 17 mil 879 (61% más) casos confirmados acumulados. Cierto, en este moderno interregno no hubo guerra civil ni de sucesión, pero aún así, los muertos se siguen acumulando. ¡Alto a la insensibilidad gubernamental! Nos vemos en la batalla.
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