Es importante que la clase trabajadora no lo olvide; la clase política está compuesta, en su inmensa mayoría, por personas que tienen dinero o que buscan mucho dinero. De tal manera, que es muy común que los destinos políticos de municipios y localidades los lleve una camarilla de oportunistas con amplias posibilidades de establecer relaciones políticas, de financiar actos de campaña -casi siempre anticipados y al margen de la ley- corromper organismos y funcionarios a su favor, comprar notas periodísticas y diseñadores de imagen, en fin, toda la infinidad de ventajas que le proporciona su dinero; es decir, estos adinerados locales y regionales tienen el recurso económico de sobra para jugar elecciones y ganar; no encabezan proyectos sociales en beneficio de todos, se meten a la política sólo con el interés de invertir económicamente: ganar un puesto en la administración pública significa usarlo para su beneficio absolutamente personal; los caciques y ricos de los pueblos ven en la política una oportunidad para impulsar o crear nuevos negocios.
Su ambición los aleja, como es lógico, de los intereses de los trabajadores; sin embargo, estos ricos usan la más descarada de las hipocresías, fingen comer como pobres, viajar como pobres y preocuparse por los pobres, pero en el fondo les interesa un comino los problemas de sus vecinos; en el fondo, los políticos ricos no sufren lo mismo que la gente que pretenden gobernar; no les quita el sueño si hay días calurosos para trabajar en el campo, si no hay trabajo bien pagado, si aumentó el precio de la tortilla, del gas, de la luz, si no hay transporte necesario para ir al médico, si los medicamentos están muy caros; repito, por una razón muy simple: ellos no sufren lo mismo que las amas de casa, obreros y campesinos de sus municipios.
Es común, por esto, que vayan de partido en partido, saltando como ratas que huyen de barcos que se hunden: hoy son priistas, mañana panistas, pasado, morenistas o verdes. Van donde los dejen hacer negocios con la política.
En los municipios conocemos a esta sarta de bribones. Pero por si hubiese dudas para identificar a estos falsos redentores pregúntese: ¿qué hicieron ellos para enfrentar los problemas sociales, que dicen que van a solucionar, antes de ser aspirantes o candidatos? Si se quejan de que con ellos nunca habrá basura en las calles, por ejemplo: ¿por qué cuando eran ciudadanos no actuaron, aunque sea encabezando una brigada para barrer y limpiar su colonia? Hay gente de esta calaña que se queja de la inacción de los gobiernos ante desastres naturales, pero, ellos mismos, aunque sean dueños de grandes tiendas, tierras y bodegas, ni una sola migaja regalan a los brigadistas que sí participan para mitigar a estos siniestros; ellos se encuentran muy cómodos en sus casas y en sus negocios. Así se las gastan.
Otra manera de identificarlos es respondiendo, ¿cómo plantean la solución de los grandes problemas que sufre la gente? Si todas las soluciones que proponen se deben a la inteligencia, eficacia, bravura, de su persona, no son soluciones reales, son mentiras, son patrañas. El estudio de la realidad nos enseña: los problemas sociales requieren soluciones sociales, no individuales; cierto es que los esfuerzos deben ser coordinados por una persona o un grupo de personas, pero éstas no son nada sin la organización, participación y respaldo constante de la gente. Si estos políticos avariciosos te presentan las soluciones por las virtudes de ellos mismos, como si fueran superhéroes, es muy probable que te estén tomando el pelo.
A estas alturas debemos tener por seguro que los problemas que sufren los campesinos deben ser solucionados por la organización y trabajo colectivo de los propios campesinos, y no de un señor o señora que no sufre de estos problemas. Es necesario romper con la idea de que todo se compondrá, solamente, eligiendo bien a un político súper bueno, porque eso nunca ha ocurrido, ni ocurrirá. Los problemas como la falta de agua, carencia de medicinas y servicios de salud, por ejemplo, se solucionan luchando unidos contra quien se oponga a que estos derechos estén al alcance de todos.
¡Ponte muy listo, ciudadano y ciudadana de Santo Domingo! Quien usa la calumnia, la mentira, la saña, la mala fe para buscar “un hueso” en la política no quiere tu bienestar, quiere aprovecharse del puesto para hacerse más rico o solo por vanidad: tener el orgullo de gobernar a otros más “jodidos”. Es tiempo de tener memoria y honor, porque son requisitos para luchar con esmero por un auténtico bienestar para todos.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario