La deuda de México asciende al 48.9 % de su PIB. La deuda pública habrá aumentado 5.2 puntos porcentuales del 2018 al 2024. Peña dejó la deuda en 43.6 % y Calderón en 35.6 % del PIB, de acuerdo con información de los Criterios Generales de Política Económica (CGPE).
En el 2018, la deuda era de alrededor de 10.6 billones de pesos; para el 2024 aumentó a 16.8 billones de pesos (datos del actual mandatario del país).
De acuerdo a esto, la deuda por mexicano, aproximadamente, pasó de $84 mil en el 2018 a $126 mil para 2024. Se estima que para el 2030 la deuda per cápita será de 174,794 pesos.
No hay finanzas sanas para nuestro país; por el contrario, tenemos finanzas muy enfermas que ha venido empeorando la 4T. Los apoyos sociales directos han demostrado que no detonan el crecimiento económico.
La tendencia es que la deuda crezca; algunos la han llamado la deuda eterna. Me recuerda a las deudas de los siervos en las haciendas, donde los hijos y nietos, aun por venir al mundo, ya tenían su vida vendida con el terrateniente.
El actual Gobierno es lacayo del capital financiero estadounidense e inglés, así como de las instituciones financieras internacionales: “Al cierre de enero de 2024, la deuda bruta externa del Sector Público Federal se incrementó marginalmente, con respecto al mismo mes del año anterior, derivado principalmente de las estrategias de financiamiento y manejo de pasivos del Gobierno de México… Debido a diversos factores como: el efecto del ‘nearshoring’ y la expansión económica, para enero de 2024, la deuda externa con Estados Unidos… cerró en 113 mil 59.1 millones de dólares, lo que representó un aumento de 5.2 por ciento. También se incrementó la deuda con Inglaterra… alcanzando un saldo de 16 mil 928.3 millones de dólares, lo que significó un crecimiento de 15.2 por ciento, mientras que la deuda con otros países… ascendió a 17 mil 474.8 millones de dólares” (Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Información de Finanzas Públicas y Deuda Pública, enero de 2024).
El presidente repitió hasta el cansancio que no endeudaría más al país. No obstante, tan sólo para este último año de su administración, el paquete económico 2023-2024 contempla ingresos de 7.3 billones de pesos y gastos por 9.06 billones de pesos, sumando un déficit de más de 1.7 billones de pesos.
Pregunta: ¿de dónde saldrá ese dinero? Deuda y más deuda. Las intenciones son buenas; sin embargo, los resultados están a la vista.
Por otro lado, los ingresos por ataque a la corrupción y por el recorte de uñas a los magnates no se ven por ningún lado. El modelo de entrega de dinero es insostenible, dado los factores económicos nacionales.
La puerta de salida, de acuerdo con la política económica morenista, será más deuda o más impuestos al pueblo. Sin embargo, la primera es muy riesgosa por los altos intereses que año con año también se tienen que presupuestar.
El costo de la deuda pasó de 615 mil 040.6 millones de pesos en el 2018 a 1.26 billones de pesos en el 2024, un crecimiento de 53.3 %, de acuerdo al Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP). Aclaremos que hay intereses que se pagarán a largo plazo, a 3, 5 y hasta 10 años (la participación de este tipo de deuda representa el 96.3 %, Centro de Estudios de Finanzas Públicas, CEFP 20-03-24).
Otro dato interesante, dada la relación con el periodo electoral: El déficit presupuestario, de acuerdo al CIEP, de enero a abril de este año fue 6.4 veces mayor al del mismo período de 2023.
El déficit presupuestario o en su caso superávit de un país es igual a los ingresos presupuestarios menos el gasto neto. En el primer cuatrimestre de este año, el gobierno gastó 377 mil 540.8 millones de pesos más de lo que había programado gastar.
El aumento en el gasto programable, según cifras oficiales, fue del 24.2 %. Es curioso ver que en pleno proceso electoral se haya disparado este dato. No es poca cosa.
No hay finanzas sanas para nuestro país; por el contrario, tenemos finanzas muy enfermas que ha venido empeorando la 4T. Los apoyos sociales directos han demostrado que no detonan el crecimiento económico.
Los capitales financieros hacen negocio redondo para ver crecer su riqueza a través de la usura, por los intereses tan altos que cobran, pues el capital para que se mantenga y crezca se debe invertir; el dinero no se reproduce por sí solo.
Los gobiernos salientes y entrantes saben que ellos no pagarán la deuda; los intereses de la deuda los ha pagado el pueblo trabajador con su sudor, traducido en impuestos.
Los trabajadores logran el funcionamiento del Estado y hacen crecer las fortunas del capital productivo con “la parte excedente de la jornada de trabajo”. No es justo que se le cargue todo a la clase trabajadora. Si en verdad los diputados, senadores y la presidenta electa están con el pueblo, deben proponer una tasa de impuestos progresiva, donde el que acumula fortunas contribuya y el que apenas sobrevive, no pague.
El cobro del impuesto progresivo debe ir acompañado con una política redistributiva del gasto público. Un ejemplo de esto sería la creación y el mejoramiento de hospitales públicos y acceso a medicamentos, para que los que menos tienen y requieren de estos servicios, destinen menos recursos propios.
Eso aliviaría la carga tan pesada que ya lleva el pueblo a diario, y eso es lo que debemos exigir al gobierno entrante todos los que trabajamos para comer. Hasta hoy, la deuda de hacerle justicia al pueblo sigue pendiente.
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