La educación es uno de los factores que más influye en el avance y progreso de las personas y, por tanto, de sociedades enteras. Además, promueve conocimientos y enriquece la cultura, el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos.
Sin embargo, hablar de la educación en México resulta algo complicado porque existen diversos problemas en el sistema educativo mexicano que son consecuencia de las condiciones políticas y económicas actuales. Estos problemas son innegables: la insuficiencia en la oferta educativa, el escaso personal docente, la falta de materiales didácticos y pedagógicos, la nula actualización de programas y planes de estudio, la nefasta infraestructura y estado de las instalaciones escolares, el bajo desempeño de los alumnos, la reducida cobertura en los servicios, la decadente calidad educativa, entre otros indicadores.
En esta ocasión, quiero referirme a uno de los principales problemas, que en mi opinión, es de los más graves: la brecha social y económica que existe en la niñez mexicana para tener acceso y ejercicio pleno al derecho a la educación, el cual, se vuelve menor cada día para los grupos vulnerables que viven, principalmente, en zonas rurales.
Llama la atención algunos datos que nos brinda el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), organismo que se encarga de promover, cuidar y defender los derechos de los niños y niñas en todo el mundo. Éste nos dice que, en México, alrededor de 1.4 millones de niños y jóvenes en edad estudiantil invierten tiempos excesivos de traslado a sus instituciones, principalmente en las comunidades rurales; por ejemplo, en las zonas montañosas o sierras de los estados de Guerrero, Oaxaca o Chiapas, donde los niños caminan hasta cuatro kilómetros diarios para llegar a su escuela. Ésto revela que, en estas comunidades rurales, seis de cada 10 jóvenes de entre 15 a 17 años se encuentran viviendo aislados y sin escuelas cercanas.
Asímismo, este organismo nos dice que, en el plan de estudios único para educación básica no se contempla a las personas con capacidades diferentes ni a hablantes de lenguas indígenas; realidad que vemos no sólo en las escuelas rurales, sino también en las escuelas de las zonas conurbadas donde las instituciones educativas no cuentan con rampas que permitan mejores condiciones de movilidad y acceso a niños con capacidades diferentes. Y en efecto, suele pasar que en las escuelas rurales los niños que hablan su lengua madre como el náhuatl, otomí, mixteco, purépecha etc., se topan con la dificultad de que los maestros no entienden algunas de estas lenguas indígenas, y por tanto, el aprendizaje de estos niños se vuelve más complejo.
Es increíble que en la actualidad, el 36.2% de los profesores de primarias indígenas no cuenten con programas de estudio y es inconcebible que los niños de estas escuelas tengan el nivel más alto de demora para la entrega de los libros de texto gratuitos.
El problema es grave y nos debe incomodar, querido lector. En México existen más de 4 millones de niñas, niños y adolescentes que no asisten a la escuela y por si fuera poco, unos 600 mil están en riesgo de abandonarla por falta de recursos económicos, conclusión cruda pero real: 3 de cada 10 adolescentes de 15 a 17 años de edad se encuentran fuera de la escuela.
El Gobierno mexicano debería dimensionar las consecuencias que conllevan el abandono escolar y su impacto en las personas durante el resto de su vida. No ir a la escuela deja a la deriva a las generaciones futuras del país, les impide desarrollarse plenamente, limita sus oportunidades laborales y dificulta que ejerzan plenamente sus otros derechos. Es obligación del gobierno pugnar por desarrollar proyectos y políticas públicas que permitan promover el acceso de niños, niñas y adolescentes a una educación de calidad, inclusiva e integral, para así lograr erradicar por completo el terrible problema del abandono escolar.
Desafortunadamente, este gobierno de la Cuarta Transformación, de Andrés Manuel López Obrador, deja de lado a la educación, no se han acometido los verdaderos problemas en el sistema educativo. El gobierno de Morena ha destinado presupuestos a la educación que, por cierto, desde su ejecución hasta ahora, en lugar de incrementarse han ido disminuyendo, sin importarle siquiera que después de la pandemia los problemas en las escuelas se agudizaron y requieren mayor atención presupuestal. Este año el fondo destinado a la educación básica, por ejemplo, ha sido el más bajo en los últimos 16 años, mientras que en 2007 fue de 13.55% del total del presupuesto, en 2023 se ejercerá sólo el 9.46%.
Éste gobierno de izquierda que presumía grandes logros está lejos de velar por los intereses de las mayorías de este país. Andrés Manuel López Obrador, quien llegó al poder abanderando las causas populares, ha resultado ser un charlatán, un títere más del sistema imperialista, al cual le favorece una niñez sin educación, un futuro cegado y engañado bajo el opio de dádivas materializadas en tarjetitas para calmar el hambre de tres días, sin importarle, en lo más mínimo, que el país se esté cayendo a pedazos.
Remarco que a los únicos que les conviene hacer crecer generaciones futuras sin educación, son a aquellos que a diario se esmeran por seguir explotando la fuerza de trabajo de las mayorías a costa de lo que sea. Son ellos, la clase adinerada que se sigue enriqueciendo a diario conservando el poder.
Por ello, es justo, necesario y urgente que México cambie de modelo económico, pero esto solo se puede lograr con la participación del pueblo organizado, el cual debe luchar un día y el otro también, por la ejecución de nuevo proyecto de nación, que tenga como fin un país más justo y equitativo para todos y ese proyecto solo lo tiene el Movimiento Antorchista Nacional.
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