De la peor manera los mexicanos lidiamos con la pandemia más destructiva en la historia de la humanidad. De la peor manera, por la fallida política de salud nacional implementada por un gobierno que se autonombra la esperanza de México, la de los pobres, que, a casi tres años de gobierno, los desatinos, son a ojos vendados, como en la fiesta con piñatas; no más no da una. Entre las ocurrencias, entre mayor sea el desatino, más algarabía y más música estruendosa en las mañaneras, para ocultar los más graves males del país; como esta última: “llueva, truene o relampaguee, habrá clases presenciales”.
Pero, ¿quién en su sano juicio, estará en contra del regreso a clases presenciales? Creo yo que ningún padre de familia con niños en edad escolar, podrá negar la urgencia de las clases asistidas por maestros. Aunque, ¿existen condiciones para este anunciado retorno escolar? ¿Hay garantías reales para no llorar la suerte que les espera a nuestros niños el día de mañana? El riesgo de contagios y fallecidos por covid-19 es escandaloso, y cobra mayor contagio con esta nueva mutación llamada Delta, y creo que no se deben regresar a clases a los estudiantes hasta que estén vacunados un setenta por ciento de la población mexicana. El riesgo es demasiado alto, el precio ese de, “que todos debemos de correr riesgos”, cae en lo absurdo, el dolor y el sufrimiento que causará solo puede pregonarlo una mente enferma y suicida. Veamos.
La actitud del presidente López Obrador, desde hace más de 18 meses cuando inició la pandemia, ha sido de un despreció total por la vida de su pueblo. Según datos oficiales, desde hace unos días, ya cargaba en su cuenta de muertos, solo por covid-19, a más de 252 mil almas; una gran pérdida humana, una tragedia para nuestro pueblo que bien pudo evitarse, como en algunos países con políticas públicas de salud más humanistas; donde la riqueza social tiene el fin común, un beneficio colectivo. Como Cuba, Vietnam y China, solo por mencionar algunos. China, un país gigantesco por la cantidad enorme de sus habitantes y por su territorio, diez veces más que nuestro país, aproximadamente, tiene muy pocos muertos, muchos menos que nuestro país, por haber reaccionado con medidas sanitarias preventivas, rápidas y oportunas, como las pruebas masivas anticovid a la población sospechosa, el cierre de fronteras, la atención especial y focalizadas a sectores infectados, así como la disposición de personal de salud para darle atención y seguimiento a los infectados; atención total y disposición de los recursos económicos necesarios para detener un mal que amenazaba con diezmar a la población oriental; pero hoy, con un resultado positivo para la población que salta a la vista, pocos, muy pocos muertos que el pueblo chino tiene que lamentar. Mientras en México, un país con abundante riqueza natural que el pueblo trabajador le arranca a la madre tierra, produciendo los más diversos frutales, hortaliza, cereales, etc., etc.; tiene una población enferma y mueren por miles a lo largo y ancho del territorio, un pueblo que carece de medicamentos, centros de salud equipados con personal médico suficiente. ¿Es ésta la esperanza para los pobres de la 4T?
Mal, muy mal estamos, y para muestra un botón. Don José, angustiado al ver a su familia donde todos se quejaban por una incómoda gripe, y a la vez todos presentaban una temperatura corporal arriba de lo normal; más por miedo y exigencia de familiares, que por ganas de visitar un hospital y probar su estado de salud, visitó en la tarde noche el Hospital Regional, para una prueba covid. “Ningún personal de salud se encontraba en el área covid; un guardia del hospital fue quien se acomidió a buscar a alguien que pudiera atenderme. Una enfermera, a prudente distancia, dijo: -a esta hora nadie puede atenderlo, pero mañana a las 12 del mediodía, podremos apoyarlo-.” Al día siguiente, puntual a la cita llegó como un enamorado; planteado el asunto a una doctora más protegida que un astronauta, aunque con amabilidad, le dijo que en ese lugar solo se hacían pruebas covid a personas con mucha urgencia respiratoria. “Y me envió con toda mi familia a un centro de pruebas covid, allá por la calle Ignacio Sandoval y avenida San Fernando, a una unidad médica móvil de enfermedad respiratoria viral”. Concluye así don José: “Al llegar, una señorita que no portaba ninguna identificación visible ni una bata del centro de salud, me informo que no se me podía atender en aquel día ya que las fichas para las pruebas de este día estaban agotadas, y sólo al día siguiente, a las 11 de la mañana si madrugaba, podría ser atendido. Mi familia fue atendida al día siguiente, con una prueba rápida covid (un hisopo introducido en ambos orificios nasales para extraer materia para su análisis) y probar con asombro que estábamos todos infectado por SARS-CoV-2”.
“Cuídese usted y su familia y no salga de casa”, así le dijeron, al tiempo que le entregaban una receta con los medicamentos necesarios. “Compre estos medicamentos, y los toma tal y como están indicados: Vitamina C + zinc tab, vitamina D3, Tylex, aspirina, azitomicina, laratadina/betametasona, Ivermectina y oseltamivir”. Pero, al cotizar el costo de los medicamentos recetados a don José, descubrí con mucha tristeza, que nuestro gobierno nos tiene muy abandonados a nuestra suerte.
Concluyó que no hay personal de salud suficiente para atender un problema grave de salud, como el que estamos viviendo; no hay centros médicos de salud para las pruebas respiratorias, que estén atendiendo con urgencias a todo enfermo sospechoso de covid. Peor aún, no hay medicamentos para enfrentar está crisis viral. No hay ningún tipo de ayuda gubernamental para sobrevivir, mientras el enfermo recupera su salud. Todos debemos de exigir que se acelere la vacunación, todos debemos de exigir que se vacunen a todos los estudiantes para un retorno seguro a clases. Alzar la voz antes del regreso a clases, puede salvar la vida de nuestros seres queridos. Estamos a tiempo.
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