“Un ejemplo clásico de trabajo agobiador, duro e inadecuado, y por tanto de brutalización de los obreros consumidos por esta rama desde la infancia es, además de la producción minera y carbonífera, la fabricación de tejas y ladrillos, en la que en Inglaterra solo se aplica en contados casos la máquina recientemente inventada (1966). De mayo a septiembre, el trabajo de los tejares dura de la 5 de la mañana hasta la 8 de la noche y, si el secado se hace al aire libre, desde las 4 de la mañana hasta las 9 de la noche no pocas veces. Aquí se considera como corta, moderada, una jornada de trabajo que dure desde las 5 de la mañana hasta las 7 de la noche. En estos trabajos nos encontramos con niños de ambos sexos desde 6 años y hasta desde 4. Estos niños trabajan el mismo número de horas que los adultos, y a veces más. El trabajo es duro, y el calor de verano contribuye a aumentar el agotamiento. En un tejar de Mosley, por ejemplo, una muchacha de 24 años hacia 2,000 tejas al día, ayudada por dos muchachas pequeñas que llevaban el barro y amontonaban las tejas. Estas muchachas trasladaban al cabo del día 10 toneladas, sacando el barro desde el pozo, 31/2 pies bajo el suelo, por las paredes resbaladizas y recorriendo una distancia de 210 pies. Es imposible para un niño, pasar por el purgatorio de un tejar sin sufrir una gran degradación moral….El lenguaje procaz que se les acostumbra a oír desde su más tierna infancia, los hábitos deshonestos, sucios y desvergonzados entre los que se crían, ignorantes y medio salvajes, hacen de ellos para el resto de sus días, hombres sin freno, cínicos y haraganes….”
Este es un extracto de la obra El Capital del más grande pensador, científico y humanista que ha dado la humanidad, me refiero a Carlos Marx; y lo refiero con el propósito de analizar si la situación de los niños y jóvenes ha cambiado en el transcurso de 155 años, mismos que hace que Carlos Marx terminó de escribir su obra.
Veamos, en 2019, a propósito del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, se estima que en México 3.3 millones de niños y niñas de 5 a 17 años se encuentran en condiciones de trabajo infantil lo que representa el 11.5 por ciento. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) instituyó el 12 de junio de 2019 como el Día mundial contra el Trabajo Infantil, debido a esto se concluyó que “la inclusión al mercado laboral a edades temprana puede traer consecuencias que afecten el desarrollo de las niñas, niños y adolescentes. Un menor de edad que trabaja puede, por un lado, disminuir el tiempo y calidad invertido en el estudio u otras actividades que favorecen su crecimiento y, por otro, exponerse a sufrir algún problema físico o psicológico por realizar actividades no adecuadas”.
La ONU, a través de su departamento de Comunicación Social, en el comunicado de prensa número 343/21, del 10 junio de 2021 nos dice: “Del total de niñas, niños y adolescentes en condición de trabajo infantil, 1.8 millones se desempeñan en una ocupación no permitida, 262 mil realizan alguna ocupación y quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas y 1.3 millones realizan exclusivamente quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas. De los 3.3 millones de menores de 5 a 17 años en situación de trabajo infantil, 61 por ciento (2 millones) son hombres y 39 por ciento (1.3 millones) son mujeres. La tasa de trabajo infantil por sexo muestra que 13.6 por ciento de los hombres está en esta situación y el porcentaje de mujeres es de 9.2 por ciento”.
La Ley Federal de Trabajo establece que la edad mínima para trabajar es de 15 años; es decir, que está prohibido el trabajo por debajo de esta edad, y todo empleo que esté definido como peligroso para una persona que tenga por debajo de los 18 años. A partir de esto se clasifica el trabajo de la población de 5 a 17 años en: ocupación permitida y no permitida. Así, 93.8 por ciento (2 millones) de la población de 5 a 17 años ocupada, está en alguna ocupación no permitida. Por sexo, esta situación se presenta en 96.1 por ciento (1.4 millones) de los hombres ocupados y en 88.6 por ciento (0.6 millones) de las mujeres ocupadas.
Por un lado, aunque se legisle en contra del trabajo infantil, quienes ostentan el poder económico y que promueven, impulsan y sostienen el modelo neoliberal de producción, cuya meta es obtener la mayor ganancia posible, son los primeros en no estar de acuerdo con la legislación del trabajo y por la esencia rapaz de este modelo económico, son los primeros en violar dichas leyes.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el 6 de febrero de 2004, celebró el Día Internacional para una Internet Segura; dictó un decálogo que ampara el derecho de los niños a disfrutar y utilizar las nuevas tecnologías para su desarrollo.
Sin embargo, la pandemia de covid-19 en México demostró que estos acuerdos y leyes son solo papel mojado, pues los datos en cuestión educativa son muy poco alentadores.
La falta de recursos y la pandemia de covid-19 agravaron la deserción escolar: 5.2 millones de personas de entre tres y 29 años no se inscribieron al ciclo 2020-2021, y todo apunta a que concluirá sin clases en las aulas en la mayor parte del país.
De ese grupo, 2.3 millones no se matricularon por causas directamente relacionadas con la pandemia, ya sea porque consideran la educación a distancia poco funcional, porque los padres perdieron su empleo o porque no cuentan con los dispositivos electrónicos e Internet para tomar clases virtuales, y 2.9 millones más no ingresaron por falta de dinero o recursos, reportó el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
Otra vertiente que se suma por las clases a distancia, son los gastos emergentes que significaron el 28.6 por ciento de las viviendas con población de tres a 29 años hizo un gasto adicional para comprar teléfonos inteligentes, 26.4 por ciento para contratar servicio de Internet fijo y 20.9 por ciento para adquirir mobiliario como sillas, mesas, escritorios o adecuar espacios para el estudio.
La falta de recursos y la pandemia generaron, además, otros problemas que favorecen la degradación y descomposición social entre los jóvenes, ahora se observa por las calles a cientos de ellos deambulando sin nada que hacer y exponiéndose a ser presa fácil del crimen organizado; el matrimonio infantil aumentó en 2020 respecto a 2010 en el país. Actualmente, 6 de cada mil niñas de 12 a 14 años se han unido o casado.
Estos escalofriantes datos nos demuestran que no es cuestión de legislaciones, sino que está directamente relacionado con el modo de producción imperante en nuestro país aplicando por dicho modo de producción el modelo neoliberal que, en esencia, es el más inhumano y rapaz.
Así que, como lo dijo Carlos Marx, hace ya 155 años, a los hijos de los trabajadores se les explota, se les somete a extenuantes jornadas de trabajo y a una gran degradación moral. Pero ¿y que debemos hacer las clases trabajadoras?
Luchar por el cambio de modelo económico por otro que sea más humano y justo y que proporcione a las familia trabajadoras empleo seguro y remunerado suficientemente para que las familias cuenten con lo más indispensable, y pugnar porque ese modelo económico recaude impuestos de manera progresiva de tal manera que sea de acuerdo al ingreso de cada quien que se calcule el porcentaje que deba pagar al Estado y, a su vez, que con parte de dicha recaudación se creen las condiciones sociales para que todos los niños y jóvenes tengan asegurada su educación y que esta sea de calidad, su salud, las condiciones para el desarrollo cultural y deportivo.
¡Serán solo los trabajadores organizados y conscientes los que podrán asegurar que esto se pueda lograr! Así será.
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