A nivel mundial, las cosas no marchan bien. Las más altas esferas que tienen concentrado el poder se lo están disputando, pues quieren ser los vencedores y no compartir nada, sino que todo quede en unas solas manos para seguir empobreciendo cada vez más a la sociedad.
Hoy esta situación se ve claramente reflejada en las tantas disputas, incluso con las armas en mano. Quieren el poder absoluto.
Estas guerras están dejando miles de seres humanos desamparados, sin ganas de vivir, pues no poseen nada.
Quienes han resultado más afectados de toda esta situación son los niños, lo más sagrado que nuestro mundo posee. La inocencia infantil, la risa temprana de los niños, está siendo atacada para dejarla sombría y triste.
Aunque los políticos digan misa, sus acciones con tan poca calidez humana lo dicen todo y ponen a prueba su capacidad de gobernar con inteligencia. Si a los niños no los valoran, ¿qué nos podemos esperar los demás?
En estos tiempos, sucede algo muy lamentable. Los niños, a quienes en antaño se cuidaba porque son pequeños y representan el presente y futuro de la humanidad, están sufriendo los embates de una sociedad representada por seres mezquinos y sin escrúpulos, cuya sed de ganancia está dispuesta a seguir, incluso matando niños en Gaza, por ejemplo, pues todos hemos sabido de estos horrores.
Con cien millones de niños arrojados a vivir en las calles y a enfrentarse a los peores vicios para destruir sus vidas, México tiene viviendo en las calles a más de tres millones.
Aunque los políticos gobernantes digan misa, sus acciones con tan poca calidez humana lo dicen todo y ponen a prueba su capacidad de gobernar con inteligencia y profundo amor por su patria. Si a los niños no los valoran, ¿qué nos podemos esperar los demás?+
En muchos aspectos, les estamos fallando como sociedad a los niños, y ellos están pagando los platos rotos de toda la podredumbre que emana de este mundo en el que impera el capitalismo como sistema reinante, en el que todo es mercancía. Un sistema podrido que está generando más y más pobreza.
El pasado 12 de junio se celebró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con datos escalofriantes dados a conocer por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), acerca de que en el mundo 160 millones de niños trabajan.
De estos, en México tenemos a cerca de 29 millones de niños en el campo laboral, según cifras del INEGI, con sueldos de 50 pesos o menos, donde 3.3 millones de estos realizan actividades que ponen en riesgo su vida y su salud.
Una profunda injusticia, producto de la desigualdad que se padece, ya que unos cuantos se han adueñado de las riquezas naturales y han hecho crecer sus fortunas en cantidades inimaginables, a costa de empobrecer a cien millones de mexicanos que se debaten en la marginación y en el olvido.
Los niños están en su etapa de formación, por lo que el trabajo no debería ser una actividad para ellos. Los niños deberían recibir una educación que los forme como buenos ciudadanos que sirvan a la patria, como científicos, como artistas, en fin, una verdadera educación.
En nuestra Carta Magna se prohíbe emplear a menores de 15 años, en su artículo 123, pero esto no es respetado, pues muchos niños trabajan en nuestro país, dejando de lado sus sueños y siendo parte de la explotación, la nueva esclavitud.
Urge que las autoridades de Gobierno atiendan este cáncer social que está dejando en el olvido a la niñez mexicana.
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